Dios es alegría infinita. La caridad con el prójimo.
En este día en que nos encontramos celebrando el Sacrificio redentor de Nuestro Señor, recordando de manera especial a Santa Teresa de los Andes, patrona de este monasterio, quisiera meditar sobre una frase muy profunda que nos ha dejado esta santa y que nos debe llevar a una comprensión más profunda de lo que debe ser la vida de una comunidad consagrada. Seguir leyendo
Veamos entonces como el augusto misterio de la encarnación debe iluminar e influir sobre la realidad temporal.
La Cristiandad
La correcta inteligencia del misterio adorable de la Encarnación del Verbo es también la clave de bóveda para entender y construir todo el orden temporal humano, su cultura y su civilización. Confesar la auténtica e íntegra condición humana de Jesús, asumida por el Verbo eterno de Dios, permite «recuperar la dimensión de lo divino en toda realidad terrena»[1]. Como recuerda Juan Pablo II, al asumir Cristo en su humanidad todo lo auténticamente humano, «ninguna actividad humana es extraña al Evangelio»[2]. Por eso es ineludible el llamado a someter para nuestro Señor todo lo humano Seguir leyendo
A todos mis amigos que no doblan sus rodillas ante los Baales de turno.
I
Jesucristo, el Verbo Encarnado, profetizó[1], porque como Dios que es, conoce todos los futuros contingentes y libres, conocimiento que es privativo de Dios y que pretenden usurpar los que caen en la vieja tentación de querer “ser como dioses” (cf. Gen 3,5). Los futuros contingentes y libres, enseña Santo Tomás: “…no pueden ser para nosotros cosa cierta: sólo lo son para Dios, cuyo entender está en la eternidad, por encima del tiempo…”[2]; eso “es algo propio y exclusivo de Dios”[3].Seguir leyendo
Conferencia dada en San Rafael (Argentina), el 24 de setiembre de 1995.
Por gracia de Dios, que no por méritos nuestros, estamos, en este comienzo del siglo XXI, en pleno ojo de tormenta, o sea, la rotura de las nubes que cubren la zona de calma que hay en el vórtice de un ciclón, por el cual puede verse el azul del cielo[1]. Estamos en el vórtice del ciclón. En el centro del drama de la humanidad dolorida de estos últimos tiempos. En estos últimos siglos se desarrolló una suerte de pulseada planetaria, donde no se pide ni se da cuartel. Seguir leyendo