“Los efectos que la Pasión produjo en el mundo los hace este sacramento en el hombre”, enseña Santo Tomás[2].
«Ahora son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención operada por Cristo Jesús, a quien Dios preordenó instrumento de propiciación, mediante la fe, en su sangre, para manifestación de su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente en el tiempo de la paciencia de Dios, para manifestación de su justicia en el tiempo presente, a fin de mostrar que es justo y que justifica a todo el que cree en Jesús» (Ro 3,24-26). Seguir leyendo
«Concede, Señor, a estos elegidos llegar digna y conscientemente a la confesión de tu nombre, a fin de que el poder de tu gloria les alcance la primitiva dignidad perdida por la culpa original»[2].
«Cuando nosotros estábamos perdidos y éramos incapaces de volver a ti, nos amaste hasta el extremo. Tu Hijo, que es el único justo, se entregó a sí mismo en nuestras manos para ser clavado en la cruz»[3]. Seguir leyendo
«Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal»[3].