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Circular de viaje 3: Familia, educación y cultura

4. Familia, educación y cultura

«Hoy en día la familia es el principal eslabón para la salvación de nuestro porvenir[1]. La recuperación de las escuelas se debe llevar a cabo (…) en todo el territorio de la patria…[2] los maestros de escuela deben ser una parte elegida de la nación, deben sentir vocación por su trabajo» (Alexandr Solzhenitsyn)[3].

Traemos a colación de estos importantes temas las precisas reflexiones del ensayista ruso Alexandr Solzhenitsyn, escritas en 1990, respecto de la situación en la cual el comunismo, después de 70 años, ha dejado la educación y la familia y posibles soluciones a su problema.

«Aunque no podemos posponer todas las causas de nuestra situación actual, urge sembrar lo que crece lentamente. Durante los años de nuestra recuperación, ¿qué es lo que madurará en nuestros hijos?, ¿qué será de la medicina infantil, de los primeros cuidados a los niños y hasta de la educación? Porque si todo ello no se mejora ahora mismo, no tendremos futuro alguno.

Todos conocen la fatal situación de la mujer en nuestro país, algo sobre lo cual hay unanimidad de opiniones y no hay nada que demostrar. Igual que en lo que se refiere a la mortalidad infantil, a las enfermedades de los recién nacidos, a la horrible situación de las casas de maternidad, guarderías y jardines de infancia.

En nuestro país, han dejado casi de existir las familias normales. Y la enfermedad que ataca a la familia es una enfermedad gravísima para el Estado. Hoy en día la familia es el principal eslabón para la salvación de nuestro porvenir. La mujer debe tener la posibilidad de volver a la familia para educar a los hijos y el sueldo del hombre debe permitir a la familia vivir (…)

Otra cosa que tampoco se debe posponer: la escuela. A pesar de todos los tejemanejes que le hemos hecho sufrir durante 70 años, en pocas ocasiones han salido alumnos que supiesen algo, y ello solamente en algunas asignaturas y en ciertas escuelas de las ciudades importantes (…). La recuperación de las escuelas se debe llevar a cabo no sólo en las mejores capitales, sino que debe ser un movimiento importante desde el nivel inferior y en todo el territorio de la patria. Este problema es tan importante como los problemas económicos. Hace tiempo que nuestra escuela enseña y educa mal. Y no podemos permitir que el trabajo del educador o tutor sea una carga suplementaria mal remunera: debe ser compensada con una reducción de la carga científica que se le exige. Los programas y manuales actuales de ciencias humanas deben ser eliminados o reelaborados totalmente. Y debe cesar inmediatamente el lavado de cerebro ateo.

Pero no hay que empezar por los niños, sino por los maestros, porque están al borde de la miseria. Los hombres han dejado de ser maestros cuando han conseguido mejores trabajos. Los maestros de escuela deben ser una parte elegida de la nación, deben sentir vocación por su trabajo. En sus manos tienen todo nuestro futuro. ¿Y en qué institutos han estudiado nuestros maestros actuales, dentro de que tontería ideológica? Hay que empezar a cambiar, a salvar los verdaderos conocimientos a partir de los programas de los institutos superiores. En un futuro próximo cabe esperar, según parece, que aparezcan escuelas privadas de pago a la vanguardia de toda nuestra escuela, para intensificar cada asignatura y cada aspecto de la educación (…).

Abandonada por la familia y por la escuela, nuestra juventud crece casi al borde de la criminalidad o se entrega a la imitación irracional y bárbara de todo cuanto viene de otras partes. El telón de acero histórico defendía muy bien nuestro país de todo lo bueno que había en occidente: de la libertad civil, del respeto a la persona, de la variedad de actividades individuales, del bienestar general, de los movimientos de beneficencia, pero este telón no llegaba hasta abajo, donde corrían las aguas putrefactas de la cultura de masas, de las modas y de la publicidad más vulgares. Y todos esos vertidos fueron a parar a nuestra juventud desocupada: la juventud occidental se idiotiza de saciedad, mientras la nuestra, que carece de todo, copia irresponsablemente sus distracciones. Y nuestra televisión actual difunde por todo el país esas corrientes inmundas.

De todos es bien sabido (…) que están muriendo las riquezas de nuestras bibliotecas, que las salas de lectura están semivacías, que los museos están dejados de la mano de Dios. Todos necesitan la ayuda del Estado, no pueden vivir de sus beneficios como los teatros, los cines y las exposiciones artísticas»[4].

La educación e instituciones culturales en Rusia han estado restringidas y supervisadas exclusivamente por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) durante casi siete décadas, momento a partir del cual consiguieron una mayor libertad, en particular, bajo la política de glasnost (en ruso, «transparencia») del dirigente soviético Mijaíl Gorbachov (1985-1991). Esta liberalización se aceleró tras la caída del PCUS y la disolución de la URSS; se disminuyeron las imposiciones ideológicas y en las escuelas públicas se desarrollaron y promovieron nuevos métodos de enseñanza, a la vez que se establecieron escuelas privadas y alivianaron las prohibiciones de carácter antirreligioso o de expresión artística. No obstante, con la disolución de la URSS, las instituciones educativas y culturales sufrieron el peso de los problemas financieros que la política monetaria gubernamental no pudo amortiguar.

Rusia cuenta con un gran número de museos de todo tipo, entre los que se encuentran museos al aire libre bien conservados. La mayor parte de estas instituciones están reunidas en Moscú y San Petersburgo, aquí está el Museo del Ermitage, de gran fama por ser una de las mejores pinacotecas del mundo. Moscú es sede del Museo de Armas ubicado en el Kremlin, la Galería Tretyakov, que reúne una importante colección de arte ruso. Al noreste de Moscú hay un conjunto de seis viejos kremlims (ciudadelas) que se utilizaron como sedes de gobierno de las ciudades-estado durante la edad media. Estas villas se han restaurado como parte de un circuito turístico conocido como el «anillo dorado».

Rusia cuenta con miles de bibliotecas de distintas especialidades. De entre ellas, la más conocida es la Biblioteca Estatal de Rusia, ubicada en Moscú, que alberga más de 30 millones de volúmenes en 250 lenguas, siendo por tanto la mayor colección del mundo. Otras bibliotecas importantes son la Biblioteca estatal pública M.E. Saltykov-Shchedrin en San Petersburgo (con unos 28,5 millones de volúmenes), la Biblioteca de la Academia de Ciencias Rusa, con 12 millones y la Biblioteca estatal M.V. Lomonósov en Moscú, con unos 6,6 millones de volúmenes.

Los teatros más conocidos de Moscú son el Bolshói («el grande»), el Maly («pequeño») y el Teatro de las Artes de Moscú.

La lengua más hablada es el ruso, pero se hablan otras más de 100 lenguas.