En homenaje de amistad a mi amigo el Doctor Antonio Borrell y su distinguida familia.
Ramón Llull nació en Palma de Mallorca entre 1232 y 1235, y murió en 1315. Fue místico, apologista, filósofo, teólogo, poeta y santo. La obra que más fama le proporcionó fue Blanquerna, compuesta como fruto de la vida ermitaña de Llull hacia 1285. Incluía una parte titulada Libro del amigo y del Amado en 366 sentencias breves y concisas. Expone una serie de aforismos que giraban en torno el diálogo del amigo y el Amado. De forma que los símbolos, alegorías, metáforas se combinan con diálogos, sentencias más narrativas y proverbios. Los estudiosos coinciden en destacar las fuentes principales de su inspiración que oscilaban entre la Biblia, el franciscanismo, el neoplatonismo, el sufismo y la poesía trovadoresca. El sufismo y el franciscanismo influyeron en la visión de la naturaleza como revelación de la presencia divina, mientras que la corriente trovadoresca proporcionó recursos aptos para verter pensamientos místicos y filosóficos en un diálogo de amor[1].
José María Pemán busca de imitarlo creativamente en su poesía “Homenaje a Ramón Llull” (1950)[2], a quien seguimos en este sermón en la Misa de votos perpetuos de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará en USA. Pemán en “Cita en Mallorca”, por una parte destaca en Llull las cualidades del «más arrebatado gigante», «loco, místico, raciocinante» y por otro lado, alaba su implacable lógica y apertura a todas las ramas del conocimiento: «era hombre de asimilaciones totales de las cosas todas en la unidad de la Verdad» que entendió «toda la unidad del mundo, para irse luego, a tocarla y abrazarla», como santo en el Cielo[3]. [J. M. Pemán, Obras selectas, inéditas y vedadas, I (Barcelona1971) 150-151]. También utiliza como fuentes a los místicos españoles posteriores a Llull. “Homenaje a Ramón Llull” respeta el planteamiento epigramático de Llull, pero se limita a 57 proposiciones de las que sólo veremos algunas. A semejanza de Llull desde el inicio introduce al Amado y al Amigo (en Pemán con mayúscula) como figuras protagonistas del diálogo amoroso. El Amigo es cada bautizado, con mayor razón cada consagrada con votos de especial consagración, que debe buscar la unión con el Amado, que es Jesucristo. Ponemos en rojo una suerte de pequeña guía.
I ¿Dónde está el Amado?
Preguntáronle al Amigo -la Hermana Mary of the Immaculate Conception-
en dónde estaba el Amado…
Y él respondió: «En el suspiro
con que me lo has preguntado».
III En el amor bastan señas: gestos, guiños, suspiros, lágrimas, sonrisas…
Amigo: ¿por qué te empeñas
en decirme tus palabras
si a mí me bastan tus señas?
IV Fruto del amor contemplativo.
Su rostro, en aquella tarde, -suspiró la Hermana Mary Mother of Hope-
tuve tan impreso en mí,
que porque no se borrara
me empeñaba en no dormir.
V Amor misionero.
¡Estoy cavando la tierra
por ver si encuentro el cariño
con que quiero que Te quieran!
VII Muy cerca está el suspiro del amor.
Suspiro que se le atreve
más cerca está del Amado
que está del candor la nieve.
VIII Naturaleza del amado.
No es sabio -dijo la Hermana María de la Caridad-, es Sabiduría;
no es luminoso, es el Sol;
no es alegre, es la Alegría;
no es amable, es el Amor.
XIV Amor y muerte.
Pensó el Amigo en la muerte:
y se llenó de alegría
pensando que era ir a verte.
XV Amar para no morir.
Si tu Amor te desamaba,
¿qué ibas hacer de tu amor?
Seguir amando al Amado
para no morirme yo –murmuró la Hermana Mary Abyssus Humilitatis-.
XVII La paga del Amor.
Pidió el Amigo al Amado
la paga de tanto amor.
Sumó el Amado la cuenta…
Y añadió su corazón.
XVIII Hay que pedirle a Jesús que nos dé lo más que puede de Él.
-¿Qué quisieras tú de Mí?
-Yo quisiera que me dieras –respondió la Hermana María de la Revelación-,
lo más que puedas de Ti.
XX Se cura el dolor aumentando la agonía.
El Amor adolecía –contó la Hermana María Theotokos-
de agonía y de dolor.
Vino el Médico mejor:
y aumentando su agonía
curó del todo al Amor.
XXII En el amor a Jesús la ausencia es presencia.
Se querellaba el Amigo –la Hermana María Virgo Offerens-
de no encontrar Tu presencia.
Tú le dijiste: «Mi ausencia,
¿no estaba, acaso, contigo?».
XXIII Lloro de llorar tan poco.
¿Por qué lloras como un loco,
Amigo del alma mía?
Y el Amigo –la Hermana Mary of Ephesus- respondía:
«¡Lloro de llorar tan poco!».
XXIV Nombre, fin, principio, medio, fuera del Amor ¿qué?
-¿Cómo te llamas? -demandó la Hermana Mary Our Lady of Peace- –Amor.
-¿Adónde vas? –Al amor.
-¿De dónde vienes? –De amor.
-Si amor son todos tus bienes
y a amor vas y de amor vienes,
fuera del amor, ¿qué tienes?
-¡Las sobras de tanto amor!
XXV Gemir, amar, llorar, sonreír.
-¿Por qué ese triste gemir?
-Porque no saben amar…
Sentí ganas de llorar –susurró la Hermana Maria Templum Divinitatis-,
y Él se empezó a sonreír.
XXX La mirada de Jesús.
-Dime, Amado: ¿qué es amor?
¡Y Él se me quedó mirando
por toda contestación![4]
XXXI ¿Qué falta?, ¡Amadores!, ¡Amadores!
Miré nubes, aguas, flores –narró la Hermana Marie du Prouille-;
escuché los ruiseñores
desde la cumbre más alta…
-Dime, Amor, si algo te falta.
-¡Amadores! ¡Amadores!
XXXIII Enseña a amar hasta morir de amor.
-¿Tienes muchos amadores?
-Pocos tengo, que el oficio
los va matando de amores…
XXXVI El que ama sabe toda ciencia.
Vino Amor a mi presencia –dijo la Hermana María de Acahuato-.
-¿A qué vienes? –A aprender…
-Pues ¿no sabes toda ciencia,
Amor, si sabes querer?
XXXVII Toda la creación es reflejo de Dios.
-Rosas, ¿pasó el que yo quiero?
-¡Di las señas! -¡Tan hermosas!:
gracioso, blanco, ligero…
Se miraron las dos rosas.
Señalaron un sendero.
XXXIX Sequedad de amores.
Lágrimas negó el Amado
a mi sequedad de amores.
Cuando vi el prado mojado
lloré de no haber llorado
como lloraban las flores.
XL Siempre es acusado por el mundo el verdadero discípulo del Señor.
Acusaron al Amigo
en el tribunal del Mundo:
porque andaba vagabundo
con harapos de mendigo.
Pero el Amigo ha alegado
su clara razón entera:
«Si yo vivo a mi manera,
manera es de enamorado».
«No queráis que viva fiel
a cuanto ignoro y desprecio:
que el Amor parece necio
a todo cuanto no es El».
XLI Toda la creación es reflejo de Dios.
Vi una azucena y creí
que el Amado estaba en ella;
vi luego una rosa bella
y pensé que estaba allí;
luego en un claro alhelí
y en un río y una estrella…,
¡y era porque estaba en mí! –constató María Virgen de Annahuac-
XLIV En el amor a Jesús no hay devolución de lo que se ha dado.
-¡Dame tu ciencia y poder!
-Al Amado se las di…
-Dile que las vuelva a ti.
-No me las quiere volver.
XLVII ¿Qué es amor? Esa es la contestación.
Me dijo con un suspiro:
«Explícame qué es Amor…»
-Repítete la pregunta
¡que ésa es la contestación!
XLIX El que se desentiende todo lo entiende.
Buen entender es saber
que aquel que se desentiende
todo lo empieza a entender.
LVI Siempre es necesario sufrir.
Es vano buscar la flor
sin herirse en el espino.
Sufre un poco… que el amor
hace solo su camino.
LVII Morir de amor.
-Enséñame una canción
para rezarla al Amigo… -pidió la Hermana María Corona de los Santos-
-Sigue, Amigo… –Es que si sigo
se me rompe el corazón.
-¿Y quieres más oración?
-Dame la ciencia que junta
el deseo y la presencia….
-Pregunta, amigo, pregunta,
¿para qué quieres más ciencia?
-Dame tu llama encendida
¡porque de amores me muero!
-¿Y quieres más alta vida?
No sé, Amado, lo que quiero,
ni sé que es este querer,
ni sé si es guerra o es paz…
-Si sabes ya no saber,
¿por qué quieres saber más?
XLII El Hijo y Nuestra Señora.
¡Cómo por el Sol la aurora,
juzga por la luz del Hijo
la luz de Nuestra Señora!
XLIII El Amigo y el Amado, Jesucristo.
-¿Cómo es su nombre? –Sin nombre –respondió la Hermana Mary of Mercy-.
-¿Es fuerte o débil? –Los dos.
-¿Pues no es Dios? –Pero es un hombre…
-Luego es hombre. –Pero es Dios.
-Ponle un nombre. –Dile Todo.
-Enséñame de algún modo
con que le agrade y le rece.
-Llora en silencio. -¡Parece
oración bien corta y mala!
-Date todo. -¿Quién regala
ofrenda tan pobrecita?
-Tu Nada es tan infinita
que a su Todo se le iguala.
[1] Los análisis detallados pueden consultarse en Á. L. Cilveti: “Estudio preliminar”, en Literatura mística española, pp. 20-21. L. Badía, en op. cit., pp. XII-XIII. Menéndez Pelayo, op. cit. M. Florí, op. cit.
[2] Pemán José Mª, HOMENAJE A RAMON LLULL, Revista ARBOR, nº49, 1950, pp. 46-55
[3] Martirologio Romano, 29 de junio, su fiesta.
[4] Es el tópico luliano del amor cortés que se complace con la comunicación por señas o con la mirada. Cfr. Galmés de Fuentes, Álvaro, Ramón Llull y la tradición árabe. Amor divino y amor cortés en el Llibre d´Amic e Amat (Barcelona 1999)121.