sacerdocio

El Sacerdocio de Jesucristo

I – El Sacerdocio de Jesucristo.

 

i) ¿Desde cuándo hay sacerdotes sobre la tierra?

            Desde que el hombre es hombre, hay sacerdotes sobre la tierra, al menos en su función fundamental que es ser mediador entre Dios y los hombres, especialmente por realizar el sacrificio.

ii) ¿Qué es ser sacerdote?

            El sacerdote: tomado de entre los hombres, en favor de los hombres es instituido para las cosas que miran a Dios” (Heb 5, 1). El sacerdote es un puente de doble dirección: une a Dios con los hombres y une a los hombres con Dios. Pontífice, quiere decir, puente porque une las dos orillas del Creador y la criatura.

iii) ¿Cuál es la función principal del sacerdote?

            Es consagrado el sacerdote: “para ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados” (Heb 5, 1). De ahí que la actividad principal del sacerdote sea ofrecer el sacrificio. Sin sacerdote no hay sacrificio, y sin sacrificio no hay sacerdote. Por eso, propiamente hablando, ni los judíos, ni los mahometanos, ni la mayoría de los protestantes tienen sacerdotes, porque no tienen sacrificio. Sólo tienen quienes les enseñan: rabinos, ulemas o muslimes, predicadores o pastores, pero no sacerdotes.

iv) ¿Por qué es elegido de entre los hombres?

            Es elegido de entre los hombres para que tenga compasión de los hombres y no le de asco las miserias humanas: “para que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto él también está rodeado de flaqueza, y a causa de su flaqueza debe por sí mismo ofrecer sacrificios por sus propios pecados, igual que por los del pueblo” (Heb 5, 2-3). Si los ángeles fuesen sacerdotes no podrían compadecerse de los hombres.

v) ¿Cualquiera puede ser sacerdote?

            No, cualquiera no puede ser sacerdote. El sacerdote debe ser llamado por Dios: “ninguno se toma por sí este honor sino el que es llamado por Dios, como Aarón” (Heb 5, 4). Por eso siempre debemos rezar pidiendo por el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, como nos enseñó el mismo Jesús: “La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 37-38).

vi) ¿Cuál es el Sumo, Eterno y Único Sacerdote?

            Jesucristo, nuestro Señor, es el Sumo, Eterno y Único Sacerdote.

vii) ¿Por qué razón?

            Porque une en su divina Persona, segunda de la Santísima Trinidad, la naturaleza divina y la naturaleza humana, uniendo en sí mismo a Dios y al hombre, al hombre y a Dios.

 viii) ¿Cuáles son las características del sacerdocio de Jesucristo?

            Las principales características del sacerdocio de Jesucristo son:

                                   1º – Es hombre como nosotros;

                                 2º – Es llamado por Dios con juramento a las funciones sacerdotales;

                                3º – Es consagrado con la plenitud de la unción de la divinidad misma;

                                   4º – Es sacerdote santo;

                                   5º – Es sacerdote inmortal;

                                   6º – Es único en la historia del sacerdocio.

                                                  1º – Hombre

ix) ¿Por qué la primera condición para ser sacerdote es que sea hombre?

            Porque debe ser mediador. No debe ser más que hombre, ni menos que hombre. Debe ser miembro del pueblo que representa, para poder ser intermediario -mediador- entre Dios y el pueblo. Dios no es sacerdote: “No hay mediador de uno solo, y Dios es único” (Gal 3, 20). El Hijo de Dios, el Verbo, se hace hombre para ser sacerdote. El fin de la Encarnación es la redención, que Cristo realiza por el sacrificio de la cruz.

x) ¿Es en todo igual a nosotros, menos en el pecado?

            Así es: “Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo. Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados” (Heb 2, 17-18). “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Heb 4, 15). Por eso debemos tenerle a Jesucristo una confianza absoluta y total: “Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar gracia para una ayuda oportuna” (Heb 4, 16). ¡Es nuestro sacerdote!

xi) ¿Dónde fue hecho sacerdote?

            Dice San Buenaventura: “En las mismas entrañas de la Virgen revistió los ornamentos sacerdotales para ser nuestro Pontífice”[1].

                                                 2º – Llamado

xii) ¿Cómo sabemos que fue llamado?

            “Tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: ‘Hijo mío eres tú; yo te engendrado hoy’. Como también dice en otro lugar: ‘Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec'”(Heb 5, 5-6). Fue “declarado por Dios Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec”(id.10).

xiii) ¿Por qué Dios se reserva el derecho de elegir a quienes han de tratar las cosas divinas?

            Porque se trata de desempeñar funciones sagradas, especialísimas, únicas entre todas las funciones sociales. Si hubiese alguien que ejerciera a su antojo las funciones sacerdotales, no perseveraría en el sacerdocio mucho tiempo. Si alguien sin ser llamado se arrogase la investidura sacerdotal, sería un intruso y un usurpador. El sacerdote por ser mediador entre el cielo y la tierra, debe ser grato en especial al cielo. Por eso Dios se reserva el derecho de elegirlo.

                                               3º – Consagrado

xiv) Para ser sacerdote, además de ser hombre y ser llamado por Dios, ¿Qué otra cosa se requiere?

            Debe ser consagrado sacerdote. Como hemos dicho, Jesucristo fue consagrado sacerdote en el seno de la Virgen, porque allí se unió hipostáticamente, es decir, personalmente   a la naturaleza humana con la persona del Verbo. Allí la humanidad de Cristo fue ungida por Dios con la divinidad del Verbo. El Verbo es el Crisma sustancial, porque es sustancialmente Dios. Al tocar el Verbo la humanidad de Cristo, lo consagra y unge como Sacerdote Único, Sustancial y Total, porque es el único hombre que se ha puesto en contacto personal con Dios que íntima y totalmente invadió su alma y cuerpo, haciéndolo Sacerdote esencial desde el mismo instante de la Encarnación.

xv) ¿Qué es la consagración?

     La consagración es participación específica en el Sacerdocio de Cristo, por la que se da la destinación oficial y pública que capacita al sacerdote para ejercer su oficio sacerdotal.

                                                    4º – Santo

xvi) La santidad, ¿es otra de las cualidades del sacerdocio de Jesucristo?

            Así es. La santidad adorna de manera esencial a Cristo Sacerdote: “Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos” (Heb 7,26).

            Santo, como ya lo había anunciado el Ángel Gabriel a la Virgen María: “…el Hijo engendrado será Santo…” (Lc 1,35).

            Inocente, que podrá decir a sus enemigos: “¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?” (Jn 8,46).

            Inmaculado, libre de pecado original y personal, incontaminado: “que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados propios como aquellos Sumos Sacerdotes, luego por los del pueblo…” (Heb 7,27).

                                                 5º – Inmortal

xvii) ¿Por qué nunca morirá el Sacerdote Jesús?

            Nunca jamás morirá el Sacerdote Jesús porque es inmortal, porque su sacerdocio es eterno. Todos los sacerdotes, de todas las jerarquías y de todas las religiones, han tenido que renovarse sin cesar. Jesucristo no, porque no muere. Murió una vez para consumar el sacrificio en la cruz, y, luego de la resurrección, por medio de sus sacerdotes, sigue ofreciendo el mismo sacrificio. El sacerdocio instituido por ley humana es mortal; el instituido por ley divina es inmortal; Cristo es Sacerdote de esta segunda manera: ” no por ley de prescripción carnal, sino según la fuerza de una vida indestructible” (Heb 7, 16). Jesucristo, “resucitado de entre los muertos, ya no muere más, la muerte ya no tiene dominio sobre Él” (Ro 6,9), y “tiene un sacerdocio perpetuo, porque permanece para siempre” (Heb 7,24).

                                                    6º – Único

xviii) ¿Por qué Jesucristo es Sacerdote Único?

            Porque es sacerdote “a semejanza de Melquisedec” (Heb 7,15). En otra parte el Padre le dice: “Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec” (Heb 5,6).  Es decir, que como aquél Rey de Salem, Jesucristo es Rey y Sacerdote al mismo tiempo. Como aquél no tiene genealogía, porque no tiene padre según la genealogía humana, ni madre según la genealogía divina: “Sin padre, sin madre, sin genealogía de sus días ni fin de su vida, se asemeja en eso al Hijo de Dios, que es Sacerdote para siempre” (Heb 7,3). Como aquél es Rey de justicia, porque es Dios y como Sacerdote vino a establecer la justicia entre Dios y los hombres, pagando de justicia lo que debíamos al Padre Eterno. Como aquél ofreció pan y vino en la Última Cena, y lo sigue ofreciendo en cada Misa.

xix) ¿Qué otras cosas hace nuevas Jesucristo por su Sacerdocio?

            Así como es nuevo el Sacerdote, nuevo es el Sacrificio, nueva la Alianza que se sella con la nueva Sangre, nueva la reconciliación y la redención, que ya no son una simple figura, sino una realidad esplendorosa que nadie, nunca jamás, podrá destruir. Como dice San Ireneo, Jesucristo “al darse a sí mismo, ha dado novedad a todas las cosas”[2].

xx) ¿Qué quiere decir que es un Sacerdote nuevo?

            Jesucristo es un Sacerdote nuevo porque sustituye (suprime) el sacerdocio del Antiguo Testamento, pero no lo sucede, es decir, no ocupa su lugar; más aún no sólo no lo sucede, sino que lo interrumpe, y aún más, abroga -da por abolido- el sacerdocio levítico.

xxi) Si el Sacerdocio de Jesús es único, ¿por qué los sacerdotes del Nuevo Testamento?

            Los sacerdotes del Nuevo Testamento no lo sustituyen a Jesucristo, ni lo suceden, ni multiplican su sacerdocio, son sus representantes, es decir, hacen presente a Cristo porque obran in persona Christi. Nadie hay en la Iglesia que sea sucesor de Cristo, porque es imposible sucederlo y, además, innecesario, ya que su Sacerdocio es eterno, “vivo” (Heb 7,25), “sin interrupción” (Heb 7,3), es decir, sin hendiduras ni cortes, sin fracturas ni grietas. Los sacerdotes del Nuevo Testamento son sucesores de los Apóstoles, pero no de Cristo. Ni siquiera el Papa; él es Sucesor de San Pedro, pero de Cristo es sólo Vicario.

xxii) Si los que pastorean la Iglesia son sólo representantes, ¿de quiénes son las ovejas?

            Las ovejas son sólo de Cristo. Por eso, nuestro Señor al encomendarle el rebaño a San Pedro, le dice por tres veces: “Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas … Apacienta mis ovejas.” (Jn 21,15-17). En la Iglesia Católica, tanto los fieles como los pastores, son sólo de Cristo, quien por ellos derramó su sangre.

 xxiii) ¿Y los sacerdotes ministeriales del Nuevo Testamento?

            Ellos también son:

                        a- sacados de entre los hombres;

                        b- son llamados por Dios para representar a los hombres en sus relaciones con Dios;

                        c- son consagrados y ungidos con el santo crisma;

                        d- deben ser santos según la ley de su vocación;

              e- su carácter sacerdotal es de alguna manera inmortal porque es imborrable;

                        f- son a la manera de Melquisedec al ser una prolongación de la persona y del sacerdocio de Jesucristo, al ser sus representantes sobre la tierra[3], al obrar en persona de Cristo. Son como la pupila de los ojos de Dios, o sea, a quienes les tiene máximo cariño: “…el que os toca a vosotros, toca a la niña de mis ojos” (Za 2,8).

III – La prolongación del Sacerdocio y del Sacrificio: La Santa Misa.

xxiv) ¿Cuál es el milagro de los milagros que prolonga sobre la tierra el Sacerdocio y el Sacrificio de Cristo?

            Ese milagro es la Santa Misa. En la cual, el Sacerdocio de Cristo y el Sacrificio de Cristo, se prolongan de manera sacramental.

                        1º La perpetuación del Sacerdocio de Cristo

xxv) ¿Sólo en la Misa se prolonga el Sacerdocio de Cristo?

            El Sacerdocio de Cristo no sólo se prolonga en la Misa sino en toda la liturgia, que es “el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo”[4]. De tal modo que, cuando alguien bautiza, confirma, celebra la Eucaristía, confiesa, unge los enfermos, ordena, casa, es Cristo quien bautiza, confirma, celebra la Eucaristía, confiesa, unge los enfermos, ordena, casa[5]. Cristo continúa realizando los actos de su Sacerdocio eterno, a través de sus sacerdotes ministeriales.

xxvi) ¿De qué manera Jesucristo actúa como Sacerdote principal en la Santa Misa?

            Jesucristo es el Sacerdote principal de la Santa Misa porque ofrece todas y cada uno de los Sacrificios de las Misas que se celebran. El mismo Acto de oblación interna de la Víctima del Sacrificio de la cruz se perpetúa en Acto de oblación interna de la Víctima de cada Sacrificio de la Misa, por los poderes que Cristo trasmite a través del sacramento del Orden Sagrado. De allí que el sacerdote sacramental, como signo sensible y eficaz de Cristo-Cabeza invisible, ofrece, de modo sensible y también eficaz, el sacrificio sacramental del Cuerpo y Sangre del Señor.

xxvii) ¿Qué papel desempeña el ministro de los sacramentos?

            En el “ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente en su Iglesia como Cabeza de su Cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo Sacerdote de su sacrificio redentor, Maestro de la verdad”[6]. La Iglesia enseña esta verdad al decir que el sacerdote visible, por haber recibido el sacramento del Orden “actúa en la persona de Cristo Cabeza”[7], o sea, en su nombre y con su autoridad, cuando administra los sacramentos. El sacerdote ministerial es imagen de Cristo-Sacerdote: “es como ‘ícono’ de Cristo-Sacerdote”[8]. Cristo es el primer y único Sacerdote de la Iglesia, “todos los demás son sus figuras sacramentales”[9].

xxviii) ¿Esto quiere decir que el sacerdote ministerial está libre de pecados?

            De ninguna manera, porque ha sido “tomado de entre los hombres… para que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto él está también rodeado de flaqueza…” (Heb 5,1-2). El sacerdote ministerial no está exento de debilidades, limitaciones, imperfecciones, flaquezas humanas, es decir, del pecado. Debe arrepentirse de los mismos, debe confesarse como todo hijo de vecino, debe ofrecer el sacrificio y hacer penitencia por los mismos. Pero la misma fuerza del Espíritu Santo garantiza que en los sacramentos “ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia”[10].

xxix) ¿Qué hace el sacerdote ministerial en la Misa?

            El sacerdote ministerial predica la Palabra de Dios, presenta a Dios los dones de pan y vino, los inmola y los ofrece al transustanciarlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor obrando en nombre y con el poder del mismo Cristo, de modo tal, que por sobre él sólo está el poder de Dios, como enseña Santo Tomás de Aquino: “el acto del sacerdote no depende de potestad alguna superior, sino de la divina”[11], de tal modo, que ni siquiera el Papa tiene mayor poder que un simple sacerdote para la consagración del Cuerpo de Cristo: “no tiene el Papa mayor poder que un simple sacerdote”[12]. Luego comulga y da la comunión.

 

xxx) ¿Qué hacen los sacerdotes bautismales?

            Los fieles cristianos laicos, por razón del Bautismo, en la Santa Misa por manos del sacerdote y junto con el sacerdote ofrecen la Víctima inmolada a Dios y se ofrecen a sí mismos con ella junto con sus trabajos, penas, alegrías, con sus actos de adoración, acción de gracias, de pedir perdón, de peticiones, etc.

[1] Tom. 9, 672.

[2] Adv. haer., IV, 34, 1.

[3] cfr.  Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, III, 22, 4; Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1548.

[4] Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia “Sacrosanctum Concilium”, nº 7.

[5] cfr. San Agustín, In Io. Evang., tr.6, c.1, nº 7.

[6] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1548.

[7] idem; cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 10; 28; id., Sacrosanctum Concilium, 33; id., Christus Dominus, 11; id., Presbyterorum ordinis, 2; 6.

[8] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1142.

[9] Don Vonier, Doctrina y clave de la Eucaristía, Emecé, Bs.As, 1946, pág.228.

 [10] Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1550.

[11] S.Th., Supl.40, 4, c.

[12] Santo Tomás, Supl. 38, 1, ad 3. El sacerdote ministerial depende del Obispo en “el ejercicio de su potestad”, no en la potestad misma, que recibe de Cristo el día de su ordenación sacerdotal. El sacerdote ministerial participa del sacerdocio de Cristo, no del sacerdocio del Obispo, que también es participado del de Cristo, aunque en grado mayor. El Obispo como instrumento, por la imposición de manos, hace participar al presbítero del sacerdocio de Cristo, no del suyo personal.