Simbolismo espiritual
1. Jesucristo y la Iglesia
El analogado principal en el símbolo del Esposo y la Esposa del Cantar es Jesucristo y la Iglesia, su amor mutuo, su unión verdaderamente inefable, lo cual no quita sino que supone otras referencias analógicas en el símbolo de referencia, como el amor de Jesucristo por la Virgen María, por las almas consagradas en virginidad –sea juvenil, viudal, o plena—, en celibato, en la castidad matrimonial de quienes viven en fidelidad, en unidad y en fecundidad.
El amor de Jesucristo por su Iglesia implica el amor de Jesucristo por todos los hombres y mujeres del mundo (incluso por los que se consideran de otros géneros), porque todos los hombres y mujeres –pertenezcan a la religión que sea o no pertenezcan a ninguna religión— toda la humanidad en acto o en potencia pertenece a Jesucristo, ya que Él ha muerto por todos los seres humanos, sin excluir a ninguno.
Pero no se debe olvidar nunca que el primer y principal objetivo del Cantar es, como decía San Gregorio de Nissa: «cantar, por inspiración ina, las alabanzas de Cristo y de su Iglesia»[1].
2. Jesucristo y la Santísima Virgen María: ¡Huerto cerrado![2]
Hay una dificultad – a veces rayana en imposibilidad – de traducir a conceptos todo lo que encierra el símbolo. En la traducción del símbolo a concepto intelectual, el símbolo pierde algo de la carga que su plurivalencia contiene. Hay símbolos en la Biblia y en la Liturgia, que utilizan los poetas, que nos dan pie para conocer mejor a la Todasanta, como la llaman a Nuestra Señora nuestros hermanos los orientales, y que en nuestras lenguas occidentales la llamamos Santísima. Veamos algunos:
A. Paraíso o Jardín…
Semeja esti prado egual que el Paraiso
en qui Dios tan grand gracia, tan grand bendición miso[3].
El PARAÍSO, jardín o vergel —Edén se le llama en el Génesis[4]—, amenísimo plantel con incalculable abundancia de la más variada fauna, árboles, plantas y flores que impregnan de aromas deleitosos el ambiente del jardín, regado de inagotables corrientes cristalinas que se deslizan suavemente sonorosas… ¡eso es María!:
Palacio mayor que el cielo,
del mismo Dios paraíso…[5]
E viendo en vuestra presencia
sus inales primores…
de vuestra gran excelencia
hizo en vos un paraíso
y escogiólo para sí
do en veros tanto se quiso
que andaba como Narciso[6]
enamorado de sí ….
Cantaba Medinilla:
Madre de Dios, del mismo Dios plantado
celestial paraíso, que contiene
el árbol de la vida regalado
que mayor gracia que el primero tiene[7].
Fray P. Beltrán:
Es tal su hermosura
que es milagro toda,
porque apenas era,
cuando ya era hermosa[8].
Del soberano Esposo
espejo sois do mira su figura,
y con ser tan hermoso
se retrató de vos su hermosura;
y así sois, Virgen, su trasunto
tan bella como Dios menos un punto[9].
B. Resume los dones de todas las criaturas
Paraíso, pues, la Llena de gracia, la obra maestra de toda la Trinidad, la que en el mismo instante de ser «creada entre esplendores de santidad»[10] era tan querida por Dios por sobre todas las cosas, que en sí reunía todos los dones de las demás criaturas.
El cielo delibera
dotarla en tantos dones,
que a no quedarse en ella,
quedara el cielo pobre.
Porque estando Dios en Ella
a las virtudes mandóles
que asistieran de excelentes,
mas quedaron inferiores.
Que es Dios alma de María
y a su humanidad se encoge
todo lo humano, que en Ella
todo honor posible es pobre[11].
Lope de Vega decía:
Vuestras gracias me dicen
Zagala hermosa:
mientras más me dicen
más me enamoran.
Zagala ina,
bella labradora,
boca de rubíes,
ojos de paloma.
Santísima Virgen,
soberana aurora,
arco de los cielos
y del sol corona[12].
Sois paraíso, Reina soberana,
donde se plantó el árbol de la vida,
cuyo olor vivifica, alegra y sana,
y cuya vista es gloria sin medida[13].
C. Señora de todas las virtudes
Pues si el Paraíso-María lo es por ser Madre de Dios, ante una digna Madre de la Belleza, todas nuestras ponderaciones se quedan cortas. Paraíso del nuevo Árbol de la vida, fruto bendito de su vientre. Y Paraíso también porque en María las virtudes…
tesaurizaron[14] todas en su pecho
sus perfecciones, porque en el ino
Madre la vieron en intacto lecho…[15].
Estaba llena de dones sobrenaturales pero no desatendía el quehacer cotidiano:
De suerte que era Marta cuidadosa
en el ejemplo y el vivir activo,
y juntamente sin acción dudosa
María en el amor contemplativo[16].
La describe magistralmente Lope:
Virgen, pura azucena, lirio en Valle,
cándida y limpiamente concebida;
Virgen, donde se mide el sin medida,
preciosa cinta a su ino talle.
Jardín donde no hay flor que no se halle
de las virtudes de que estáis vestida;
árbol en cuya planta esclarecida,
la sierpe antigua para siempre calle.
Si Dios se cifra en Vos, ¿qué puede hallarse
para excelencia vuestra, si esta excede
tanto que a Dios no deja de alargarse?
Cuando El puede, y Vos sois, y aquí se quede,
que como Dios no puede mejorarse,
así de madre mejorar no puede[17].
D. Hizo voto, la primera, de virginidad
Así como los poetas españoles exaltan su virginal maternidad, encontramos también la afirmación de que María hizo voto, la primera, de virginidad….
El beato Ramón Llull, al comentar la hediondez de la lujuria, acude en seguida a contraponerla con la virginidad de la que el poeta llama “dolça dona d’amor”:
és peccat que mays desplau
a nostra Dona, qui’s palau
de virginitat, e odor
que hix de blancha flor d’amor[18].
El mismo pensamiento que expresaba en prosa: «Nostra dona es bella e flor blanca de virginitat. Tu, Mare Verge, est esposa por la cual es reglada virginitat en las vergens e castedat en aquelles qui en matrimoni son ajuntats»[19]. El Beato insiste en la fuerza virginizante de los que aman y sirven a Nuestra Señora.
Los poetas españoles, a lo largo de los siglos, lo repetirán de mil formas. «Reina de la virginidad», «Luz del día», «Rosa das rosas», «Flor de las flores», «Rosa entre las flores», «Estrella luciente», etc.
Todos cantan la virtud a que se había comprometido la Virgen de las Vírgenes desde su Presentación en el Templo, es decir, desde que tuvo pleno uso de razón.
Tú fuyste virgen obrando,
Virgen en tus sentimientos,
virgen en tus pensamientos,
virgen dormiendo y velando;
departiendo e razonando
siempre la virginidat,
en nueva e madura hedat
la fuyste continuando[20].
Después de afirmar que con sólo mirarla se extinguía el fuego de la ‘carne’, repite que
tú diste principio santo
a esta virtud, que tanto
es en el cielo preciada
sy de virgines amada
a seguida fué después,
e agora asy lo es
por tu puerta fue su entrada[21].
Pere Serafí canta:
Rosa gentil fundad ‘ab tal raho
Qu’olor de mal no y pot trobar saho.
Rosa sens par, verge y mare de Deu,
Sola sou vos, puix tal 1’etern vos feu…. [22]
Salve de vírgines flor
la más digna y la primera
que sin tacto de pudor
como sol por la vedriera.
O virgen de pensamiento
obra, deseo y voluntad
que eres señora cimiento
y principal fundamento
de pura virginidad[23].
Para Juan del Enzina es «clara virginidad / fuente de toda virtud», que con no ser la más perfecta – lo es la caridad -, tiene para nosotros tal atractivo que a la Madre de Dios la llamamos «La Virgen»:
…dio a María
mayor luz a su ingenio levantado
y aumentos de su gran sabiduría[24]:
que quien de castidad vive adornado
—que es la flor que el Cordero pace y cría –
entre otros premis goza el rico aumento
de vida, de valor y entendimiento[25].
E. Su total santidad se expresa con el símbolo de ‘Huerto cerrado’
Los teólogos profundizan en el dato revelado y dan su explicación teológica de la total santidad (en cierto modo “impecabilidad”) de la que fue concebida en «esplendores de santidad», que se enlaza con el símbolo de huerto cerrado, utilizado ampliamente por los poetas.
Es el huerto cerrado, el paraíso,
de quien el Dios de amor guardó la puerta,
donde la flor del campo nacer quiso
a la original culpa nunca abierta:
la que al amor con su ino aviso
entre sus bellas alas encubierta
guardó de la ave fiera de rapiña,
librando della a la inocente Niña[26]….
Tú eres el huerto cerrado,
La hermosa fuente sellada,
En donde no tuvo entrada
Ni la sombra del pecado.
Así lo hubo decretado
La augusta y trina asamblea,
Con tales gracias y tantas,
Que al mismo Creador encantas,
Pues todo un Dios se recrea[27].
El P. Francisco de Jesús señala que los siete coros angélicos cantan, turnándose, la alborada de la Santísima Virgen, un himno con ecos del Acathistos, en el cual detectamos las lindezas del Cantar de los Cantares: «lirio de los valles», «blanca y purísima paloma», «sellada fuente cristalina» , la «sola y única», «rorante [es decir, que esparce rocío] aurora», «florido lecho», «la toda hermosa engrandecida», «fuerte a do están muchos despojos», «montón de trigo entre azucenas». Y, ¡cómo no!, «paraíso», «vergel», «fuente sellada», «jardín de gracias acotado», «cercada y rica vega». Y canta:
Ya se mira en Adán su Ser ino
y de lo mismo que es causa primera
legítimo iniduo y descendiente,
hombre se mira la ina mente;
y un gozo accidental, causal, renueva
porque miró en María de camino.
Aquel amante fino
los logros de su empeño.
Mirábala hecha dueño,
y en su feliz regazo,
aquel ino tripotente brazo,
y antes de dar el ser al primer padre
le dijo el Verbo con ternura: ¡Madre!
Miróse en sus entrañas hospedado,
y con dulce, amorosa complacencia,
gloriosos triunfos a su amor previene,
pues entonces el Verbo se entretiene
derogando a un desorden la licencia,
porque en aquel Jardín, culto y cerrado,
el robador pecado
ni la mirase o viese…[28]
A la Virgen del Huerto
Estrella que en la noche de los mares
eres amparo del audaz marino;
báculo que al errante peregrino
sirves de firme apoyo en sus andares;
fortaleza sin par, fuente sellada,
aurora que se enciende en la ina
noche de Dios, eterna e increada.
……
Oh Huerto hermoso, del Señor consuelo,
huerto de aromas y de flores pleno,
vergel angelical, cielo sereno,
delicia de los santos de este suelo[29].
…..
A la Virgen del Huerto
Oh Virgen del Huerto,
casta, pura y bella,
que cultiva flores
de ina esencia:
rosas, de amor rojas
y humildes violetas,
lirios como nieve,
blancas azucenas.
Que envidia en los ángeles
por tu albor, despiertan…[30]
Jaume Roig decía: «Per ella fiu / (Deu inspirant, io profitant) / les bells dictats / “Cantics Cantats”»[31].
Y el inefable Jacinto Verdaguer:
Jesús: Que hermosa sóu, diu Ell, que en sou d’hermosa,
del maig atern oh Rosa!
vostres ulls la mia anima han ferit.
María: La hermosura que tinc Vós me la dáreu,
Fill meu, quan me miráreu,
oh sol que feu brotar totes les flors.
Estava el Rei en son reclinatori,
quan en pitxer d’evori
deixá sentir mon nardo ses olors.
Jesús : Vos sóu jardí tancat, font segallada,
oh mare mia amada;
son vostres plantations de paradís,
d’aloé, cinamon i dolces pomes
i arábigues aromes,
respir suau del Líbano feliç[32].
F. Hermosa sin comparación
«Por lo que nada tiene de extraño que entre los Santos Padres fuese corriente el uso de llamarla Toda santa, inmune de la mancha de todo pecado, como plasmada por el mismo Espíritu Santo y formada como una nueva criatura»[33]. Pero en esta plasmación del Espíritu Santo, que la llenaba con una santidad que, según doctrina de la Iglesia, sólo Dios es capaz de calcular, no sólo afecta su alma sino que, también a su cuerpo. Por eso:
No pudo ser su corporal belleza
dibujada de humano ingenio y arte,
pues con sacro favor naturaleza
hizo un nuevo milagro en cada parte;
con tanta maravilla y extrañeza,
que cuando de su mano se reparte
o se ha dado jamás o puede darse
será al sol las tinieblas compararse.
Solo podrá tan nuevo paraíso
con una verdad sola ser loado:
y es que la beldad misma que Dios quiso
en cuando hombre tener, Ella le ha dado;
porque lo semejante, que es ino,
en los que comúnmente se han formado
de padre y madre, en El estuvo unido,
que fue a su Madre solo parecido[34].
Juan de Silva de Guzmán agrega:
Todo saber y cordura
en vuestro loor se assombra
como niño que procura
en abrazar la figura
que hace su propia sombra.
Vos soys espejo perfecto
donde se parece Dios;
Él la causa, vos efecto;
el que abraça este secreo
Queda abraçado con vos[35].
«Gaude, Virgo Gloriosa / super omnes speciosa: / vale, o valde decora» (Alégrate, Virgen gloriosa, la más hermosa de las hermosas: te saludamos, oh hermosa sin posible comparación)…
La santa Virgen, que en la sacra idea
de Dios fue fabricada antes que el cielo,
del Verbo en carne original modelo
que en su estudio santísimo hermosea,
naciendo en la dichosa Galilea
fue cuadro celestial, en cuyo velo,
de tela humana y de ino celo,
Dios los pinceles y de su ciencia emplea.
Lucas, gloria y honor de la pintura,
fue sólo digno de copiar un día
con envidia del cielo su hermosura.
¡Oh soberano Apeles de María,
pues retrato la virginal figura
adonde Dios mostró lo que sabía![36].
Describir detalladamente las facciones y el entorno escultural de la Bella entre las Bellas, lo sigue intentando Lope:
Sentí que estaba María
despierta, entré, y en la cuna
gorjeando hallé la luna
como las aves al día.
¿No has visto al amanecer
una calandria suave?
Pues estaba aquel ave
que era escucharla placer,
que aunque no son más de dos
sus años, lo que decía
la santísima María
eran grandezas de Dios;
quitéle a la hermosa cara
una toca, y vi…¿qué vi?
No el sol, porque el sol allí
Sus rayos corrido para.
¿No has visto abrirse una rosa
con el aljófar y perlas
del alba, cuando a cogerlas
viene la abeja amorosa?
¿No has visto a cedros enanos
blanco azahar, o por la puerta
de roja granada abierta
asomándose los granos?
¿No has visto una fuentecilla
en un prado con sonoro
ruido entre arenas de oro
bullir y bañar la orilla?
¿No has visto linos que están
como si cortara el cielo
sus hojas de terciopelo,
de raso y de tafetán,
que por donde está peloso
es terciopelo, y lo liso
raso, y que el reverso quiso
fuese tafetán lustroso?
¿No has visto la guarnición
de la cadenilla de oro,
que le da tanto decoro
hermosura y perfección?
¿No has visto blanca azucena
a cinamomo florido?
¿No has visto…?[37].
Y en otro lugar:
Tuve dicha en que a María
vi bajar, y ¡ay Dios!, haciendo
via láctea el camino
de luz y estrellas cubierto.
Iba a una fuente, la Fuente
que los cristales del cielo
en pureza vence, y vi
que se apartó con respeto
de sus sandalias al agua
del arroyuelo pequeño
contra su naturaleza,
porque la luna, en creciendo,
crece las aguas, y es luna.
María, del sol reflejo
de Dios, y luna sin mengua,
que no puede verse menos
Dios de los que es, y María
es la luna de su espejo[38].
De modo tal “que es la mejor mujer que ha visto el mundo”[39]….
De las demás perfecciones,
al inmenso Mare Magnum,
cíñalos la admiración,
si hay ceñidor para tanto[40].
Luis Rosales exulta:
Venid, alba, venid; ved el lucero
de miel, casi morena, que trasmana
un rubor silencioso de milgrana
en copa de granado placentero;
la frente como sal en el estero,
y la mano amiga como luz cercana,
y el labio en que despunta la mañana
con sonrisa de almendro tempranero.
¡Venid, alma, venid; y el mundo sea
heno que cobra resplandor y brío
en su mirar de alondra transparente,
aurora donde el cielo se recrea,
¡aurora Tú que fuiste como un río,
y Dios puso la mano en la corriente![41].
Y en un final a toda orquesta confiesa Lope:
Esta es María, sin llegar al centro,
que el alma solo puede retratalla[42]
pintor que tuvo nueve meses dentro[43].
3. Jesucristo y la virginidad consagrada
A. Comentario de San Juan de Ávila[44]
Y acordaos que dice el esposo a la esposa: Huerto cerrado, hermana mía, esposa, huerto cerrado, fuente sellada (Ct 4,12). Porque no sólo habéis de ser limpia y guardada en la carne, más también muy cerrada y recogida en el ánima. Porque virginidad se guarda entre cristianos no por sí sola, mas que por ayuda para con más libertad dar el corazón a Dios. La doncella que se contenta con virginidad del cuerpo, y no vive cuidadosa en el recogimiento y gusto de Dios, ¿qué otra cosa hace, sino pararse en el camino y nunca llegar a donde va, y tener aparejo para coser y labrar, y nunca entender en ello? Cosa vergonzosa es a todo cristiano no tener ejercicio de santa lección y de santos pensamientos en su ánima; más [al religioso, al sacerdote y a[45]] la virgen que a Cristo se ha dado, no sólo es vergonzoso, más intolerable y digno de mucho castigo. Por tanto, si queréis gozar de los frutos de la santa virginidad, que a Cristo habéis prometido, sed enemiga de ver y ser vista. Salid lo menos que fuere posible, no os entremetáis en temporales ocupaciones, buscad cuanto tiempo pudiéredes para os encerrar en vuestro oratorio; que aunque al principio se os haga de mal, después probaréis que en las celdas se tratan negocios del cielo, y que ningún rato de tanto contentamiento hay como el que allí en sosiego se gasta.
En otra parte enseña, que Hortus conclusus, Fons signatus… «quiere decir que es jardín lleno de diversidad de árboles, de grande hermosura y frescura, y guardado y cercado… Muy guardada está la Iglesia, un ánima de un justo, etc.…Fuente y jardín, dice Dios que es el alma del justo, donde hay grandes deleites, grande hermosura y grande gloria, etc. Pero no detiene en sí esa hermosura y esa gloria, sino que produce de sí cosas grandes»[46]. ¡Quien florece en virtudes, fructifica en misión!
B. Comentario de San Juan Bautista de la Concepción[47]
a. ¿Qué es ser huerto cerrado y fuente sellada?
Acaba el esposo de hablar y decir a su esposa que es huerto cerrado y fuente sellada[48], y dice la esposa: Que mi amado venga a su huerto y coma del fruto de sus árboles (Ct 5,1). Como quien dice: Linda ocasión es, esposo mío, para veniros a casa y entreteneros con quien amáis y queréis. El estar mi alma hecha huerto cerrado y fuente sellada [es estar] cerrada a todo lo del suelo y cielo, pues me es lícito decir con David: ¿A quién tengo yo en el cielo? Estando contigo no hallo gusto en la tierra. Aunque se consuman mi cuerpo y mi corazón… (Sal 73,25-26)[49]… como el agua me derramo,…mi corazón se vuelve como cera, se me derrite en medio de mis entrañas (Sal 22,15)[50].
No quisiera ir escribiendo esto con la brevedad que tengo prometido, para siquiera[51] que nos entretuviéramos un rato a solas con quien no es lícito admitir compañía, aunque sea, como dice David, del cielo y de la tierra, pues solos los pensamientos y meditación de este gran Dios es bastante a derretir el corazón en medio del hombre. Que si este se inclinara a cualquier cosa fuera de Dios, fuera llano[52] que no se derritiera en medio del hombre, sino fuera de él, en las cosas que amara o a la parte que se inclinara.
b. Ejemplo del galán
Pues veamos, ¿qué es la causa que, cuando el alma ama a solo Dios, se le derrite en medio de sus entrañas el corazón y, cuando ama a las criaturas, se derrite fuera o caído o inclinado a alguna parte? Digo que siempre el galán es el que pasea y ronda las puertas y casa de la dama, y la dama, si bien quiere, se derrite y goza en amor del amado en los cuartos para retirarse y escondrijos de su casa, porque ya se sabe que el oficio de galán es el festejar, rondar y pasear fuera de su casa, y el de la dama, aguardar en lo secreto y escondido. Pero si diéramos que la dama se hiciera galán y el galán dama, todo fuera al revés. Pues cuando un alma ama y quiere a Dios, ella es esposa y dama y Dios el galán; él el que anda, pasea, ronda y viene a casa de su esposa, y ella la que allá dentro, en lo secreto de su corazón, se derrite y deshace en la meditación y memoria de este gran Dios. Pero cuando el alma ama las criaturas, vuélvese al revés: que estas cosas criadas se vuelven damas y el alma galán, y ella es la que sale acá fuera a pasear y rondar estas casas perecederas. Y en ellas y fuera de sí se deshace y derrite.
Como el galán: que muchas veces, no dándole entrada su dama o no pudiendo tener cumplimiento de sus deseos, se le pasa la noche deshaciéndose y derritiéndose, arrimado a una carreta, donde nada hay en él que no corra y se deshaga y vierta fuera de sí. Qué de veces le pasa esto al miserable hombre que quiso trocar su suerte dichosa y bienaventurada de esposa de Jesucristo por galán y gentil hombre –que así se puede llamar gentil a quien a Dios deja por amar lo que los gentiles amaron y muchos filósofos desecharon— de las cosas caducas y perecederas: que, perdido por ellas y muchas veces imposibilitado de las alcanzar fuera de sí, arrimado a las cosas viles y bajas, allí se está deshaciendo, derritiendo y vertiendo fuera de sí. Bien diferente de lo que decíamos que hacía David: que no amando cosa en el cielo ni en la tierra, sino a sólo Dios, allá dentro en medio de él, se le derretía su corazón.
Pues la esposa, en el lugar que propusimos, considerando que ella es la dama y Dios su galán y que es admirable ocasión, para que el venga a casa, el ser huerto cerrado y fuente sellada, le está convidando a que venga a comer fruta de sus manzanos. Como quien dice: el día que vos, esposo y querido mío, entráredes por mis puertas, nada ha de haber abierto, todo ha de estar cerrado, porque mi alma sea como aquella puerta que vio Ezequiel[53] que siempre estaba cerrada porque el príncipe entraba y salía por ella. Yo vi en Granada, en el Albaicín, en lo alto de la ciudad, una puerta cerrada y tapada a piedra lodo y pregunté porque puerta tan principal estaba de aquella manera; y me dijeron que por aquella puerta había entrado el rey don Alonso a tomar y hacerse señor de aquella ciudad y que desde entonces se había mandado cerrar. Ojalá hiciese esto y conociese esto el religioso: que, pues su Dios y Señor se apoderó de su alma y entro en ella por la puerta de su corazón, que se tapase y lodase para de allí en adelante para que no se abriese a las criaturas. Que su Dios bien sabe entrar estando esta puerta así cerrada, según lo que acabamos de decir que dice Ezequiel. Y lo propio había de ser de los ojos, la lengua y los demás sentidos…
c. Dos dificultades
Ahora dos dificultades se me ofrecen sobre este lugar de los Cantares al propósito de lo que vamos hablando. La primera: ¿Cómo el esposo dice a su esposa que es huerto cerrado y fuente sellada?, ¿por qué no hizo comparación de otras cosas, pues las había de mayor precio que huerto y fuente? Pues pudiera llamarla, como Cristo dice en su parábola, tesoro escondido (Mt 13,44), o montón de trigo cercado de lirios. Y ¿por qué, cuando este propio esposo la llama montón de trigo, le echa la cerca de lirios[54] y, cuando la llama huerto y fuente, le echa cerradura y sella? ¿Es, por ventura, de menos estima el tesoro que el huerto y el montón de trigo que la fuente?
La segunda dificultad es por qué habiéndole dicho el esposo a la esposa que es huerto cerrado y fuente sellada le convida a comer y a que coma fruto de sus manzanos y no le convida a beber de la fuente sellada y cerrada. ¿Por ventura es por lo que acá dice el español: que no se puede convidar con agua? ¿O porque, habiendo el esposo entrado un día a su querida en sus bodegas, le dio a beber rico vino añejo de ordenada caridad[55], y ella se afrenta de convidarlo a le dar agua? Paréceme que esa no es razón, porque convidando a comer se ha dar de beber y, si no bebe vino el convidado, no es afrenta dar agua; y si el que convida no tiene vino, bien es suplida la falta con agua. Y mas, que no sería mala, pues es fuente sellada; que sólo se cierra y sella la fuente cuya agua es de estima y valor. Y así no me parece inconveniente esta esposa, convidando a manzanas a su huerto, convidara a beber de su fuente cerrada. Si no es que, como acá se dice, que tras fruta no se ha de beber agua, y así no quiso convidar con ella. Tampoco esto me convence, porque si no se había de beber agua fuera bien estuviera proveída de buen vino. Veamos qué misterio tiene esto.
d. Respuesta a la 1ra. dificultad
A la primera dificultad –por qué más, habiendo de echar sello y cerraduras a su esposa, la llama huerto y fuente que tesoro o montón de trigo o otra cosa que hay de grande estima y valor— digo que cosa no hay de tanto peligro como estas dos cosas, huerto y fuente.
Huerto que con su fruta está convidando a chicos y a grandes que entren dentro, unos a recoger fruta, otros a comerla y otros a recrearse; y no hay pasajero, por prisa que lleve a su camino y viaje, que no dé gana de entrar un ratillo, enviar al criado por fruta y algo de lo que el tal huerto tiene, ni hay pastor que no quiera y desee tirar el cayado y apalear el arbolillo, ni muchacho que no guste de apedrearlo. Pues cosa que tanto peligro tiene, cerrarlo, guardarlo. Y más, que es huerto de manzanas que, sin verlas, ellas se descubren y muestran y dan a conocer, convidan, incitan y despiertan el gusto para las haber de comer. Pues cosa de tanto peligro, cerrarlo, taparlo y guardarlo. Mas, tendrá el otro en el campo cosas de grande estima y lo dejará abierto y sin guarda; y tendrá un huertecillo y le echará tres o cuatro tapias en alto y su buena cerradura. La razón de ello es porque las cosas de estima cualquier persona hace escrúpulo de tomarlas contra la voluntad de su dueño; y si ve un manzano, una higuera o huerto, repara en cosechas unas pocas de manzanas.
¡Ah!, si esto pasa –dice el esposo— bien será, esposa mía, que remediemos y nos aseguremos de tantos peligros haciéndole cerca de nuestro huerto. Que el tesoro no hay que echarle cerraduras, que ése está debajo la tierra y no se topa tan presto; ni hay tantos que lo busquen, porque les ha de costar trabajo el buscarlo y el hallarlo, porque no se parece ni tiene olor por donde se pueda rastrear. Y el montón de trigo tiene valor y no habrá quien se atreva a hurtarlo, aunque la cerca sea de rosas ni lirios, pero estas otras cosas, como son de menos valor, no se repara en agarrarlas. Y yo –dice el esposo— que no sólo tengo de mirar por la hacienda de mi esposa, que tiene valor como lo tiene el tesoro escondiéndolo, pero por las cosas muy livianas, como son las cosas de poca consideración, como son unas pocas de manzanas que con pequeño o ningún escrúpulo se toman. Que es decir que en su esposa no sólo quiere escondidos los pensamientos sepultándolos en lo escondido de su corazón, ni solas las obras escondidas de suerte que no sepa la mano izquierda lo que hace la derecha[56], pero las palabras, que son fruta de poca consideración, el mirar y escuchar, que es como fruta de manzano, que ellas propias se descubren y convidan a los pasajeros que escuchen y oigan y con los ojos están convidando y hablando a que se esperen y detengan, ya que por ser estas cosas más agradables, ya por ser cosas en que poco se reparan y menos escrúpulo se hace. Por eso, habiendo de venir el esposo a casa, es bien que se eche cerca y cierren y guarden los manzanos, que son las palabras y demás [distracciones como enseñó Jesús: Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada (Lc 10,41-42)], de suerte que, seamos huerto y jardín cerrado.
Llamó también a su esposa fuente cerrada, porque también tiene grandes peligros: enturbiase y echase a perder con grande facilidad una fuente clara y dulce, y cuanto es de valor y estima para una ciudad, tanto es despreciada y de poca estima para la gente común, pues por experiencia vemos el cuidado que una ciudad tiene en guardar y cerrar cosas semejantes y, por el contrario, el destruirla y perderla los particulares, pareciéndoles que es agua que poco importa, importando mucho, que se ha visto muchas ciudades destruirse y acabarse por falta de agua o por no ser tal cual conviene. Y así, considerando su esposo a su querida como el agua –que así llamó la otra mujer [de Tecoa] a David: Oh rey mi señor,… Todos hemos de morir; como el agua que se derrama en tierra no se vuelve a recoger… (2Sa 14,9.14)—; somos como el agua, que nos corremos y con facilidad nos perdemos, desestimamos, vertemos, enturbiamos y ensuciamos, no reparando en lo que tanto vale y Dios estima. Pues considerando Su Majestad este valor de un alma, de sus palabras, de su mirar y pensar –que en el hombre todo esto corre como el agua—, no se contentó con cerrar, sino que también le echó sello, llamando a su esposa fuente sellada, como cosa que es el sello, que promete más seguridad. Pues sobre la cerradura el sello asegura de que nadie se atreva a falsear la llave, pues en el tal serían dos delitos: quitar el sello y abrir la cerradura.
¡Oh buen Dios, y qué bien se echa de ver la estima que haces de un alma y de sus cosas! Pues las cosas que ella no guarda, las que ella derrama y vierte como el agua —no reparando en que sus palabras y mirar corre y se enturbie y llegue el ganado que guarda el mundo a beber a esta fuente, aprovechándose todos de sus palabras, trato y conversación y las demás cosas acerca de que ejercita sus potencias y sentidos— tú, Señor, estimas estas cosas tan desestimadas del alma, que en tu esposa y en la persona que de veras quiere ser tuya, la cierras y sellas, de suerte que nadie pueda falsear semejante cerradura, porque, si estos pensamientos de quien muchas veces el hombre no hace caso se enturbiasen y sus palabras, etc., bastante sería para que se destruyese toda el alma a quien Dios ha edificado como ciudad suya.
Uso es de guerra, y en la Sagrada Escritura se lee[57] haber tomado, ocupado y apoderado de muchas ciudades por haberles quebrado los conductos por donde va guiada el agua a la tal ciudad. Y así, si a estos tales ciudadanos les fuera posible cerrar y cercar el camino que aquella agua llevaba, es cierto lo hicieran, aunque les costara grandísimo trabajo, pues es cierto que del corazón, como dice Cristo[58], salen como de fuente pensamientos, palabras y obras. Pues ¿qué hace el demonio? Sabe que cuando estos manantiales van bien guiados y suben según la rectitud de la razón al entendimiento, memoria y voluntad, sustentan el alma. Procura quebrar estos conductos y caños para que no suban estos pensamientos a Dios, sino que, vertidos por esos campos, se vayan tras las criaturas y, ocupados en ellas, el alma muera de sed. Pues, viendo esto nuestro celestial esposo –que el alma y el hombre, en cuanto agua y fuente, tiene tantos peligros— echóle cerradura y sello para que ni una palabra hable que no vaya bien ordenada. Y el alma, cuando se ve en este dichoso estado, convida a su esposo que venga a su huerto a recoger fruta…
e. Respuesta a la 2da. dificultad
A la segunda dificultad… preguntamos la causa por qué, siendo la esposa huerto cerrado y fuente sellada, que así la llama el esposo, no convida a su esposo a beber de la fuente, pues lo convida a comer fruta del huerto. Digo que pudo ser porque en las manzanas hay comida y hay bebida, pues sabemos en muchas tierras hacen vino que llaman sidra de manzanas, y pudo ser que la esposa, diciéndole tomase manzanas, le dijese tomase recado para comer y beber, para hacer de ellas plato y copa, dando a entender que en esto se diferencian las obras de los buenos a las de los hipócritas. Que las obras de los hipócritas, como solo dan lo exterior, no conformando con ello lo interior, son obras secas y sin jugo de santos y buenos pensamientos y recta intención. Pero las obras del alma santa y esposa de Cristo, en ellas hay comida de actos exteriores y hay bebida de santos y buenos pensamientos.
Digo, lo segundo, que convidarlo a que tome manzanas y no a que beba fue una admirable y ina sabiduría, porque en esto se diferencia la fruta de los manzanos al agua que corre de la fuente: que la fruta está encima de la tierra y no se puede comunicar por vías secretas, como el agua, que, por los mineros y entrañas de la tierra, sin que nadie la vea, camina muchas leguas y se os entra en vuestra casa y rompe la tierra en vuestro jardín y, sin que nadie la vea, se os aparece en la parte escondida que vos queréis.
No es nuevo llamar a las obras del hombre la Escritura «fruto», pues dice Cristo: Por los frutos los conoceréis (Mt 7,16). De donde dijo dos cosas a nuestro propósito: llamar a las obras frutos y decir que son frutos que se ven, que no se pueden tapar ni encubrir, pues por ellas se da cada uno a conocer. Pues estas obras que están por de fuera –dice la esposa a su esposo– atento que tienen tanto peligro de los ojos de los hombres, que porque no se las roben y hurten, que venga el y las tome y ponga en seguro; que los pensamientos, que son como el agua, que por mineros secretos sin que ladrones los puedan robar ni hurtar con su soberana y ina ayuda, ella procurara dar con ellos en los cuartos para retirarse, jardines y casas, que es donde Dios está. Y así, no es mucho que convide a que haga obras y que los pensamientos que se están escondidos a estos peligros que corran y se vayan ellos por esas vías secretas a donde está Dios merendando y comiendo las santas obras que la tal alma hace.
f. Debemos tomar conciencia de la importancia de estas enseñanzas
Ojala acabásemos de considerar esta doctrina y viésemos los peligros a que están sujetos nuestros frutos, para pedirle a Dios él venga a tomarlos y llevarlos, teniendo nosotros cuidado, con su ayuda, de estar siempre derramando nuestros pensamientos y guiándolos sin que nadie lo sepa y entienda donde Su Majestad está… Que no… haya tantas puertas abiertas que, entrando quien quisiere, todo se nos vuelva trulla[59] y, no reparando en que el dueño de este huerto tiene puesto su gusto en estas manzanas, pareciéndoles es fruta de poca importancia, quiera cualquier pasajero echarle mano y desfrutarnos nuestro jardín; y estando cerrado, la fruta será comida y bebida secreta, pues también esta sellada la fuente, y quedaran obras y pensamientos secretos… para sólo Dios[60].
C. En el Magisterio de la Iglesia[61]
No se puede omitir evocar aquí a la beata Virgen María, que acogió en sí al Verbo de Dios, y «plena de fe concibió primero a Cristo en su espíritu que en su seno»[62]. Huerto cerrado, fuente sellada, puerta cerrada (cf. Ct 4,12; Ez 44,1-2), esa es «en la fe y en la caridad figura y excelentísimo modelo» de la Iglesia[63]. La Virgen Santísima es también ejemplo eminente de la vida contemplativa…
……
Ésta es la hermosa invitación que Dios nos hace a cada uno de nosotros: ¡Ser Huerto cerrado impenetrables al mal! y ¡Ser Fuente sellada imposible de ser ensuciada! cada uno según su propia vocación. De modo que Dios se encuentre en nuestro interior como en el Paraíso, como en el Jardín del Edén. O sea, es la invitación personal de Dios llamándonos a la santidad propia de hijos de Él.
[1] Cit. por Fillion, o.c., 596.
[2] Seguimos libremente a Laurentino María Herrán, Mariología Poética Española, (BAC; Madrid 1988) 301-336.
[3] G. Berceo, Los Milagros de Nuestra Señora, Introducción, 30.
[4] Así lo cuenta el Génesis: «Yahvé Dios planto un jardín en Edén al oriente y allí colocó al hombre que había modelado» (Gen 1,8), trad. de la Biblia de Jerusalén, que añade en notas: “jardín” es traducido por ‘paraíso’ en la versión griega y después en toda la tradición. ‘Edén’ es un nombre geográfico que se escapa a toda localización y ha podido en un principio significar ‘estepa’: el Paraíso se representa así como un oasis en el desierto oriental”.
[5] Gregorio del Río, Cancionero del Castillo (Sevilla 1535) 166.
[6] Juan de Silva de Guzmán, “Suplemento al Cancionero General del Castillo”, n.191, 164. Aunque la alusión mitológica no sea del todo oportuna (no olvidemos que estamos en pleno Renacimiento), el versificador intenta ponderar la belleza de María, el Paraíso de Dios, afirmando que Dios se veía retratado en él, tanto que al verse tan hermoso en su mismo Paraíso, era un nuevo Narciso de su propia imagen.
[7] Elisio de Medinilla, Limpia Concepción de la Virgen Señora nuestra, f.22.
[8] Ramillete de flores de retama, 184.
[9] Liras a Nuestra Señora, 158. «Menos un punto», o sea, la diferencia infinita que va de la creatura al Creador.
[10] Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 56.
[11] Bocangél y Unzueta, Obras, 383.
[12] Pastores de Belén II, 1229.
[13] P. de Padilla, Jardín espiritual, 15.
[14] Se atesoraron.
[15] Elisio de Mendinilla, f.21v.
[16] Nieva y Calvo, La mejor mujer, IV, f.64v.
[17] Lope de Vega, o.c., III, 1296.
[18] Horas de Nostra Dona, 1054: “Es el pecado que más desagrada
a Nuestra Señora, que es palacio
de virginidad y olor
que sale de una blanca flor de amor…”.
[19] «Nuestra Señora es bella y flor blanca de virginidad. Tú, Madre Virgen, eres la esposa, modelo de virginidad para las vírgenes y de castidad para las que se han unido en matrimonio…».
[20] Fernán Pérez de Guzmán, A la singular virginidad de Nuestra Señora, 705.
[21] Fernán Pérez de Guzmán, o.c., 705.
[22] Obras poéticas, 154-155:
«Rosa gentil, fundada por tal razón,
que el olor de mal no puede tener ocasión.
Rosa sin par, virgen y Madre de Dios
Única eres, pues así os hizo el eterno.
Joya sin par sois Vos, Madre de Dios,
diamante fino que hizo el eterno».
[23] Cancionero espiritual, 40-41.
[24] Recordemos la teología de los dones y frutos del Espíritu Santo que desarrolla Santo Tomás de Aquino: según esta teología, los dones influyen y movilizan las virtudes. Así, por ejemplo, el del entendimiento, ciencia y sabiduría agudizan las facultades humanas para el conocimiento de Dios y suPalabra revelada; y establecen una relación entre continencia – castidad y el conocimiento, aún humano, cuando en el lujurioso llega a embotársele el mismo entendimiento natural.
[25] Nieva y Calvo, o.c.; alusión a Ct 2,16.
[26] Valieso, 144.
[27] Canción Popular, citada por Pablo Schneider, La Virgen María en la Poesía (Buenos Aires 41964) 238.
[28] Epopeya mariano-concepcionista, XVII, 8.9, 421. Es hermoso considerar la ternura del Verbo.
[29] Antonio Zorrilla de San Martín, cit. por Pablo Schneider, op.cit., 543-544.
[30] A. Calcagno, cit. Pablo Schneider, op.cit., 546.
[31] Llibre de les dones, 165.
[32] Jesús infant, 518-519 :
«Jesús: Qué hermosa sois, Él dice, qué hermosa,
del mayo eterno la Rosa!
vuestros ojos han herido mi alma.
María: Esta hermosura Vos me la dísteis
Hijo mío, quando me mirásteis,
Oh sol, que hace brotar cada flor.
Estaba el Rey en su reclinatorio
Y desde el jarrón de evorio (marfil)
dejó sentir mi nardo su olor.
Jesús: Vos sois Jardín Cerrado, fuente sellada,
Oh Madre mía amada;
Vuestras plantas son de paraíso
aloé, canela y dulces manzanas,
de aromas arábicas,
suave respiro del Líbano feliz».
[33] Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 56.
[34] Fray P. de Padilla, Grandezas y excelencias de la Virgen Nuestra Señora, 6-7.
[35] Suplemento al Cancionero General de Castillo, 191, 164.
[36] Lope de Vega, Rimas sacras, LVI, 216.
[37] La Madre de lo mejor, 213.
[38] Lope de Vega, El nombre de Jesús, 164.
[39] Nieva y Calvo, o.c., VII, f.113v.
[40] Sor Juana Inés de la Cruz, Villancicos 256 (Jácara) 68.
[41] Retablo de Navidad, De cuán graciosa y apacible era la belleza de la Virgen nuestra Señora, Seix Barral; Cit. por Herrán, 320.
[42] Retratarla.
[43] El nombre de Jesús, o.c.
[44] Obras completas. Audi, filia, (BAC; Madrid 2000) I, 444-445.
[45] Agrega en un párrafo semejante en p. 663.
[46] Ibid, t. II, 96-97.
[47] San Juan Bautista de la Concepción, Obras completas (BAC; Madrid 1999) III, 536-542.
[48] Ct. 4,12
[49] Sal 72,25-26: «quid enim mihi est in caelo et a te quid volui super terram defecit caro mea et cor meum Deus cordis mei et pars mea Deus in aeternum» (Vg).
[50] Sal 21,15 : «sicut aqua effusus sum et dispersa … factum est cor meum tamquam cera liquescens in medio ventris mei» (Vg).
[51] …por lo menos para…
[52] Natural, evidente.
[53] Cfr. Ez 46,2.8.12.
[54] Cfr. Ct 7,3.
[55] Cfr. Ct 2,4.
[56] Cfr. Mt 6,3.
[57] Cfr. Jdt 7,11 (Vg).
[58] Cfr. Mt 15,9.
[59] Es decir, bulla, gritería.
[60] Ver también San Juan Bautista de la Concepción, Obras completas, BAC 1999, t. I, 693-4.
[61] Instr. Venite seorsum, Enchiridium della Vita Consacrata (Ancora 2001) 2143.
[62] San Agustín, Serm. 215, 4.
[63] Concilio Vaticano II, Lumen gentium.