+ Panevezys: Con nuestro inefable cicerone, el P. Vytautas, partimos hacia Panevezys la más grande ciudad de la región noreste de Lituania. Allí hablamos con el Señor Obispo quien nos pidió sacerdotes y a quien pensamos que podremos ayudar pastoralmente.
+ Kriziu kalnas – Colina de las Cruces: Queda unos 13 km. Al noreste de la ciudad de Šiauliai, a la derecha de la calle A12, y es el motivo principal de una visita a Šiauliai (pronunciar Shaulay): anunciada por puestos de artículos religiosos (sobre todo cruces, naturalmente) en todos los materiales posibles, se presenta a los visitantes una modesta altura sobre la cual se amontonan una sobre otra, en una selva impresionante, miles de cruces, clavadas sobre el terreno o colgadas a las más grandes; en el ensanche enfrente a la colina está la gran cruz de leño con Cristo de bronce, donada por Juan Pablo II en ocasión de su visita a la colina, el 7 de septiembre de 1993. La tradición de poner cruces en este sitio se remonta al resurgimiento nacional y a las revueltas antizaristas de la segunda mitad del siglo XIX. En época soviética las cruces simbolizaban la resistencia lituana; por esto la colina era regularmente allanada con topadoras por las autoridades, para resurgir sin embargo, aún más alta. Hoy el lugar todavía es meta de devotas peregrinaciones[1].
El promontorio Jugaiciai (Domantai), cerca de la autopista Šiauliai-Riga. La gente local se refiere a ella como la Colina de las Oraciones, de las Súplicas, Castillo, Šventakalnis y Pilius. El promontorio es oblongo, con una altura de 8 a 10 m. y rodeado por una banquina. Las laderas del promontorio son empinadas, la cima es oval, con forma de montura, de 25 m. de largo y 20 m. de ancho.
Se cree que una vez hubo un castillo allí, llamado Kule o Kulan, que fue incendiado junto con otros tres castillos por los
Espadachines en 1348. Muy probablemente, el nombre del castillo viene del nombre del río Kulpe, que corre cercano.
Las cruces son mencionadas por primera vez en crónicas en 1850, aunque más a menudo su aparición está relacionada con la supresión de la rebelión de 1831 y las represiones. Así le fue dicho al famoso historiador L. Krzywicki a fines del siglo XIX por la gente local.
En aquel tiempo había 130 cruces y una capilla de ladrillos en la colina. Hay muchas leyendas sobre la Colina de las Cruces.
A principios del siglo XX, la Colina de las Cruces era ya un sitio muy conocido; además de visitas de mucha gente, era lugar de Misas y festivales religiosos. El gobierno soviético consideró la Colina y sus cruces como un símbolo muy dañino y hostil. En 1961, por esta razón, comenzaron a destruir la Colina y sus cruces con bulldozer. Las cruces de madera eran quemadas, las de metal usadas como chatarra y las de piedra y cemento, enterradas. El período del «ateísmo Bulldozer», como fue llamado, duró casi veinte años. La Colina era custodiada por el ejército soviético y por la KGB. Incluso planearon inundar el territorio, dejando la Colina de las Cruces como una isla inalcanzable. Pero cada vez que la Colina era demolida (cuatro veces en total), las cruces reaparecían.
En 1988, con el fresco viento del revivir, la Colina de las Cruces ganó un status diferente: se convirtió en un fenómeno tanto lituano, como mundial. Hoy hay más de 50.000 cruces, imágenes, cuadros de santos, y mástiles con estatuillas, muchos adornados con numerosos rosarios. La Colina está decorada con bellísimas cruces ornamentadas. Cada cruz tiene su propia historia.
La Colina de las Cruces nunca está sola. Gente de todos los credos y nacionalidades visitan la colina para encontrar paz, meditar y ser escuchados por Dios. En diversas ocasiones se celebra la Misa, y se puede oír el sonido de la música sacra.
Según S. Emcia. Revma., el Cardenal Vincentas Sladkevicius, «estas cruces son nuestra comunicación con el Señor, nuestra oración y nuestra gratitud a Dios Todopoderoso, como un corazón de Lituania, abierto a las Alturas».
El espíritu de Lituania del norte, los problemas de la gente, su esperanza y su fe, se refleja en la Colina de las Cruces, un verdadero santuario de espíritu y un monumento histórico cultural único. La Colina de las Cruces es un vivo y silente testigo de guerras, ocupaciones, exilios, represiones y otros desastres. Cuando sea que se lo visita, sea verano o invierno, en día soleado o lluvioso, al amanecer o bajo la luz de la luna, la Colina de las Cruces deja una inolvidable impresión, muestra nuevos tintes y revela inesperados rasgos.
Los destinos de la tierra y de su gente, naciones y naturaleza, aparecen combinados en un poderoso himno, lleno de esperanza y al mismo tiempo de advertencia sobre posibles peligros. La Colina de las Cruces, es un monumento a la existencia y fe de la gente. Los diversos aunque armoniosos sonidos hacen eco a las palabras de amor y respeto dichas por Juan Pablo II, el 1º de julio de 1990 en la Capilla de San Casimiro, en Roma: «El pueblo, que con tanta constancia y tan fervorosamente se dirige en peregrinación a esa Colina para plantar allí las cruces, es el mismo pueblo que cree en la vida»[2]. Y lo que una vez era milagroso e increíble, ha sucedido: luego de largas décadas de ocupación, Lituania ha reconquistado su libertad e independencia. La nación comenzó a buscar su renacimiento con dificultades, pero persiguió su objetivo muy persistentemente. Luego de tres años, el 7 de setiembre de 1993, un huésped honorable, el Papa, finalmente visitó la Colina de las Cruces. Aquí, en el Gólgota lituano, cientos de miles de personas, viniendo de diferentes países, han sentido la majestuosa e indefinible paz y bendición de Dios.
De aquí, el Papa bendijo toda la gente de Lituania y toda la Europa cristiana. Un año después, la Colina de las Cruces recibió un valioso regalo del Papa, un crucifijo. La mirada del Cristo nos habla de pensar en los misterios y en el sentido de la Cruz. En el pasado, en el presente y futuro, la Cruz seguirá siendo parte de la vida del hombre.
«Ave crux!», «¡Bienvenida, Cruz!». No un símbolo de dolor y muerte, sino un símbolo de fe, amor y sacrificio!»[3].
Comenta un autor: «En esos lugares la gente sufrió enormemente durante las represiones masivas. Entre 1941-1952, muchos fueron exiliados a Siberia; varios poblados quedaron desiertos. En 1956 la gente comenzó a retornar a sus lugares nativos. Nuevas cruces aparecieron en la Colina, en memoria de las insoportables torturas y de aquellos que murieron, también como signo de gratitud por el regreso. La Colina de las Cruces con sus emocionantes inscripciones, se convirtió en una especie de manuscrito de la vida de la gente. La Colina de las Cruces fue abiertamente antagonista a la ideología soviética. Todos los esfuerzos por limpiar las inscripciones fallaron; en lugar de las palabras quitadas, aparecían nuevas.
En la primavera de 1961, el gobierno decidió terminar con la Colina de las Cruces de una vez por todas. Pasaron bulldozer… pero no ayudó: nuevas cruces aparecían durante la noche, al principio pequeñas, pero gradualmente mayores y mayores aún. Estalló una verdadera guerra de cruces. Hubo varios intentos de devastar la Colina. Los bulldozer, como el ateísmo, prosperaron por diez años. Hubo incluso un proyecto de anegar el lugar… Pero todo fue en vano y en 1985 la Colina fue dejada en paz. Finalmente en 1988, el año del renacimiento, una verdadera paz vino sobre este lugar santo.
La Colina de la Cruces es por muchas razones, un fenómeno muy significativo. Primero de todo es un monumento histórico, una de las 600 colinas lituanas. Pero la abundancia de cruces artísticas y objetos religiosos la hacen un objeto de arte folklórico.
El número de cruces es tremendo… y cada día su número aumenta.
La Colina de las Cruces es un lugar único, que revela el alma de los lituanos… La Colina de las Cruces es un monumento a la existencia humana, es un recuerdo del pasado y un sueño del futuro»[4].
Y más adelante: «La Colina de las Cruces es un Gólgota lituano. Una y otra vez nuestra memoria vuelve al período de la ocupación bolchevique. Los emigrantes lituanos y los deportados, dispersados en el oeste y en el este, como descastados del cielo, con lágrimas en sus ojos, gran dolor en sus corazones, llevaron consigo sus canciones, costumbres y artesanías, signos de las cuales pueden ser encontrados en muchas partes del mundo. Algunos de ellos fueron deportados, torturados y perseguidos por sus firmes creencias de la Iglesia cristiana. Su piedad lejos de su patria y en la Lituania comunista, era una espontánea forma de resistencia espiritual: portando cruces cristianas en sus hombros, y clavándolas (poniéndolas) en la Colina de las Cruces, fe fuerte en el sacrificio del Señor, oraciones, súplicas solemnes y dolorosos suspiros… pero el milagro se hizo realidad. Renacimiento, libertad e independencia fueron la gracia del Señor… Cuando el sufrimiento es insoportablemente difícil, ¡Anda a la Colina de la Cruces!»[5].
Después de estar allí escribí:
«La Colina de las Cruces
Hoy escuché gemir el bosque de cruces bajo el gélido viento del otoño lituano.
Miles de cruces, grandes y pequeñas, rústicas y artísticas, coronadas con otros miles de rosarios.
Miles de copos de blanca nieve inmaculada flotaban sobre ellos y les daban, aun, un sentido más sobrenatural.
El bosque de cruces y la catarata de copos se fundían como en uno. Como los bosques de abetos, pinos, abedules, arces,
cipreses y grandes robles con guirnaldas de plata a la vera del camino.
Así como la Cruz de Cristo lava con su Sangre inmaculada,
miles y miles de almas, que quedan puras.
Esta es tu misión, sacerdote.
Hacer que la Sangre viva de Cristo lave las almas de tus hermanos y los fortalezca su Cuerpo blanco.
Debes ser como las manos de blanca plata, entrecruzadas, de la Virgen de Šiluva, que cubren a sus hijos como un techo: ¡Así debes ser tu, sacerdote!
Šiluva, viernes 8 de noviembre de 2002»
+ Tytuvenai: En la aldea, a 57 km. al sur de Šiauliai, por la calle A9 y 148, al centro de Tytuvenu regioninis parkas, surge un complejo arquitectónico de relieve, constituido por la iglesia (1614-1639) y por el contemporáneo monasterio de los Bernardinos (franciscanos). La iglesia originariamente era de estilo renacentista con elementos góticos; en 1759-1771 la fachada fue barroquizada con el agregado de dos torres en cuatro órdenes. El interior es precioso por los numerosos altares y por el decoro renacentista y barroco. El monasterio, que conserva el estilo renacentista, surge alrededor de un pequeño claustro interno; las paredes del pórtico están decoradas por frescos[6].
+ Siluva: Muy grande es la piedad mariana de Lituania. Esto se debe no solamente a la famosa pintura de la Santísima Virgen María en la Puerta de la Aurora, sino a muchas otras advocaciones. Un extraordinario lugar es el municipio de Šiluva en Zemaitija, donde en 1608 tuvo lugar la primer aparición de la Virgen en Europa en época reciente. (La segunda en el mundo. La primera fue en Guadalupe, México.) Donde una piedra recibió sus huellas y una capilla ha sido construida en el sitio real (1924). Que también visitó el Papa Juan Pablo II.
+ Ámbar, el oro del Báltico
Ninguno regresa de uno de los países puestos sobre la «vía del ámbar» sin un pedacito de esta resina (mejor si está ennoblecida por alguna inclusión) comprada en un negocio o en uno de los innumerables puestos de los mercados lituanos o letones. Del mundo misterioso fosilizado en el ámbar, Michael Crichton ha tomado el punto inicial para su Jurassic Park, la novela de fantaciencia que al inicio de los años 90 ha desencadenado una verdadera y propia manía. Los yacimientos de ámbar de la costa del Báltico, los más ricos de Europa, se han formado en el Eoceno (45/50 millones de años atrás), en los depósitos aluviales de ríos que provenían de la Fenoscandia, en aquel tiempo cubierta por un espeso manto forestal de coníferas. Los lituanos prefieren pensar que el ámbar proviene del palacio de la reina del mar, mandado en pedazos por Perkunas, el dios del trueno, como castigo por haber amado a un pobre pescador. He ahí orqué no es raro, después de una tempestad desencadenada por la ira de Perkunas, encontrar pedazos de ámbar sobre las playas de las costas lituanas, especialmente en la península de Neringa y en Palanga. Procurarse un pedacito en este modo es muy fatigoso, pero aúna al pueblo que Tácito llamó «recolectores de ámbar»[7].
[1] TOURING CLUB ITALIANO, Finlandia. Paesi Baltici. Guide Verdi d’Europa, Milano 2002, 153.
[2] JUAN PABLO II, «Que Jesús crucificado abrevie los días de la dura prueba», El Papa en el Pontificio Colegio Lituano, OR, 15/07/1990, 4.
[3] HUBERTAS SMILGYS, Kriziu kalnas, Šiauliai 2000, 9-10.
[4] ALEKSANDRAS OSTASENKOVASM, Kriziu kalnas, Kaunas, cf. el artículo de Vytemis Rimkus.
[5] ALEKSANDRAS OSTASENKOVASM, Kriziu kalnas, Kaunas, cf. el artículo de Dalia Striogaite.
[6] Cf. TOURING CLUB ITALIANO, Finlandia. Paesi Baltici. Guide…, 154.
[7] Cf. TOURING CLUB ITALIANO, Finlandia. Paesi Baltici. Guide…, 154.