obra de arte

La obra de arte más sublime

La obra de arte, la belleza, tiene una secreta luz interior.

El que capta esa secreta luz interior es el artista.

Sólo a él le ha dado sentir más profundamente que a los demás, la armonía del mundo y el poder comunicárselo agudamente a los demás.

Desde siempre que hay arte.

En la mañana de la humanidad lo recibimos de unas Manos que no tuvimos tiempo de ver.

«La belleza salvará al mundo», dijo Fiedor Mijaílovich Dostoievski.

Hay una particularidad en la esencia de lo bello, una singularidad en la substancia del arte.

La auténtica obra de arte es totalmente irrefutable, e incluso subyuga al corazón que se opone a ella: los Salmos, la cúpula de Bruneleschi, la de Miguel Ángel, el entierro del Conde Orgaz del Greco, la Última Cena de Dalí, la mezquita de Omar, la columnata de Bernini, la Catedral de Chartres, el transparente de Toledo, el Sanctus de la Misa de Angelis, el Pórtico de la Gloria en Santiago de Compostela, la Saint Chapelle, el Requiem de Mozart.

La obra de arte lleva su verificación en sí.

Son obras que nacen de la verdad y nos la presentan auténticamente viva, se adueñan de nosotros, nos hacen comulgar profundamente con ellas.

Y nadie, nunca, ni siquiera a través de los siglos, podrá refutarla.

La verdad: obra de arte, por su armonía intrínseca, produce en nuestra alma un doble movimiento, hacia el pasado, y hacia el futuro: nostalgia, esperanza.

En estos tiempos: verdad obnubilada, bien escarnecido.

La belleza salvará al mundo…, la suma belleza es la caridad de Cristo… Don Orione, San Vicente de Paul, San Maximiliano Kolbe, la Madre Teresa.

La belleza siempre venció a la mentira, y siempre vence.

¡Visiblemente, irrefutablemente, para todos!

La mentira, el mal, puede sostenerse frente muchas cosas en el mundo, pero nunca frente al Arte, a la belleza.

Un campesino en la Revolución Francesa, cuando derribaban los campanarios porque emergían por su altitud sobre las casas y eso iba contra la «igualdad»: «Podrán destruir todos los campanarios del mundo, pero no podrán derribar las estrellas del cielo, y mientras haya estrellas en el cielo, podré deletrear el nombre de Dios a mis hijos».

¡No participemos de la mentira, no apoyemos las acciones falsas! Venzamos a la mentira, con la verdadera belleza.

La Misa que es la que formó las bellas almas de todos los santos, porque la Misa  es bellísima:

  • Materia y forma.
  • Pan y vino.
  • Comida sólida y bebida líquida.
  • Color: blanco nieve y sangre rojo fuego.
  • El signo principal: un pan y un cáliz.
  • Forma: Cuerpo entregado, Sangre derramada.
  • Fin del sacrificio: «para el perdón de los pecados».
  • Separada sacramentalmente, la Sangre del Cuerpo, porque hubo y se hace memorial de una tragedia: ¡La muerte de un inocente!
  • Presencia substancial, en especie ajena.
  • Al comulgar: no se transforma Cristo en nosotros, por el contrario, nosotros nos transformamos en Cristo.
  • Causa la unidad de la Iglesia: «Porque uno solo es el pan, aun siendo muchos, un solo cuerpo somos, pues todos participamos del mismo pan» (1Co 10,17).
  • Acción: ex opere operato… miserias del ministro.
  • Existe en el cambio, una selección, que implica una penetración extraordinaria, sólo se transforma la sustancia, no los accidentes.
  • Cambio, que es, al mismo tiempo, tan absoluto: Cambia toda la sustancia del pan; y tan discriminativo: no cambia nada de los accidentes.
  • Accidentes que quedan sin sujeto de inhesión.
  • La misión: Ite, Missa est.