Misionero

Misionero sin fronteras

Homilía del P. Carlos Miguel Buela para 1a primera Misa del P. Hugo Alaniz, el día 23-12-96 en Santa Rosa de Conlara (San Luis- Argentina).

Hoy nos hacemos varias preguntas: ¿por qué el Señor, por qué Dios eligió a Hugo para ser sacerdote?; ¿por qué de entre tantos jóvenes de aquí, de Santa Rosa de Conlara, de entre tantas familias, ha puesto sus ojos sobre Hugo; lo amó, lo eligió y lo destinó para ser sacerdote?

Algunos dicen que no se sabe por qué, pero yo creo que la respuesta es muy fácil: Dios es Dios y es infinitamente libre y elige a quien quiere y elige cuando quiere y elige como quiere y elige para destinarlo a lo que Él quiere. Por eso Dios, que es libérrimo, no tiene que rendir cuentas a nadie. Nadie es su consejero. Dios es infinitamente sabio y conoce absolutamente todo: conoce el número de gotas que tiene la lluvia y el número de granos de arena que tiene el mar, y por eso Él elige a quien quiere: porque Él es Dios. Es por eso que eligió a este joven -yo lo conocí casi de niño; siempre me llamó la atención cómo cantaba: tenía una voz muy linda, canora, muy afiatada y con mucho sentido. Dios buscó un joven así, rodeado de padres y madres tan buenos, de una familia tan hermosa, de tan buenos hermanos. Y dejar padre y madre, hermanos, por seguir el llamado (porque una vez de una manera imperceptible, de una manera misteriosa, pero real, en lo más profundo de su alma y de su corazón sintió esa llamada casi imperceptible, pero más poderosa que los portaaviones) del Señor Jesús que le decía: «Yo te quiero sacerdote, yo quiero que por amor a mí renuncies a padre, madre, hermanos, hijos, bienes, a formar una familia. Yo quiero que vos repitas las palabras que un día dije, pensando en vos también, en el cenáculo de Jerusalén: “Este es mi cuerpo…, esta es mi sangre”. Y pensando en vos también agregué aquellas palabras: “Haced esto en conmemoración mía”». Y es así de simple, no hay que buscar otras motivaciones -que las puede haber, porque de hecho las hay-: Dios se mueve a través de todas las mediaciones que nosotros podamos imaginar, pero en última instancia, es Él el que toca, el que llama, el que inspira.

Ciertamente que es un llamado que está rodeado de toda una serie de situaciones providenciales que Dios, en su infinita sabiduría, en su infinita bondad, fue cediendo para que un día Hugo pudiese celebrar la Santa Misa. Pienso, por ejemplo, en el Padre Alfredo Sáenz, él fue quien tuvo la idea, junto con otros, de hacer un seminario: el seminario de Paraná, en donde se educó el Padre «Nolo», párroco de Huguito. Una vez veníamos de La Toma, de mañana muy temprano, íbamos para el lado de Cura Brochero, por la ruta: «Y bueno, ¿qué nos falta ahora? ¡Nos falta ahora encontrar al “Nolo” haciendo dedo en la banquina!». Y dicho esto, al minuto: «Hay un cura ahí en la banquina», ¡y era el Padre «Nolo», que estaba haciendo dedo para acá! He mencionado al Padre «Nolo» en la Providencia de Dios; en este momento pienso, y puedo nombrar ahora al Padre Carlos Alberto Lojoya, quien quiso venir en su momento aquí a San Luis, dejando en Buenos Aires perspectivas tal vez más importantes desde el punto de vista humano, y sin embargo, gracias a él, ¡cuántos sacerdotes dio esta diócesis de San Luis a la Iglesia! Y todo esto, es Providencia infinita de Dios, quien dispuso todo para que luego Huguito pudiese formarse como Dios quiere, y llegar así a ser sacerdote del Señor.

Pero también hay otra pregunta: ¿por qué Dios eligió a Hugo para ser misionero? Podría haberlo elegido para estar en algún pueblo acá cerca, o en San Luis, o en el sur de la Provincia. Pero no: es así cómo Él, Dios, lo vio. Dios, así como lo tocó y lo llamó para ser sacerdote, también le dio la gracia de decirle «quiero que seas misionero».

¿Qué significa misionero? Quiere decir estar dispuesto a ir a cualquier parte de la tierra a donde sea necesaria la predicación del Evangelio y la celebración de la Eucaristía, a donde sea necesario poner en práctica el mandato del Señor: Id por todo del mundo y predicad el Evangelio. Id por todo el mundo, no solamente Santa Rosa de Conlara, no; no solamente la provincia de San Luis, no; no solamente la República Argentina, ni siquiera Latinoamérica. Lo dijo Jesucristo, y dijo: Id por todo el mundo. Y esto ciertamente implica, de parte de él, un sacrificio muy grande porque está alejado de sus seres queridos. Muchas veces se ha de acordar de ellos: todos los días y varias veces en el día, sobretodo en los momentos de dificultades y de peligro, y muchas veces se le anudará la garganta y tendrá que masticar lágrimas recordando con melancolía su tierra, sus familiares, sus amigos, nuestros cantos, nuestras sierras… Pero él tiene que ser fiel al llamado del Señor. El llamado del Señor es tal que pasa por sobre la carne y la sangre porque es algo de otro orden, es algo de orden sobrenatural, es algo en lo cual lo que está en juego es la gloria de Dios y la salvación de las almas, es por eso que también sus seres queridos participan de este sacrificio suyo, y deben así saber ofrecérselo al Señor para que el ministerio de él sea nuestro ejemplo.

Una tercera y última pregunta, pues hoy también tenemos que referirnos a este hecho: primero, Dios lo eligió para que sea sacerdote; segundo, Dios lo eligió para que sea misionero. Pero, tercero: misionero en un país árabe, misionero probablemente en Jordania, más concretamente en Mádaba. ¿Por qué dejar nuestra lengua tan hermosa, el español, para aprender una lengua más difícil como el árabe?; ¿por qué ir a ese lugar donde los cristianos están abandonándolo, y aún los mismos nacidos ahí, como por ejemplo, los palestinos, están emigrando?; ¿por qué ir a un lugar que es el polvorín del mundo, que cada dos por tres hay guerras, luchas y atentados?; ¿por qué Dios ha escogido un lugar donde está la posibilidad real del martirio?; ¿por qué? Porque Dios hace lo que quiere, Dios es el que elige, y elige y destina adonde Él quiere y cuando Él quiere y como Él quiere, porque es Dios. Y porque justamente él, un joven como el Padre Hugo, que es fuerte, robusto, estará allá haciendo lo que otros, tal vez, no podamos hacer. Estará allá, en el país de Jesús, en ese país hermosísimo, Tierra Santa -hoy día bañada en sangre-, pero donde nació el Salvador del mundo, donde predicó, donde hizo milagros, donde murió y resucitó, desde donde subió a los cielos, donde bajó el Espíritu Santo, donde eligió a los primeros, a los Apóstoles, a los Doce que fueron por el mundo predicando el Evangelio y donde todos dieron el supremo testimonio de derramar su sangre por Cristo, todos menos uno, Juan.

Y es necesario que haya jóvenes sacerdotes dispuestos a ser custodios de los lugares santos. Es necesario que haya jóvenes sacerdotes que tengan esa disposición, que es una disposición martirial. Él, probablemente, no va a conocer como acá, iglesias llenas de feligreses. Él, muy probablemente, no pueda conocer las misiones populares con todos sus frutos; va a estar en una posición de desventaja, pues la población cristiana es minoritaria y vive en una época de persecución debido a que los cristianos son considerados como de segunda clase; más aún, en una situación altamente conflictiva por razón del fundamentalismo musulmán. Pero: ¿quién, si no, cuidaría los lugares santos?; ¿quién, si no, mantendría la presencia mínima en esos lugares para que nuestros hermanos los católicos de todo el mundo puedan seguir peregrinando a la patria de Jesús? Por eso es que es necesario ese sacrificio del Padre Hugo.

Y ahora ciertamente que él se va, dejará su casa, sus familiares, sus amigos, para ir a un lugar donde es otra la cultura, otra la lengua, otra las costumbres, otras las maneras de vivir. Pero él volverá. Volverá en primer lugar en el corazón de todos los de Santa Rosa de Conlara, ya que él es un hijo privilegiado de este pueblo, es un hijo de este pueblo que retorna en con el recuerdo de su alegría, se hace el misionero de Cristo para anunciar la buena noticia de la Salvación a todos aquellos que todavía no la conocen; y por eso volverá con el recuerdo de cada uno y de un modo misterioso, pero real, con Jesucristo: ha de volver en todos, en los niños que nazcan en este pueblo, en cada bendición de la comida. Volverá sobre todo en cada Misa, porque allí, en cada Misa, en el corazón palpitante, en el corazón lleno de calor de Cristo Eucaristía, en el corazón de Jesús, sus familiares y sus amigos se van a encontrar con él, así como él cada día cuando transubstancia el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor ha de encontrar a sus familiares en el Corazón Eucarístico de Cristo. Ahora tenemos el «internet» y por eso estamos muy unidos, pero mucho antes de eso había un «internet» muy superior, que es el Corazón Eucarístico de Jesús.

Además de todo esto, quién podrá saber si este joven, Hugo, no hará famoso en toda la Cristiandad a este pueblo de Santa Rosa de Conlara. En este último viaje tuve la oportunidad de conocer algunos pueblos pequeños de los cuales surgieron grandes santos -algunos de ellos mártires-, que hoy en día son la gloria y corona de esos pueblos. Y si Dios le da larga vida, más adelante ocurrirá que vivirá en una casa, en una comunidad sacerdotal, con todos sus compañeros ya ancianos, todos tembleques y caminando despacito y con bastones, y no sé qué más, porque yo ya no estaré y algunos de ustedes tampoco; pero sí sé que los irán a saludar y entonces ellos les van a responder, les van a decir como me decían a mí cuando visité una casa de misioneros montfortianos en St-Laurent-sur-Sèvre (Francia): se presentaba cada uno y no daba su nombre, sino que decía así: «Misionero, treinta y cinco años en Vietnam», y una sonrisa en el rostro; otro viejito, al lado decía: «Misionero, cuarenta y tres años en las Islas Molucas». Ellos se presentaban así con el nombre definido: «Misionero», y el tiempo que habían estado en el país de misión, en la misión ad gentes. ¡Eran misioneros!

A pensar entonces cada uno en poner su cuota de responsabilidad para que siga siendo fuerte y creciente en ese anhelo del Señor de ir por todo el mundo para predicar el Evangelio. La Virgen nunca le faltará, el Señor siempre estará a su lado y Dios en su providencia misteriosa hará que todo en su vida suceda para su gloria.