España

Nunca nos fuimos

Palabras al final de la Misa de inauguración del Monasterio y Dedicación del Templo en Tenerife, el 1 de octubre de 2001.

Hoy es un día excepcional para nosotros.

No es algo común fundar un Monasterio de vida contemplativa masculina, ni siquiera en España.

Lo cual tiene un carácter de solemnidad inderogable, pero a su vez de interior familiaridad. Me permitirán que hable como en familia.

Debo decir que me acunaron paisajes y rostros de hombres y mujeres españoles, que es como si se reflejasen en mi piel. Así como el Ebro, el Guadalquivir, el Duero, el Miño, el Tajo y el Mar Océano, que lame las costas de estas islas, reflejan paisajes y hombres en la fresca memoria de su piel.1 

I

No se puede hablar de España sin nombrar a María, quien en sus más de 30.000 advocaciones o títulos es Madre y Patrona jurada de España: la Pilarica, la Moreneta, Guadalupe, Macarena, Candelaria, Socorro, Merced, Almudena… Y no se puede nombrar España sin recordar a Santiago Apóstol, de quien dice Rosalía de Castro:

‘O santo Apóstol,

con ollos fixos

mirando está…’.

    No debemos dejar de oír, con los oídos del alma, el largo galope de su caballo blanco por los cielos: ¡Somos de sus mesnadas! y todavía debe retumbar en los oídos del corazón el grito de: ¡Santiago y cierra España!

        España: ¿Cómo no recordar a los grandes Padres San Leandro, San Isidoro, San Ildefonso… a Recaredo y a Rodrigo, a Covadonga y Pelayo, al Gran Capitán, a Ruy Díaz de Vivar, el Cid Campeador (‘Por necesidad batallo/ y una vez puesto en la silla/ se va ensanchando Castilla/ delante de mi caballo’, que premiaba a sus huestes cabalgando delante de ellas sobre Babieca con sus guedejas desatadas), a los Alfonsos y Sanchos, a Fernando el Santo y a Alfonso el Sabio, a esa extraordinaria mujer que fue Isabel la Católica y al Cardenal Cisneros, a Carlos V: ‘Si veis caer mi caballo y mi bandera, levantad primero mi bandera’ y Felipe II…, y a Hernán Cortés quien nos enseñó que para ganar grandes batallas hay que dar al fuego las naves en que uno desembarca?

        España: ¿Cómo no recordar a Santo Domingo, a Santa Teresa de Jesús ‘…Sólo Dios basta’, a San Juan de la Cruz (‘Un pastorcico solo está penando…’), a San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, a los Santos Juanes de Ávila y de Rivera, a San Juan Bautista de la Concepción, a San José de Calasanz (santo patrono de los fundadores en dificultades) y a los Beatos Hno. Pedro y José Anchieta, oriundos de esta isla?

        ¿Cómo no recordar las maravillas del arte en la pintura con Murillo, Velásquez, el Greco, Zurbarán, Goya…Dalí –en algunas obras- …, en la escultura, en la música culta y popular, en la arquitectura, en la literatura con Don Quijote –hecho dimensión metafísica con Ortega y Gasset, Unamuno, Julián Marías y Michelle Sciacca-, con los frailes Luises de Granada y de León (‘Y dejas, Pastor Santo,/ a tu rebaño…’), y Lope (‘estás para esperar/ los pies clavados’), y Góngora, Quevedo, Calderón, Gabriel y Galán (cuando el niño tira la pedrada que hace caer la cabeza de cartón de Judas y lo preguntan porqué había hecho eso, responde con santa arrogancia española: ‘¡Y por qué sí…!’)…y Jacinto Verdager (‘Dolça Catalunya, / pàtria del meu cor, / quam de tu s’allunya / d’enyorança es mor…’) y Pemán (‘El que no sabe morir es vano y loco/ morir cada hora un poco/ es el modo de vivir…’)?

        España: ¿Cómo no recordar las grandes misiones en China continental, en Japón, en la obra épica de la Custodia de Tierra Santa por más de 750 años, en Filipinas, en Vietnam, en África: Fernando Poo y Marruecos, en Oceanía: Australia, islas Carolinas, Palaos, Marshall y Marianas, y la ciclópea obra de la evangelización de América con más de 250.000 misioneros enviados en el lapso de 500 años?

II

        ¿Todo eso es pasado? ¿Acaso mirando la realidad presente podríamos decir con Aparisi y Guijarro: ‘¡Vergüenza para un pueblo que en otros tiempos crió gigantes!’? Pero no, donde hubo fuego, cenizas quedan.

        ¿Acaso se puede pensar en la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y la implosión de la ex-URSS en 1991, sin los que aquí derramaron su sangre para evitar el triunfo del poder diabólico más grande y totalitario que jamás haya existido en la tierra? El seminarista pasionista Beato Honorino de la Dolorosa, nacido en La Lastra (Palencia), a los 19 años fue martirizado en Manzanares (Ciudad Real). Quería ser sacerdote y elevar la Hostia Inmaculada, abrazar a los pecadores y predicar. Preguntado si sufría mucho cuando estaba gravemente herido, respondió: ‘Sí, pero soy pasionista’.

        Si se hubiese hecho caso al negro Cisneros cuando durante la campaña de Orán consideró llegado el momento de atacar Bizancio porque entendía que los moros estaban debilitados, ¿No se tendrían todavía en pie las Torres Gemelas y el mundo no estaría temblando por las amenazas actuales, que atenazan tantos corazones?

        ¿Y no se hace presente el Quijote –aunque sin Rocinante, ni lanza en riste, ni palangana de barbero en la cabeza- en estos tres hermanos Don Hipólito, Juan y Vicente Jorge Dorta, para quienes este Monasterio contemplativo masculino fue como su Dulcinea, el gran ideal de sus vidas, al igual que sus colaboradores Doña Juana Álvarez Reyes –y en ella representados todos los donantes- y el Director de Obras Don Rafael Ángel Estévez Díaz? Más aún, al decir Cervantes ‘…ni tiene para qué predicar a ninguno, mezclando lo humano con lo divino, que es un género de mezcla de quien no se ha de vestir ningún cristiano entendimiento’2 , ¿no se adelantó en siglos al concilio Vaticano I quien previene sobre la peste de esos tiempos -y de los nuestros- acerca de lo que hacen algunos ‘naturam et gratiam perperam conmiscentes’, mala mezcla de naturaleza y gracia? Por lo cual S.S. Juan Pablo II debió publicar su ‘Fides et ratio’.

        ¡No se puede entender la historia del mundo y de la Iglesia sin España!

        ¡Y no puede entenderse España sin Jesucristo y su Madre!

        III

        ¡Gracias a Mons. Felipe por sus bendiciones y permisos, a Mons. Julián, al P. Luis Jaubert –que fue el nexo- y a todos los sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas y laicos por su comprensión y presencia!

        ¡España!: Nunca jamás nos fuimos, porque nuestros mayores nos enseñaron a llevarte siempre en nuestro corazón. Sólo que ahora la presencia, además de espiritual, es corporal.

        ¡España!: Gracias por mis abuelos Eduardo de Pontevedra, Amalia de Merza y Gregorio de Santa María de Frades. ¡Cómo me gustaría que estuviesen orgullosos de su nieto, por haber podido poner un granito de arena en esta gran obra!

        ¡Nosotros en la Islas Canarias, somos canarios! ¡Contamos con sus oraciones y con su comprensión!

        ¡La Virgen del Socorro proteja siempre a sus hijos monjes y a todos ustedes!

P. Carlos Miguel Buela, VE.

Güímar (Tenerife), 1º de octubre de 2001.


 1 Cfr. Edmundo García Caffarena, El río ensimismado, Ed Mater Dei, Rosario 1991, p. 5.

2 Ed. Océano, Barcelona, p. 10.