La pregunta de Jesús
Hay algunas preguntas que se dirigen a todos los hombres de todos los tiempos y cuyas respuestas deben dar y deberán dar todos los hombres mientras dure el tiempo.
Son preguntas tan fundamentales que su respuesta tiene sabor a eternidad. A eternidad de desgracia o a eternidad de felicidad sin fin.
Preguntas hechas a nosotros y preguntas hechas por nosotros; en fin, preguntas que, de una u otra manera, involucran a toda la humanidad.
I. «¿Quién dicen los hombres que soy Yo?»
La pregunta de Jesús se dirige a todos los que no creen en Él. Veremos lo que respondieron: A) En su tiempo y B) En el nuestro.
I.1. En su tiempo
Como podemos apreciar por el Nuevo Testamento, quienes no creían en Él: a) o lo despojaban de su carácter divino, aun al precio de una falsa alabanza; b) o directamente lo denigraban; c) o diciendo creer en Él, en realidad deformaban su misterio.
Le llamaron:
- «Unos Juan el Bautista;
- otros, Elías,
- otros, Jeremías
- o uno de los profetas» (Mt 16,14).
A lo más, profeta, pero, en última instancia, sólo un hombre.
En rasgos generales podemos agrupar en tres estos juicios.
b.1. Que era loco
- «Está fuera de sí» (Mc 3,21).
- «Ha perdido el juicio» (Jn 10,20).
b.2. Que era un endemoniado
- «Han llamado Beelzebul al amo de casa» (Mt 10,25).
- «Está poseído de Beelzebul» (Mc 3,22).
- «Tiene un espíritu impuro» (Mc 3,30).
- «Tú estás poseído del demonio» (Jn 7,20).
- «Tienes un demonio» (Jn 8,48).
- «Está endemoniado» (Jn 10,20).
b.3. Que era un pecador
- Porque era falso: «recordamos que este impostor dijo» (Mt 27,63).
- Porque engañaba: «seduce a la gente» (Jn 7,12).
- Porque era glotón: «he aquí un hombre comilón y bebedor» (Lc 7,34).
- Porque era blasfemo: «éste blasfema» (Mt 9,2); «ha blasfemado» (Mt 26,65); «blasfemas» (Jn 10,36); «te apedreamos por la blasfemia» (Jn 10,33).
- Porque era traidor a la patria: «tú eres samaritano» (Jn 8,48).
- Porque se endiosaba: «decía a Dios su padre, haciéndose igual a Dios» (Jn 5,18); «siendo hombre te haces Dios» (Jn 10,33); «debe morir porque se ha hecho a sí mismo Hijo de Dios» (Jn 19,7).
- En resumen, era un pecador: «Nosotros sabemos que ese hombre es pecador» (Jn 9,24).
- Juicios que deformaban su adorable Misterio
- «Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas… ¿Acaso Cristo está dividido?» (1Cor 1,12).
- «Algunos pretenden pervertir el Evangelio» (Gal 1,7).
- «No es esto lo que vosotros habéis aprendido de Cristo» (Ef 4,20).
- «Muchos son enemigos de la Cruz de Cristo» (Flp 3,18).
- «¿Quién es el embustero sino el que niega que Jesús es Cristo?» (1Jn 2,22).
- «Todo espíritu que no confiesa a Jesús (venido en carne), ese no es de Dios» (1Jn 4,3).
- «Hay muchos seductores que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne» (2Jn 7).
Como se puede apreciar, muy variadas y disímiles fueron las respuestas que los contemporáneos de Jesús dieron a la pregunta sobre su Persona. No menos disímiles y variadas son las respuestas en nuestro tiempo, porque los hombres mundanos, cansados de la única respuesta verdadera, buscan otra mejor y no la encuentran, como lo indica el hecho la gran multiplicidad de respuestas. Lo cual demuestra, además, que ninguna les satisface del todo. De más está decir que en modo alguno pretendemos ofrecer una lista exhaustiva.
I.2. En nuestro tiempo
Numerosos son los juicios de quienes no creen en Jesús: a) unos exaltándolo pero sin salir del plano humano; b) otros infamándolo; y c) otros, finalmente, afirmando creer en Él, pero no entendiendo rectamente su misterio.
- Juicios que exaltan a Cristo pero no superan el nivel de lo humano
- «Es algo más que un simple hombre» sostiene Canning[1].
- «En ningún tiempo o lugar alguien podrá, no ya superar, sino ni siquiera igualar a Jesús», afirmaba el exégeta racionalista Strauss[2].
- «En lo que es puramente humano nos inclinamos con gusto ante la superioridad de Jesús como ante uno de los más grandes héroes de la religión», escribía Neumann[3].
- «Todos los siglos proclamarán que entre los hijos de los hombres no nació ninguno superior a Jesús», leemos en E. Renan[4].
- Para los mormones, Dios, los ángeles, el hombre, son de la misma naturaleza; Jesucristo no es más que «el Hermano Mayor del resto del género humano»[5].
- Rene Andrieu, director del órgano oficial del partido comunista francés «L’Humanité», y miembro del Comité Central del P.C.F., escribe «Jesucristo es para mí un hombre que ha luchado por el hombre entre los hombres. Nada más, pero, en una opinión, eso ya es mucho y nada menos»[6].
- «Era tan bueno y bondadoso y sabio que todos sabían que se trataba de una persona muy especial», dice Abdu’l–Bahá, comparándolo con Moisés, Buda, Mahoma, Báb y Bahá’u’lláh[7].
- Para la teósofa Annie Besant: «Jesús no era Dios desde su nacimiento, era un hombre santo, santísimo, si se quiere, pero siempre un hombre»[8].
- «Jesús no es reconocido como el Hijo de Dios, sino simplemente como aquel que nos enseña que todos los hombres son hijos de Dios»[9].
- «Dios ¡un vacío!»[10].
- No es más que «uno de aquellos grandes espíritus redivivos por vez centésima… como Krisna, Rama, Hermes, Moisés, Orfeo, Buda, Pitágoras, Platón, etc.», asegura Edward Schüre[11].
- Para los testigos de Jehová: «Jesús es dios, pero no Dios», «fue un hombre perfecto, nada menos, pero tampoco nada más»[12].
- Los cuáqueros sostienen que Jesús «es un hombre parecido a Dios… es el más alto concepto humano corporal de lo divino»[13].
- Según S. MacLaine[14] Jesús es un maestro y taumaturgo esenio.
Por piadosas y bien intencionadas que parezcan algunas de estas fórmulas son reductibles a lo que Karl Adam llama el «jesuanismo»[15]: sólo ven al hombre-Jesús, no ven al hombre-Dios, no confiesan al Hijo consustancial al Padre y, por tanto, son posiciones falsas y peligrosamente laudatorias.
- Juicios claramente denigrantes
- Binet–Sanglé lo considera loco en el sentido verdadero y propio de la palabra; de acuerdo con la escuela lombrosiana, osó escribir un libro con este título: La locura de Jesús[16].
- Para Voltaire es «el Infame»[17].
- Según el poeta danés E. Rasmussen «era un epiléptico»[18].
- Es «un payaso», dice Harvey Cox[19], comparándolo sucesivamente con «el bufón…el trovador vagabundo…el payaso de circo…un cantador ambulante»[20].
- Para James Cone, Jesús es el Mesías Negro; «si Cristo es blanco y no negro, es un opresor y estamos obligados a darle muerte»[21], «es el Oprimido por excelencia»[22].
- Los masones sostienen que «Jesucristo (es la) Encarnación del Dios de los cristianos, cuyo martirio y muerte sirve de mito a las ceremonias de los Rosa Cruces»[23].
- ¿Qué decir de obras de teatro como «Jesucristo Superstar», donde el mismo título es injuriante? Y ¿«Cristo de frac y sombrero de copa», parodia religiosa de propaganda atea?[24].
- Jeorgen Thorsen quiso filmar una película erótica sobre Jesucristo: «La película se cierra en la eternidad con Jesús caminando a lo largo del camino de la vida, que se encuentra con una muchacha que lo salva. Entonces renuncia gradualmente a su complejo de Cristo y procrea muchos hijos»[25].
- Los socialistas como K. Kantsky, M. Maureubrecher, G. Hoffmann, J. A. Reichmuth y los comunistas vieron «en Jesús al modelo de un rebelde y proletario»[26].
- «No sólo era un comunista, sino un comunista acérrimo», asegura Elías Castelnuovo[27].
- Para Miguel Mascialino, ex–sacerdote, «Cristo no solamente no era Dios encarnado, pero ni siquiera como hombre pretendía fundar una nueva religión, era sencillamente un rebelde, un sicario, un guerrillero de la época y, como tal, un predecesor de Camilo Torres y del Che Guevara»[28].
- Para Hugo Assman, Cristo es un modelo del revolucionario (contestatario)[29].
- Para los «Sacerdotes para la Liberación», «Cristo es un político revolucionario y subversivo», es «el subversivo de Nazareth»[30].
- Según Erich von Daniken, Jesús «no es el hijo unigénito de Dios ni nunca se presentó a los hombres como tal… sólo fue un hombre piadoso… un perfecto narcisista… manifestó que él no era Dios»[31].
- Para el Dr. Wiatcheslaw Saizew, filólogo soviético, Jesucristo era un ser extraterrestre, miembro de una civilización superior, un astronauta[32].
- Gerardo Mauger de la Branniere, sostiene que Jesucristo es una representación mítica de Juda bar Juda, hijo de Pantora II y Salomé que, entre otras cosas, era «ventrílocuo…(en el que se encontraba) una curiosa mezcla de saber real, de prestidigitación y de trampa…(criaba) serpientes para la adivinación…se declaró Barrabás Mesías, Salvador, Maestro…»[33].
- Según Rodolfo Benavidez sería «un “iniciado”… Osiris reencarnado»[34].
- Para R. Steiner, Jesús era un ser humano que recibió la esencia de Cristo a la edad de 30 años: esto es lo que prácticamente hace única la figura de Jesús, pero tal unicidad se deduce del hecho que la persona en la cual la esencia de Cristo ha descendido era, en realidad, dos Jesús distintos. Uno de estos, el Jesús del Evangelio de Lucas, es la reencarnación de Zoroastro; el otro, el Jesús del Evangelio de Mateo es un cuerpo humano con un ego vacío[35].
- Según J. Vernette Jesús es un Grande Iniciado, poseedor de una Sabiduría Universal y de un Poder Cósmico, fruto de sus viajes iniciáticos por Egipto, India y Tibet[36].
- Para algunos representantes de la New Age, Cristo es el precursor de la era de Acuario, encargado de instruir el mundo mientras está en la era de Piscis. Su tarea es la de colegar la humanidad con la Jerarquía Espiritual de nuestro planeta. Es una especie de punto focal del triángulo esotérico (energético) constituido por Buda, por el Espíritu de paz y por el avatar de la Síntesis[37].
- Según H. Blavatsky, Jesús no se identifica con el Christos, el cual en el pasado «habitó» en Jesús y que conocerá otras encarnaciones, especialmente en inminencia del ingreso a la Nueva Era (New Age)[38].
Parece increíble para una conciencia cristiana que «el Cordero de Dios» (Jn 1,29) y «el León de Judá» (Ap 5,5), la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hecha hombre, haya recibido tan denigrantes calificativos.
c.1. En el campo protestante
Innumerables son los que se enorgullecen de ser cristianos pero deforman profundamente el misterio central del cristianismo que es el misterio augusto de la Encarnación.
Fácil sería traer el juicio de muchos de estos autores protestantes pero su número es grande y su testimonio enclenque. Sólo nos referiremos a los más inmediatos.
- Rudolf Bultmann «impugna todas las afirmaciones cristológicas del Nuevo Testamento, la preexistencia de Cristo, la realidad de su resurrección, el carácter histórico de las narraciones del Nuevo Testamento»[39], de tal modo que «lo único que podemos afirmar de Jesús es que fue un profeta escatológico hebreo que anunció como inminente el Reino de Dios»[40], «sobre su persona y su obra no se puede saber nada en concreto»[41].
- A la pregunta: ¿Jesús es Dios? contesta Paul Tillich: «La respuesta afirmativa sería errónea, pero así lo sería también la negativa… Si la respuesta afirmativa es literal, entonces hay que rechazarla como supersticiosa. Si en la respuesta sólo se afirma el carácter simbólico del término ‘Hijo de Dios’, entonces no se puede poner a discutir su oportunidad. Hasta ahora se ha hecho mucho mal con el empleo literal de la expresión»[42].
- «Es el hombre para los demás», según D. Bonhoeffer[43].
- «No sabemos “lo que” Dios es, ni podemos entender cómo se usa la palabra Dios», confiesa Paul van Buren; Jesús «fue un hombre libre para entregarse a los demás»[44].
- En una entrevista a Herbert Braun le preguntan si Cristo es verdadero Dios; el libro que relata esta entrevista pone la pregunta en la p. 35, en la p. 38 todavía no ha respondido si Cristo es Dios, y contesta con otra pregunta: «¿Qué significa la pregunta de si Cristo es Dios?»; en la p. 42 a la pregunta «si basado en las investigaciones teológicas, y en la bibliografía filológica, exegética e histórica, considera justificado el llegar a la conclusión dogmática de que Cristo es Dios», responde: «No. Yo considero que no es una conclusión justificada»[45].
- Muy tajante es el obispo anglicano John A. T. Robinson: «Naturalmente nunca se ha resuelto la cuestión si Jesús en algún momento pretendió ser Hijo de Dios o, con mayor razón aún, Dios mismo», y agrega en nota 14: «Implícitamente Jesús negó que fuese Dios: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Mc 10,18)». Y en la página siguiente: «Jesús nunca pretende ser Dios en persona: y empero afirma siempre que lleva a Dios en su plenitud». «Es el hombre para los demás…que se halla enteramente abierto, y unido, al fondo de su ser»[46].
c.2. En el campo católico
Si al rastrear los juicios protestantes acerca de la divinidad de Jesucristo solamente espigamos algunos, con mayor razón seguiremos el mismo criterio dentro del campo católico que es, por otra parte, donde el error se muestra más sutil por razón de la vigilancia del Magisterio.
Hay que notar que nos resulta imposible rastrear todas las cristologías que andan circulando. Bautista Mondin estudia siete tipos de cristología[47]. Tiempo atrás, sin ir más lejos, me encontré con que hay una «Cristología de América Latina» basada en cuatro textos evangélicos: Lc 4,16–21 (discurso inaugural de Jesús en la Sinagoga de Nazareth), Lc 7,18–23 (la pregunta de los discípulos de Juan: «¿Eres tú el que ha de venir?»), Mt 11,25–26 (el Padre se revela a los más pequeños) y Mt 25,31–46 (el evangelio de los cristianos anónimos, Jesús presente en los hambrientos, etc.)[48]. La historia de estas últimas deformaciones encuentra su origen en los modernistas porque, como bien señala Charles Boyer[49], las recientes cristologías anticalcedonianas tienen muchos puntos de contacto con el modernismo, como se ve por la semejanza de los problemas: naturaleza de la Encarnación, la conciencia de Jesús, su resurrección, sus milagros y profecías, la revelación cumplida en Él. Hay que leer el decreto Lamentabili (1907) y su lista de errores (Dz 2001–2065) y se apreciarán los puntos de coincidencia:
- La divinidad de Cristo no se prueba en los Evangelios.
- Cristo no hablaba para enseñar que era el Mesías.
- El Cristo de la historia es inferior al Cristo de la fe.
- Cristo no es verdadero y natural Hijo de Dios.
- La doctrina sobre Cristo que enseña Pablo, Juan, y los Concilios de Nicea, Éfeso y Calcedonia, no es la que Jesús enseñó.
- La conciencia y ciencia infalible de Cristo según enseñan los teólogos no se concilian con el Evangelio.
- La resurrección de Cristo no es un hecho histórico… ni demostrado ni demostrable.
- Para A. Loisy, «Jesús ha entrado en la historia de los hombres como hombre y no como Dios… no oculta su ignorancia acerca del acontecimiento del último juicio; por lo tanto se engañó o quiso engañarnos; consiguientemente, no conocía la verdad. ¿Cómo podría ser Dios?»[50].
- Teilhard de Chardin habla de una «tercera naturaleza», la naturaleza cósmica de Cristo, que hace «de Él precisamente el centro personal que presume y reclama la física y la metafísica de la evolución»[51], evolución tan exaltada por Teilhard que ¡hasta salva a Cristo!: «Cristo salva, ¿pero no hay que agregar inmediatamente que Él es también salvado por la evolución?»[52].
- Karl Rahner minimiza y cuestiona la fórmula de Calcedonia[53], lo cual daría un Cristo puramente humano, ya que la naturaleza humana estaría asumida por una persona humana: «Tiene absolutamente todo lo que pertenece a un hombre, tiene (también) una subjetividad finita»[54]. El Cristo de K. Rahner es simplemente el hombre que en un individuo alcanza la perfección de la cual lleva en sí una exigencia connatural[55]. Según Alberto Galli O.P.: «En el Cristo de K. Rahner queda cabeza abajo la fórmula de Calcedonia: allí serían dos personas y una sola naturaleza»[56]. Según el P. J. Meinvielle: «En K. Rahner la naturaleza humana de Cristo adquiere una autonomía tal que implica un sujeto o una persona humana propia», de tal modo que «a este teólogo se le ha escapado lo esencial y elemental del misterio de la Encarnación»[57].
- Alois María Ott afirma que cuando se dice que Jesús es el Hijo de Dios lo que se ha de preguntar es qué se quiere significar con ello[58].
- «Redentor, Salvador, Mesías, Hijo de Dios, no son más que títulos de este gran hombre Jesús», asegura J. M. van den Berg S.D.S.[59].
- El P. Smulders, en una profesión personal de fe expresamente redactada para expresar en ella el núcleo central del dogma, no afirma que Jesús es el Hijo de Dios, ni que es verdadero Dios y de la misma naturaleza que el Padre[60].
- «No es casualidad que el Catecismo holandés se abstenga de aplicar a Cristo las palabras “Dios” u “Hombre–Dios”», nos informa J. Galot, reprobando esa ausencia[61].
- Para Jean Cardonnel O. P.: «Jesucristo es Dios por una manera única, insólita, absolutamente novedosa de ser humano»[62].
- «La imagen preponderantemente joánica de un Hijo de Dios, que es consciente de su unidad con el Padre y atestigua esta su esencia divina con milagros exorbitantes, no se puede ya sostener como histórica», escribe F. J. Schierse[63].
- «Jesús es un hombre que es hombre de una manera nueva y más elevada… Jesús no es ya el Hijo, uno con el Padre en la naturaleza divina. Es un hombre excepcionalmente provisto de gracia», escribe Ansfried Hulsbosch O.S.A.; más aún, «Cristo es perfectamente uno, pues no es nada más que un hombre, pero como tal es justamente la manifestación de Dios» y agrega: «No cabe pretender que todas las demás criaturas son únicamente criaturas y que Cristo, en cambio, además de criatura es igualmente Dios»[64].
- Afirma Eduardo Schillebeeckx O. P.: «Apoyo cien por ciento la nueva aproximación al misterio de Cristo tal como la presenta Hulsbosch». Según Schillebeeckx, no debe buscarse la divinidad detrás del hombre Jesús, ni encima ni debajo de él: es en él, en su ser humano en donde se revela Dios. La propia subjetividad de Jesucristo es una subjetividad humana en la que Dios, el Hijo, se manifiesta personalmente[65].
- Según Piet Schoonenberg S. J., no hay preexistencia de las personas divinas, no hay que hablar de dos naturalezas porque se termina en un Cristo dividido. Cristo es «una persona humana, un yo humano –psicológico y ontológico–, un centro de conciencia, de decisión y de proyecto de vida»[66]. «No es la naturaleza humana la personalizada (enhipostática) en la persona divina, sino la naturaleza divina la personalizada (enhipostática) en la persona humana». Cristo es la cumbre escatológica de la acción divina salvífica[67].
- Sobre Hans Küng, la Conferencia Episcopal Alemana ha declarado que en su libro Ser cristiano «se desatiende la divinidad de Jesucristo»[68], y el teólogo Charles Boyer afirma en su libro «Razones de ser católico»: «He leído bastante para convencerme que él (H. Küng) niega la divinidad de Cristo y que, por tanto, rechaza los concilios de Nicea, Éfeso, Calcedonia, es decir el corazón mismo de la fe cristiana. Lo digo con tristeza: él no es cristiano»[69].
- En la 10ª edición de la «Nueva Biblia Latinoamericana» se afirma que: «Jesús… nace de María como persona humana…» (p. 5; N.T.) y también: «El día en que resucite de entre los muertos, su persona humana será renovada…» (p. 85; N.T.).
- En el terreno pastoral se nota la malsana influencia de estas nefastas doctrinas. Un estudioso tan equilibrado como Charles Moeller, ya advertía el influjo del neo–arrianismo en la pastoral: «Los católicos… al entregarse al cristianismo social, tienen tendencia a no ver en Cristo más que al jefe, al militante, al camarada…»[70].
- Refiriéndose al P. Jacques Pohier, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe dice que «se expresa de modo tan insólito, que no se puede determinar si todavía profesa tal verdad (la divinidad de Cristo) en el sentido tradicional»[71].
- En su libro Jesús, Aproximación histórica, A. Pagola «no acepta que Jesús es Dios»[72].
No puede menos que causar una impresión muy dolorosa el considerar lo que los hombres han dicho y dicen de Cristo. Realmente, el mundo «no le ve ni le conoce» (Jn 14,17). Se cumple lo profetizado por S. Pedro sobre los falsos doctores que llegarán «hasta negar al Señor que los rescató» (2Pe 2,1). En rigor, toda herejía atenta contra Jesucristo, como lo señalaba ya San León Magno: «Casi ningún (hereje) ha sido engañado sin haber abandonado la creencia en la verdad de las dos naturalezas asociadas a la única persona de Cristo»[73]; y Santo Tomás enseña que: «cuando uno considera, en su conjunto los errores de los herejes es manifiesto que su fin principal es disminuir a Cristo en su dignidad»[74]. Esto es lo que intenta el Demonio por medio de los herejes.
La confusión, las dudas en la fe, el error, la contradicción, la más absurda heterogeneidad, la afirmación de un aspecto cierto pero el silencio o la negación de otro; todo eso hace ver que estas teorías no pueden provenir del Padre de las luces. En el discurso de Juan Pablo II a los Obispos de América Latina, con motivo de la inauguración de la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, el Papa fue tajante: «Corren hoy por muchas partes –el fenómeno no es nuevo– “relecturas” del Evangelio… En algunos casos, o se silencia la divinidad de Cristo, o se incurre de hecho en formas de interpretación reñidas con la fe de la Iglesia. Cristo sería solamente un “profeta”, un anunciador del reino y del amor de Dios, pero no el verdadero Hijo de Dios, ni sería por tanto el centro y el objeto del mismo mensaje evangélico. En otros casos se pretende mostrar a Jesús como comprometido políticamente, como un luchador contra la dominación romana y contra los poderes, incluso implicado en la lucha de clases. Esta concepción de Cristo como político, revolucionario, como el subversivo de Nazareth, no se compagina con la catequesis de la Iglesia… Cualquier silencio, olvido, mutilación o inadecuada acentuación de la integridad del misterio de Jesucristo que se aparte de la fe de la Iglesia, no puede ser contenido válido de la evangelización»[75].
[1] Discorso sul carattere di Gesù Cristo; cit. por A. Arrighini, Juicios humanos sobre Cristo, Excelsa, Buenos Aires 1947, p.190.
[2] Del passaggio e del permanente nel Cristianesimo; cit. por A. Arrighini, o. c., p.190.
[3] Jesus wer Er geschichtlich war; cit. por A. Arrighini, o. c., p.190.
[4] Vie de Jésus; cit. por A. Arrighini, o. c.; p. 190.
[5] James E. Talmage, Uno de los doce apóstoles de la Iglesia, “Artículos de la fe”, Ed. La Iglesia de los santos de los últimos días, Salt Lake City, Utah, EE.UU. 1952, p. 519; cit. por A. Colom S.J., ¿Teología? Mormona, en Doctrina Política, n. 2, p. 46.
[6] Pour vous, qui est Jésus Christ?, Ed. du Cerf., París 1970; cit. por M. Poradowski, El Marxismo invade la Iglesia, Ed. Universitaria de Valparaíso, Chile, 1974, p.45. [Advirtamos que «la propaganda soviética no ha parado de repetir durante sus cincuenta años que Jesucristo jamás ha existido», A. Solzhenitsin, Memorias (Coces al aguijón), Argos–Vergara, Barcelona 1977, p. 458, nota 61].
[7] David Hoffman, Dios y sus mensajeros, Ed. Bahá’l, Buenos Aires 1973, p. 26.
[8] La Sapienza Antica, part. II, cap. V; cit. por A. Arrighini, o. c., p. 205.
[9] Congregación para la doctrina de la fe, Notificación sobre los escritos del padre Anthony de Mello (del 24 de junio de 1998), L’Osservatore Romano, nº 1548, del 28–8–98.
[10] Anthony de Mello, S.J., Sàdhana, Un cammino verso Dio, p. 45.
[11] Los grandes iniciados; cit. por A. Arrighini, o.c., p. 206.
[12] Cf. J. Sanders, Heresies, p. 78; cit. por P. Damboriena S.J., Fe católica e Iglesias y sectas de la Reforma, Razón y Fe, Madrid 1961, p. 879; cf. también M. Molina, Elogio y censura de los testigos de Jehová, Speiro, Madrid 1977.
[13] Mrs. Mary Eddy Baker, Science and Health, p. 473, etc; cit. por P. Damboriena S.J., o.c., p. 991.
[14] Going Within, Bantam, New York 1989, 179–180.
[15] K. Adam, Jesus–Christus, Librería Santa Catalina, Buenos Aires 1938, p. 17.
[16] Cf. A. Arrighini, o. c., p. 189.
[17] Lettres, cit. por A. Arrighini, o. c., p. 196.
[18] Jesus: eine vergleichende psychologische Studie, Leipzig, 1905.
[19] The Feast of Fools, Harvard, Cambridge 1969; el título del último capítulo: “Christ the Harlequin”.
[20] Battista Mondin, Movimientos teológicos secularizantes, BAC, Madrid 1973, p. 134–135.
[21] Teología Negra de la Liberación, Lohlé, Buenos Aires 1973, p. 140.
[22] Ibídem., p. 147; cit. por M. Poradowski, El marxismo en la Teología, Speiro, Madrid 1976, p. 83–84.
[23] Diccionario Enciclopédico de la Masonería, La Propaganda Literaria, La Habana, Cuba, Tomo I, p. 452.
[24] Cf. Revista Verbo n. 179.
[25] Diario Crónica, Buenos Aires, 30 de julio de 1973, p. 22.
[26] L. Kosters S.J., Nuestra fe en Cristo, Poblet, Buenos Aires 1946, p. 67.
[27] Jesucristo y el reino de los pobres, Rescate, Buenos Aires 1976, p. 67.
[28] Teologia della Rivoluzione, Ed. Feltrinelli, 1969; cit. M. Poradowski, o. c., p. 60–62.
[29] Teología de la liberación, Servicio de Doc. MIEC–JECI, Montevideo, p.77; cit. por M. Poradowski, Sobre la Teología de la Liberación, Ed. Gabriela Mistral, Chile, p. 31.
[30] Episcopado Colombiano, ¿Hacia un cristianismo marxista?, Ed. Mikael, Paraná, 1977, p. 26 y 76.
[31] Las Apariciones, Ed. El Caballito, Buenos Aires 1977, p. 88, 110, 115 y 121.
[32] Cit. por von Daniken, o. c., p. 138–139.
[33] Enigmas del cristianismo naciente, Ed. Albatros, Buenos Aires 1974, p. 45. En el Prefacio se afirma del autor: «Se ha ubicado en el justo lugar histórico que corresponde a un investigador… sorprende por la agudeza de sus observaciones y por la justeza de los juicios… (es un) gran libro… que faltaba en el mundo» (p. 5–6). Esto lo escribió Bernardo Graiver.
[34] Dramáticas profecías de la Gran Pirámide, Ed. Mexicanos Unidos, México 1975, p. 216 y 228.
[35] Cfr. R. Rhodes, The Counterfeit Christ of the New Age Movement, Baker Book House, Grand Rapids 1990; cit. A. Olivieri Pennesi, Il Cristo del New Age. Indagine critica, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1999, p. 16.
[36] Cfr. J. Vernette, Jésus dans la nouvelle religiosité, Desclée, Paris 1987, p. 189.
[37] Cfr. A. Olivieri Pennesi, o. c., p. 19–20.
[38] Cfr. J. Vernette, o. c., 217–218; cit. por A. Olivieri Pennesi, o. c., p. 15–16.
[39] Albert Lang, Teología Fundamental, Rialp, Madrid 1966, p. 74.
[40] Cf. P. Damboriena, o. c., p. 311.
[41] A. Bandera O. P., La Iglesia ante el proceso de liberación, BAC, Madrid 1975, p. 321.
[42] Cf. P. Damboriena, o. c., p. 320.
[43] Letters and Papers from Prison, Ed. Bethge, 1956, p. 179.
[44] El significado secular del Evangelio, Ed. Península, Barcelona 1986 pp. 108 y 153.
[45] Gerhard Adler, Fe cristiana y sociedad, Verbo Divino, Navarra 1974.
[46] Sincero para con Dios, Ed. Ariel, Barcelona 1967, pp. 123 y 126.
[47] Le cristologie moderne, Roma 1973.
[48] Trabajo presentado por M. Pinto Carvalheira, Camino a Puebla: La Marcha del pueblo de Dios en América Latina, Servicio de Documentación, MIEC– JECI, Lima 1978, p. 25. (De seguir así a alguno se le ocurrirá hacer la cristología de los Mundiales de Fútbol basados en 1Cor 9,24: «en el estadio todos corren pero sólo uno alcanza el premio»).
[49] Una extraña cristología, Unidad Cristiana 24, 1974, p. 103–112.
[50] Cfr. A. Arrighini, o. c., p. 211–213.
[51] Oeuvres, T. 9, p. 161–162; cit. por Bertrand de Margerie, Cristo, Vida del mundo, BAC. Madrid 1974, p. 61.
[52] Le Christique; cit. en L’Osservatore Romano, nº 517, del 22–7–62, p. 4.
[53] Escritos de Teología, t. I, p. 170.
[54] Escritos de Teología, t. V, p. 201.
[55] Cfr. La Pensée Catholique, Paris, n. 117, 1968, p. 78–93.
[56] Divinitas, Junio 1969, 437.
[57] Universitas, n. 22, octubre de 1971, p. 12 y 32.
[58] Der Felsen Bebt, 1971, p. 85; cit. por R. Graber, en Mikael, n. 13, p. 106.
[59] «Der göttliche Heiland», Kath. Pfarramt Heilig Kreuz, Veltheim, p. 16; cit. en R. Graber, en Mikael, n. 13, p. 106.
[60] «Het priesterberaad in Noordwijkerhout. Inleiding en Slotbeschouwing», Theologie en Pastoraat 64, 1968, p. 330; cit. por J. Galot, Hacia una nueva cristología, Mensajero, Bilbao 1972, p. 44.
[61] J. Galot, o. c., p. 45.
[62] «Temoignage chrétien du Jeudi–Saint, 3–4–69»; cit. por R. Th. Calmel O. P., en Itineraires, n. 137, nov. 1969, p. 198.
[63] Temas candentes para el cristiano. De la A a la Z, Herder, Barcelona 1976, p. 129.
[64] «Jezus Christus, gekend als mens, beleden als Zoon Gods», Tijdschrift voor Theologie 6, 1966, p. 254, 257 y 258; cit. por J. Galot, o. c., p. 9, 10, 12 y 13.
[65] «Persoonlijke openbaringsgestaite van de Vader», Tijdschrift voor Theologie 6, 1966, p. 274–288; cit. por J. Galot, o. c., p. 21–23.
[66] Geloof bij kenterend getij; Roermond–Maaseik, 1967, p. 173–174; cit. por J. Galot, o. c., p. 35.
[67] Ein Gott der Menschen, Zurich, 1969, p. 92; cit. por J. Galot, o. c., p. 36 y 40.
[68] Ecclesia, Madrid, n. 1865, 10 de diciembre de 1977, p. 10.
[69] Cit. en Iglesia–Mundo, n. 125–126, 1976, p. 18.
[70] Mentalidad moderna y Evangelización, Herder, Barcelona 1967, p. 137.
[71] «Declaración sobre el libro del P. Jaqcues Pohier Quand je dis Dieu», 3/4/1979, n. 2; L’O.R., 22/4/1979, p. 5.
[72] Según el estudio de J. A. Sayés. Cfr. el documento del 8 de marzo de 2013 de la Conf. Episcopal Española: www.conferenciaepiscopal.es/indexphp/notes/2013.
[73] Homilías sobre el año litúrgico, BAC, Madrid 1969, p. 108.
[74] Contra errores graecorum, opusc. 27.
[75] Discurso al inaugurar los trabajos de la Conferencia General del Episcopado latinoamericano, 28/1/1979, n. I, 4-5, L’O.R. 4/2/1979, p. 6.; Insegnamenti, II (1979) p. 192-193.