santa Francisca

Santa Francisca Javier Cabrini

Santa Francisca Javier Cabrini

Nos encontramos hoy festejando a esa gran santa que fue Santa Francisca Javier Cabrini. Me parece más oportuno hacer sólo algunas breves reflexiones:

I

Decía San Alberto Hurtado, el santo chileno, que el futuro del hombre y de la mujer se construyen a partir de algunos SI y de algunos NO que se hacen en la edad juvenil[1]. Por ejemplo, a la edad de uste­des, van a haber momentos donde tienen que decir algunos SI y tienen que decir algunos NO. Tienen que decir SI al bien y NO al mal. Podrá haber alguna que diga SI al mal y NO al bien, eso está en la libertad de cada uno, pero ¿en dónde termina?, ¿a dónde va? ¿Van a inventar la pólvora? Ya está inventada hace miles de años. Ya se sabe dónde terminan los que andan mal. «Quien mal anda, mal acaba». «Quien siembra vientos recoge tempestades». Y conocerán, es un texto bí­blico pero que está deformado: «Cosecharás tu siembra». Es decir, lo que siembres, eso vas a cosechar y esa siembra se ve especialmente en algunos SI y en algunos NO. No son muchísimos SI o muchísimos NO. Son algunos, los importantes que valgan la vida. Ustedes, por ejemplo, conocerán mujeres que son espléndidas: Madres de familia, heroínas, que saben educar a sus hijos, que los saben formar. Pregún­tenles dónde aprendieron todo eso, y cuándo. ¿Cuándo fue que toma­ron las decisiones? Y van a ver que a veces, en la infancia, una persona toma una decisión y después vale para toda la vida, sea para bien, si toma una buena decisión, o sea para mal, si toma una mala decisión.

Ustedes, por ejemplo, están acá en el Anexo y tienen la oportuni­dad de tener la oración, los sacramentos, confesarse a menudo, etc.

Y hay algunas que lo aprovechan y hay otras que no lo aprovechan, por eso es una decisión personal, libre. Libremente uno va a ser feliz o libremente va a ser infeliz, no hay vuelta de hoja. Y eso depende de decir los SI que se tienen que decir y decir los NO que se tienen que decir.

II

Santa Francisca Javier Cabrini fue una mujer extraordinaria. Su personalidad se fue formando ya desde niña y sobre todo de joven siendo fiel a sus SI y siendo fiel a sus NO. A ella, por ejemplo -cosa que no le ha de gustar al Padre Ortego porque a él no le gustan los sobrenombres-, le decían «movimiento perpetuo», porque tra­bajaba mucho, se movía constantemente. Pero era ese movimiento perpetuo de los santos, porque hay un movimiento perpetuo de los estúpidos y hay un movimiento perpetuo de los santos. Los santos se mueven por amor a Dios. Por eso decía San Gregorio Magno[2], que “el amor, cuando está, nunca es ocioso. Cuando está el amor en un alma, obra cosas grandes”. Y si se está moviendo por amor, ese amor y esa actividad son bendecidos por Dios porque brota del amor de Dios.

En cambio el otro actuar, el de la persona estúpida, de la persona necia, es un actuar que no da fruto, es pérdida de tiempo, no sabe asu­mir responsabilidades, etc. Quieren «la vaca atada», como decía mi finado papá, porque no había que ir a buscarla, estaba atada. Quieren todo fácil, sin sacrificio, y así va a ser su futuro.

Santa Francisca Javier Cabrini se movía y se movía mucho porque tenía en su alma un gran amor a Dios y un gran amor al prójimo.

III

Ese amor al prójimo que ella tenía se puede sintetizar con una expresión: «acudía a quien tenía necesidad». Buscaba de socorrer a aquel que estaba necesitado. En el caso de ella, de manera singular, corría a socorrer a los inmigrantes, a los que por distintas razones dejaban su patria, a veces razones políticas o económicas, o como en una época, los éxodos de los italianos, que fueron por causa del hambre, de los cuales muchos vinieron a Argentina. Muchos de ellos vinieron a Argentina.

Argentina es el país que más población descendiente de italianos tiene en el mundo, después de Italia. Me dijo una vez un comerciante en Via Ottaviano:

-¿De dónde es, Padre?

-De Argentina.

-Ah, Argentina, il paese più vicino all’Italia.

El país más cercano a Italia, por la cantidad de descendientes de italianos que hay.

Bueno, ella los ayudó en ese momento, porque esa era la necesidad. Ahora no es una necesidad urgente para los italianos, pero es necesi­dad urgente para otros pueblos. Ella se dedicó a la atención especial de los inmigrantes, de aquellos que llegan a otro país, no conocen las costumbres, no conocen las lenguas, no conocen las leyes y ella los atendía de la manera en que podía.

Y así hizo cosas realmente grandes, a tal punto que siendo italiana, está enterrada en Nueva York, en un lugar muy hermoso, cerca de The Cloisters, en el santuario hecho en su honor. Allí están sus restos mortales, se puede ver su cuerpo, su figura, porque está detrás de unos vidrios debajo del altar mayor. Y van peregrinos de todos lados, de todas partes del mundo, a saludar a la Patrona de los inmigrantes.

Ustedes también tienen la oportunidad aquí, en esta casa, de acu­dir, de ayudar a las necesidades de los demás. Todos tienen necesida­des. Uno tiene necesidad de una buena palabra, otro tiene necesidad de una sonrisa, otro tiene necesidad de una caricia, otro tiene necesidad de una ayuda, a otro le hace falta un consejo, otro necesita que alguien lo entusiasme para hacer lo que tiene que hacer. Basta ver que hay una necesidad. Una cosa muy hermosa, parte del amor de Dios y del amor al prójimo, es ayudar a que se pueda solucionar esa necesidad.

En este día le pedimos, entonces, de manera especial a esta santa, esta gran santa, la gracia de que las niñas y jóvenes que están en este Anexo lleguen a conocer en profundidad a Jesús y a la Virgen para imi­tarlos en sus vidas y entonces poder el día de mañana, ser mujeres real­mente felices, que formen hogares felices y que tengan hijos felices.


[1]  Cf. San Alberto Hurtado, La elección de carrera, Paulinas 1955, 1.

[2]  Cf. San Gregorio Magno, Homiliae in Evangelia, Homilia XXX, 1.