I
Nos hemos referido otras veces a cómo desde diversos ambientes, dominados principalmente por la masonería, han trabajado y luchado para que en la Constitución Europea no sean siquiera mencionadas las raíces cristianas de Europa. Incluso se ha luchado para que la Constitución incluya un artículo que somete las iglesias a las distintas naciones pero libra de esa obligación a las “organizaciones filosóficas”[1].
Esto que está sucediendo, esos esfuerzos por negar y luchar contra todo lo que sea cristiano y de Cristo, no es nada nuevo, aun cuando se presente con particular fuerza y densidad en nuestros tiempos.
Se trata de una gran campaña orquestada desde diversos ambientes, pero con un denominador común, que es la empecinada lucha contra los valores del Evangelio, y por tanto, que termina luchando contra la misma humanidad.
Esa oposición que se ve en los cultores de la Constitución Europea también es clara y operante en organizaciones como la ONU, por medio de la promoción de “una religión universal y pluralista”, que es lo mismo que no tener ninguna religión, incluso con nuevos Mandamientos (recordemos la “Carta de la tierra”) y que ataca abiertamente a la Iglesia y al Papa por su “intolerancia”, sobre todo en materia moral[2]. Denunciaba el entonces Cardenal Ratzinger, refiriéndose a esta campaña contra la Iglesia, sobre todo en los últimos años en Estados Unidos: «estoy personalmente convencido de que la permanente presencia de pecados de sacerdotes católicos en la prensa, sobre todo en Estados Unidos, es una campaña construida, pues el porcentaje de estos delitos entre sacerdotes no es más elevado que en otras categorías, o quizá es más bajo. En Estados Unidos vemos continuamente noticias sobre este tema, pero menos del 1% de los sacerdotes son culpables de actos de este tipo. La permanente presencia de estas noticias no corresponde a la objetividad de la información ni a la objetividad estadística de los hechos. Por tanto, se llega a la conclusión de que es querida, manipulada, que se quiere desacreditar a la Iglesia. Es una conclusión muy lógica y fundada»[3]. También el Cardenal Noberto Rivera Carrera, de México, quien afirma en una entrevista de 30 Giorni: «No son pocos los periodistas que me han confirmado la existencia de esta campaña organizada».
II
Pero, gracias a Dios vemos también muchas veces que las familias y los pueblos van en sentido contrario.
Lo hemos visto en España, con las manifestaciones del 18 de junio, con un millón y medio de españoles a favor de la familia, en una manifestación que gozó del apoyo de 15 federaciones internacionales presentes en más de 60 países y más de 1.000 organizaciones no gubernamentales de 27 naciones, representantes directos de 30 millones de familias.
Y si todavía se ve capacidad de reacción en el pueblo europeo, capacidad de la que esperamos que siga creciendo y manifestándose, es en gran medida porque ninguna institución ha hecho más para forjar Occidente como la Iglesia.
Hay un libro muy interesante sobre esto, en inglés, escrito por Thomas E. Woods Jr, que señala los diversos campos en que la Iglesia Católica fue determinante en la construcción de lo que hoy conocemos como civilización Occidental[4].
La civilización moderna tiene una particular deuda con la labor de innumerables monjes durante la Edad Media. Es un hecho innegable. Fue en los monasterios donde los textos de los grandes autores romanos y griegos se copiaron y conservaron para las futuras generaciones. Y aunque durante siglos se destruyeron muchos monasterios por las sucesivas oleadas de bárbaros, volvían a renacer de nuevo para continuar su tarea.
Los monasterios medievales fueron también vitales para el desarrollo de la agricultura. En particular, miles de establecimientos benedictinos desempeñaron un papel crucial en la roturación y desarrollo de la tierra. También introdujeron en las poblaciones locales importantes técnicas, como la crianza de ganado, la fabricación de queso, la gestión del agua y la apicultura. Los monasterios cistercienses también desempeñaron un papel vital, en áreas como el desarrollo de la hidráulica y la metalurgia.
Si hablamos de la educación, es quizás uno de los campos donde más claramente se ve cómo la Iglesia construyó Europa. Lejos de ser un periodo de ignorancia, la Edad Media vio el nacimiento del sistema universitario. La Iglesia estuvo en el meollo de este avance, que surgió en la segunda mitad del siglo XII en los centros establecidos en París, Bolonia, Oxford y Cambridge. El Papado también desempeñó un papel central en el establecimiento y respaldo a las universidades. En la época de la Reforma, 81 universidades habían recibido el reconocimiento papal.
La ciencia moderna también tiene una gran deuda con la Iglesia católica. El dominico del siglo XIII, San Alberto el Grande, por ejemplo, ha sido considerado uno de los precursores de la ciencia moderna. Y Roberto Grosseteste, canciller de la Universidad de Oxford y obispo de Lincoln, es descrito por Woods como uno de los hombres de más conocimientos de la Edad Media. Él fue, entre otras realizaciones suyas, el primero en anotar la serie completa de pasos para realizar un experimento científico.
La implicación de la Iglesia en la ciencia continuaría en los siguientes siglos. En el siglo XVII, está acreditado que el padre Nicolaus Steno de Dinamarca estableció la mayoría de los principios de la geología moderna. Y en los siglos XVII y XVIII, los jesuitas hicieron importantes aportaciones a la ciencia, especialmente en áreas como las matemáticas y la astronomía.
El arte y la arquitectura también tienen una gran deuda con la Iglesia católica. Basta visitar cualquier museo de Europa. Cuando los iconoclastas, que se oponían a las imágenes de figuras religiosas, intentaron destruir el arte religioso en los siglos VIII y IX, fue la Iglesia la que se opuso.
En los siglos siguientes, el patronazgo de la Iglesia, a través de la construcción de grandes catedrales y el encargo de innumerables obras de arte, fue el centro del arte y la arquitectura europeas. Los Papas, en particular, como patrones de muchos de los grandes artistas estuvieron detrás de la producción de muchas obras maestras.
También en el campo de las leyes y el derecho, donde el antiguo derecho romano es tomado y perfeccionado con los principios del evangelio. El descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo dio la oportunidad a los teólogos católicos de desarrollar lo que serían los principios legales y éticos para regir el trato de los nativos en los nuevos territorios. El más conocido de estos pensadores fue Francisco de Victoria, al que se atribuye el haber dado fundamento al derecho internacional moderno. Defendió el principio de que todos los hombres son igualmente libres y tienen el mismo derecho a la vida, la cultura y la propiedad. Los teólogos españoles hicieron importantes aportaciones a conceptos como los derechos naturales y la guerra justa.
Muchos otros aspectos de los sistemas legales occidentales deben su origen a la Iglesia. De hecho, el Código de Derecho Canónico, fue el primer cuerpo legal sistemático desarrollado en la Europa medieval y conformó la base de los sistemas legales seculares posteriores.
Hoy se llenan la boca hablando de los derechos de la mujer, y no reconocen cómo la influencia de la Iglesia fue vital para asegurar, por ejemplo, que un matrimonio válido requiere el libre consentimiento tanto del hombre como de la mujer. Y la defensa de la vida humana por parte de la Iglesia significó que no se continuara con la práctica del infanticidio de Grecia y Roma. Otras prácticas bárbaras como el juicio por batalla o juicio de sangre fueron perdiendo vigor gracias a la influencia de la Iglesia. Los estudiosos del derecho canónico introdujeron también principios como la reducción de la responsabilidad legal debido a circunstancias atenuantes.
Aún hoy sabemos que la Iglesia descuella por sus obras de caridad. Pero esto no es algo sólo de nuestros días, es algo que ya leemos en los Hechos de los Apóstoles, en las actas de los mártires, en los escritos de los santos Padres. Y desde ese momento fue siempre punta de lanza.
El establecimiento de hospitales a gran escala también proviene de iniciativas organizadas por la Iglesia católica desde el siglo IV en adelante. Y, durante la Edad Media, los monasterios se convirtieron en dispensadores de asistencia médica en muchas áreas.
La extensión de estas ayudas fue tal que muchos que eran hostiles a los católicos, desde paganos a reformadores protestantes y figuras de la Ilustración como Voltaire, todos reconocieron la labor caritativa de la Iglesia.
Cuando Enrique VIII suprimió en Inglaterra los monasterios y confiscó sus propiedades la pérdida de ayudas de caridad que se creó como consecuencia llevó a sublevaciones civiles en algunas partes. Y la nacionalización de las propiedades de la Iglesia durante la Revolución Francesa significó que medio siglo después, en 1847, Francia tuviera un 47% menos de hospitales que en 1789.
Por eso debemos ver claro que aquellos que hoy más disfrutan, en tantos campos, de lo que significa Europa y la civilización occidental, son los primeros en atacar sus raíces. Y ver también cómo es una gran falacia la de querer reducir a la Iglesia al plano de lo privado o de lo personal, sin reconocer la fundamental y fundante acción que ha tenido en la formación de la cultura y civilización Europea y occidental.
Pidamos la gracia de saber defender los valores cristianos, día a día, con nuestra vida. La Virgen nos lo conceda.
[1] C. Vidal, Entrevista de Zenit del 27 de enero de 2005.
[2] Últimamente lo han expuesto claramente y con pruebas fehacientes Eugenia Roccella – Lucetta Scaraffia, Contro il Cristianesimo: L’ONU e l’Unione Europea come nuova ideologia, Piemme, 2005. También estudian las autoras las actividades y movimientos económicos de la Internacional Planned Parenthood Foundation (IPPF) como medio concreto de implementación de la ideología.
[3] Zenit, 2 de diciembre 2004.
[4] T. E. Woods Jr, How the Catholic Church Built Western Civilization, Regnery Publishing.