Quiero hoy referirme a un tema de importancia vital para Europa y para el mundo, y lo voy a hacer siguiendo un reportaje que le han hecho a un sacerdote mayor, famoso en su época, el p. Baget Bozzo[1], que tuvo distintas posiciones doctrinales, pero que, dentro de todo lo opinable, son cosas que merecen reflexionarse, meditarse.
El título del artículo comienza con una pregunta: “¿El divorcio?”
(podríamos agregar la mentalidad abortista, la mentalidad antinatalista, la mentalidad anticoncepcionista), y luego una afirmación: “Un drama que ha reforzado el Islam”.
Viene bien esto porque muchas veces nosotros pensamos que los temas de moral no tienen repercusión directa sobre la civilización, y es un gravísimo error, porque lo que hace a la civilización, y es una de las cosas esenciales, es justamente el contenido moral. De hecho decía el gran Papa san Pío X: “La Iglesia, cuando evangeliza, civiliza”. Y si ahora vemos que hay una falta de civilización ciertamente es porque la evangelización que se está llevando a cabo es débil: El divorcio“fue el inicio del fin. Un viraje nefasto para Italia, la cristianidad, el Occidente, cuyas consecuencias podemos medir plenamente ahora: sobre la moral, sobre la geopolítica”. Respecto a esto el Cardenal Ratzinguer decía en una entrevista: “En la sociedad contemporánea Dios está marginado. En política parece casi indecente hablar de Dios, como si fuese una ataque a la libertad de quien no cree. El mundo político sigue sus normas y sus caminos, excluyendo a Dios, como una cosa que no pertenece a esta tierra. Lo mismo en el mundo del comercio, de la economía y de la vida privada. Dios permanece en la marginalidad… Una sociedad en la que Dios está totalmente ausente se autodestruye. Lo hemos visto en los grandes regímenes totalitarios del siglo pasado”[2].
– “Don Gianni Baget–Bozzo: ¿qué cosa hacía Ud. cuando venció el no a la abolición del divorcio?”[3]
“Hacía una revista de teología, Renovatio. Con una tesis: sí a un concilio, no al Concilio; el Vaticano II fue sólo uno de tantos concilios, no debía ser mitificado. La editorial la firmaba Siri. Obviamente voté por el matrimonio”.
– ¿Es verdad que Siri estaba convencido de la victoria?
“No sé decirlo con seguridad. El mundo católico en general estaba convencido de vencer. Pero Siri era menos optimista en cuanto era pesimista sobre el Concilio, por lo tanto consciente de cuanto esperaba a la Iglesia y a Italia”.
– ¿Y Usted?
“Yo había entendido que perderíamos cuando un domingo vino a confesarse en mi parroquia genovesa, Sagrado Corazón en Carignano, una abuelita. Me dijo: ‘Padre, absuélvame, voté por el divorcio’. Explicó que lo había hecho por su hija: estaba casada felizmente, pero quizás un día podría llegar a tener problemas, y le podría servir. Pensé que si ni siquiera las abuelitas nos habían escuchado, en verdad todo había terminado. El divorcio había entrado en los ánimos”.
– Votar no, ¿era pecado para la Iglesia?
“Cierto, porque el divorcio no sólo viola el evento sacramental, sino también la ley de la naturaleza. El matrimonio es indisoluble por ley natural: el sacramento no agrega nada, la obligación vale también para los no cristianos”.
– Pablo VI sufrió, y la DC (Democracia Cristiana) también.
“Fue la más grande derrota de Montini, que fue inducido a abandonar a Mons. Franco Costa, al que había confiado la Acción Católica, y a apuntar hacia don Giussani de CL (Comunión y Liberación), del que había desconfiado considerándolo un fundamentalista, pero que había sido el único que se había batido verdaderamente contra el divorcio. El Pontífice pensaba que el Concilio habría reforzado la Iglesia, que le habría ahorrado los males del ’68[4].
Muy tarde entendía (Pablo VI) que, al contrario, la había debilitado, que el recurso al mundo la había perdido, que la había unido al ’68 católico[5]. La DC estaba mejor advertida: había visto ya la Facultad de Sociología de Trento, por ella fundada para crear una clase dirigente, volverse el centro de elaboración política de la revuelta”.
– ¿Cuáles fueron las consecuencias del referendum sobre la política italiana? Berlinguer temía por la suerte del compromiso histórico, pero una DC debilitada ¿no se mostró en cambio más remisiva en relación con el PCI (Partido comunista Italiano)?
“Es así, y si posible fuera, peor. La caída de Fanfani delegitimó una clase dirigente y legitimó otra, que con Zacagnini abrió una estación de la cual yo me dolí mucho. Años dificilísimos. En nombre de la renovación moral, la Democracia cristiana buscó comercio con el partido comunista. Siri encontró la confirmación de sus temores: se había abierto una grieta en la familia y en la sociedad. Se habían escindido el voto católico y el de la DC. Sobre todo, se habían separado la conciencia civil y la conciencia cristiana”[6].
– En esta legislatura la separación no ha parecido tan neta. Una propuesta para hacer más fácil el divorcio fue rechazada. Y aprobó una ley que limita fuertemente la fecundación asistida. ¿Esto lo conforta?
“Desgraciadamente las cosas han empeorado mucho. A veces reflorece el sentido del límite, pero ya la suerte está echada: la convivencia tomó el lugar de la familia, el rechazo del vínculo se ha convertido en el presupuesto de las uniones[7]. También muchos de los que se casan en la iglesia no consideran su matrimonio indisoluble”.
– La responsabilidad, ¿no es también de la Iglesia y de las nulidades fáciles?
“En efecto la Iglesia ha buscado de encuadrar la labilidad del matrimonio, introduciendo una tipología muy amplia de causas de nulidad, comprendida la cualidad de la persona elegida. Esto causa las recurrentes protestas del Papa a la Asamblea anual de la Rota Romana”[8].
– Y Ud. ¿no alimenta esperanzas en la mayoría de centro derecha?
“No. Sería mejor que no hubiera divorcio, pero lo hay. Es el matrimonio lo que falta. Sólo ahora medimos las consecuencias del giro de hace 40 años: la crisis de la familia se revela terriblemente onerosa. Impone altos costos sociales, económicos, morales. Y nos debilita en modo dramático en la resistencia a la amenaza islámica”.
– ¿Qué tiene que ver el Islam?
“La familia islámica permanece. La cristiana no. Europa es arrollada por la presión demográfica del Islam, externa e interna, a causa de la inmigración. Mire en Francia, donde la mujer islámica tiene una tasa de fertilidad muy superior a la de la mujer francesa. El divorcio ha sido un disparo a la civilización occidental. La fatuidad de la familia es la gran cuestión de nuestro tiempo. Porque genera anomia social (ausencia de ley en la sociedad), con hijos que tienen varios “progenitores”. Hijos plurifamiliares. Niños con un padre y el compañero de la madre. Otros con una madre y la compañera del padre”.
– ¿Por qué tiene que ser necesariamente un mal? ¿No puede ser un enriquecimiento, una multiplicación de los afectos?
“Por favor… Piense un poco cuán delicada es la niñez. Ningún niño busca ese tipo de afecto. Porque así es obligado a racionalizar relaciones que tendrían que ser instintivas. Un esfuerzo superior a sus posibilidades, del cual deriva un trauma. Después están los hermanos que tienen padres o madres distintos, con todo lo que se sigue en términos de educación y reproducción”.
– ¿Reproducción?
“Claro. Quien ha vivido experiencias de este tipo vacilará antes de engendrar nuevos hijos. La labilidad del vínculo se vuelve un incentivo a uniones cada vez más lábiles”[9].
Hasta aquí el reportaje a Baget Bozzo.
Pero a lo que él dice sobre el Islam, podemos agregar lo dicho por una escritora italiana, Oriana Fallaci, en su reciente libro: La Forza della Ragione que dice: “Europa se convierte más y más en una provincia del Islam, una colonia del Islam”[10].
¿Por qué sucede esto? Por dos razones:
1º Por la relajación del cristianismo, de tal manera que algunos observadores llaman a Europa “el nuevo continente oscuro”: “Los analistas ya estiman que las mezquitas de Gran Bretaña reciben más fieles cada semana que los que recibe la Iglesia de Inglaterra”.
2º Por un índice de natalidad anémico. “Los europeos nativos están disminuyendo. Sostener una población implica que cada mujer debe tener como media 2,1 niños; en la Unión Europea, la tasa total se encuentra un tercio por debajo, en 1,5 niños por mujer, y bajando. Para mantener uniforme su actual población trabajadora, la UE necesita 1,6 millones de inmigrantes por año; mantener el actual cociente de empleados–jubilados requiere sorprendentemente 13,5 millones de inmigrantes al año. A rellenar el vacío acuden el Islam y los musulmanes. Mientras el cristianismo vacila, duda, dice sí, o mejor no… el Islam es robusto, asertivo, ambicioso. Mientras que los europeos se reproducen a edades avanzadas y por debajo de la media, los musulmanes lo hacen en grandes cantidades mientras son jóvenes”.
Esto se ve claramente. Por ejemplo, me tocó casar aquí en Italia a una conocida mía de Argentina, y ya tienen los dos 27 o 28 años, y todos en el trabajo les decían. “¿cómo tan jóvenes se van a casar, con 28 años?” ¡28 años! ¡a esa edad mi abuela se había cansado de tener hijos!
“En torno a un 5% de la UE, o casi 20 millones de personas, se identifican actualmente como musulmanes; de continuar esta tendencia actual, esta cifra llegará al 10% antes del 2020”.
“Esta predicción no es nueva. En 1968 (justamente cuando sucedía la Revolución de Mayo en París) el político británico Enoch Powell dio su afamado discurso Ríos de sangre, en el cual advertía que al permitir la inmigración excesiva, el Reino Unido estaba ‘preparando su propia pira funeraria’ (aquellas palabras atascaron su, hasta ese entonces, carrera prometedora). En 1973, el escritor francés Jean Raspail publicóCampo de Santos, una novela que retrata una Europa hundiéndose ante la inmigración masiva y sin control del subcontinente hindú. La transformación pacífica de una civilización principal en otra, ahora en curso, no tiene precedente alguno en la historia de la humanidad, haciendo fácil ignorar tales voces”.
“Las tendencia actuales sugieren que la islamización tendrá lugar mientras los europeos sigan encontrando tan abrumador tener hijos (recuerdo que en una época era porque no entraban más niños en el Fiat 600, y sólo se podía tener un hijo escuálido, porque no habia auto más chico que éste. Es una cosa de no creer: pensar los hijos que se va a tener ¡en relación al auto que se tiene! Así es una cosa abrumadora tener hijos). Es una cosa abrumadora detener la inmigración ilegal, y es abrumador también diversificar las fuentes de la inmigración”. Perfectamente bien se podría aceptar más inmigración de los países latinoamericanos que son más afines a la cultura europea. Finalmente en Latinoamérica la mayoría somos descendientes de italianos, españoles…
En lugar de esto, tener hijos, detener la inmigración ilegal y diversificar las fuentes, “prefieren sentarse infelizmente en la senilidad de la civilización”.
Y un demógrafo, Wolfgang Lutz, observa: “el ímpetu negativo nunca se ha experimentado a tamaña escala en la historia del mundo”.
Y termina el artículo: “Irónicamente, crear un lugar enormemente deseable para vivir parece ser también una receta para el suicidio”, que es lo que nos está pasando.
Por eso aprendamos a formarnos con seriedad para los tiempos difíciles que nos tocan vivir, y para los más difíciles todavía que probablemente tengamos que vivir en el futuro.
Pidámosle a la Virgen que nos proteja.
[1] El reportaje al p. Baget Bozzo fue publicado en Corriere della Sera, 14/05/2004, p. 13.
[2] “El laicismo nueva ideología: Europa no debe marginar a Dios”, La Repubblica 19/11/2004, p. 17.
[3] En esa época él hacía una revista de Teología que dirigía el gran Cardenal Siri, Cardenal de Génova, un hombre muy inteligente, y un gran pastor, que tenía en esa época (no sé ahora cómo será) un capellán, no solamente en los hospitales y demás que conocemos, sino que tenía un capellán en cada fábrica…
[4] En el ’68 fue la revolución estudiantil en París, donde los estudiantes se alzaron e hicieron una revuelta que se llamó la “revolución de los grafitti”, porque escribían en las paredes, por ejemplo, “La imaginación al poder”, “Prohibido prohibir”, “Dios ha muerto” y firmado “Nietzsche”. Y abajo escribió un católico con sentido del humor: “Nietzsche ha muerto”. Firmado: “Dios”. Fue una revolución donde el mentor teológico era un tal Hebert Marcusse, de una filosofía más bien lamentable, una mezcla de Freud y Marx. Yo recuerdo haber leído un libro de él, llegué hasta el punto donde dice, aunque no recuerdo las palabras exactas, pero la expresión era muy fuerte, “perdonar es ser un delincuente…, es un delito; no hay frase más dañina que la que dice ‘ama a tu enemigo’”. Y cómo habrá repercutido todo esto en la Iglesia que en el año ’68, según contó el inefable José Rico, en Salamanca había 32 teologados, pero entró esa corriente en los jóvenes de la Iglesia y de ahí quedaron solamente 2 teologados.
[5] El ’68 dentro de la Iglesia.
[6] Es típico del pensamiento maritainiano los dos órdenes separados: la conciencia civil de lo que uno tiene que hacer en sociedad y la conciencia moral. Es una suerte de nestorianismo de la conciencia. Algunos, por ejemplo, piensan que pueden, siendo católicos, promover y estar de acuerdo con el aborto, y seguir comulgando. Es una cosa típica de Maritain; no se dan cuenta que el ser humano tiene una sola conciencia, y que según ella uno tiene que obrar en el orden civil y en el orden moral.
[7] Es decir, se van a casar ya con el presupuesto de que el vínculo se puede disolver.
[8] Aquí, me parece, es importante hacer mención a otro gran problema que está enfrentando Europa hoy: el buscar darle forma jurídica a una especie de matrimonio –porque matrimonio no lo podemos llamar– entre personas del mismo sexo (y mayor es el problema si si pensamos que después van a querer adoptar hijos…). Respecto a esto decía el Cardenal Ratzinguer: “debemos decir dos cosas: por una parte debemos tener gran respeto a estas personas que sufren y que quieren encontrar un modo de vida justo, pero por otra parte crear la forma jurídica de una especie de matrimonio homosexual, en realidad, no ayuda a estas personas”. Y después agrega juzgando negativamente las decisiones tomadas recientemente en España respecto a esto: “el derecho crea la moral o una forma de moral, porque la gente común normalmente considera que lo que el derecho afirma es también moralmente lícito. Y si juzgamos estas uniones con sus más y menos equivalentes al matrimonio, vamos a tener una sociedad que no reconoce más la especificidad y el caracter fundamental de la familia… destruimos un orden fundamental de un orden de derecho”. Es decir, Europa está dando otro paso más hacia atrás. Y continuaba el Cardenal Ratzinguer: “no olvidemos que con estas decisiones, hacia las cuales se inclina hoy una Europa –llamemosla así– en decadencia, nos separamos de todas las grandes culturas de la humanidad, las cuales siempre han reconocido el significado propio de la sexualidad: esto es, un hombre y una mujer son creados para ser conjuntamente la garantía del futuro de la humanidad. Garantía que no sólo es física sino también moral”.
[9] Por eso es que debemos nosotros entender la influencia que tienen sobre la civilización todos los grandes temas de la moral contestada en estos tiempos.
[10] Seguimos el artículo “Europa musulmana” de Daniel Pipes en Libertad digital , 17/05/2004.