golondrinas

Sucedió en Belén

Era la mañana del miércoles 13 de mayo de 2009. El calor ya apretaba. Pero el clima que se vivía era muy agradablemente familiar. Habíamos descansado muy bien en Casa Nova, a muy pocos metros de dónde estábamos.

El lugar era Belén, en Tierra Santa, Palestina, donde nació nuestro Señor Jesucristo en un pesebre, y estábamos justo en la Plaza que lleva ese nombre: “Mangiatoia o Presepio” “Manger Square”.

Como estábamos sentados hacia el Oeste de la Plaza teníamos al frente, hacia el Este, la imponente fachada de la Basílica de la Natividad con la pequeña puerta de entrada, con las huellas de las puertas pertenecientes a los diversos períodos: desde las molduras bizantinas a las del arco cruzado. A la derecha, las torrecitas de los Conventos armenio y griego.

En ese día, sobre la Plaza, a la izquierda de donde estábamos se levantaba el Altar papal, presidía la Santa Misa SS. Benedicto XVI. Una multitud abigarrada de gente de todas las edades y colores; la banda de música de los Scouts católicos con sus gaitas, castañuelas, tambores y tamboriles, redoblantes, panderetas, chirimías, etc.; los tradicionales Kawas (jenízaros) con el atuendo tradicional turco de los guardianes del Patriarcado de Jerusalén golpeando con sus largos bastones el suelo abriendo la procesión con sus gorros rojos y cimitarras; un coro formidable acompañado de orquesta, los cantos del pueblo, aquí y allá gritos de júbilo, una alegría gigantesca en los rostros y sobre el diáfano cielo, encima de la Basílica de la Natividad… se desencadenó un ballet de cientos de golondrinas. ¡Imposible no pensar en las Servidoras ucranianas con sus hábitos negros!

En determinado momento sonaron más fuerte los violines y parecía que las golondrinas bailaban con más bríos. Recordé la poesía de Pemán sobre ‘Las golondrinas del Señor’ , que él escribió en las bodas de plata del Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón y que yo dedico a las SSVM ucranianas en la inauguración del Monasterio contemplativo “De la Santa Sofía, Sabiduría Divina” de Burshtyn cerca de Ivano-Frankivsk, todo lo cual tenía muy presente en mi espíritu en ese día miércoles:

I
Se dice en un viejo cuento
que, al rendir el Salvador
su dulce frente al dolor
de su amargo sufrimiento,
como se rinde una flor
que troncha al pasar el viento;
cantando a la cruz llegaron
unas cuantas golondrinas,
y dulcemente arrancaron
las zarzas y las espinas
que los sayones clavaron
sobre las sienes divinas…

Así deben ser las Servidoras ucranianas siempre dispuestas a quitar las espinas de las sienes del Señor y a compadecerse, aliviándolos, de los dolores de los hermanos.

II
Y al ver hoy estas edades
llenas de vanas torpezas,
y de míseras  ruindades
y mentirosas grandezas,
pregunto yo, con dolor,
si el mundo falso y traidor,
al irse las golondrinas,
no ha vuelto a llenar de espinas
la frente del Salvador…

Así ocurre, queridas Hermanas, con tantos hermanos y hermanas nuestros que sufren la falta de pan, la falta de casa, la falta de trabajo, la falta de paz, la falta de esperanza y sufren en su carne el aguijón de la injusticia, el desalojo, el desempleo, la discriminación, la explotación…

III
De espinas, sí, de rencores;
de ingratos apartamientos,
de hipócritos fingimientos,
de mentirosos amores;
espinas, más engañosas
porque se ocultan en rosas
de mil fingidas virtudes;
espinas de ingratitudes
que son las más dolorosas…
¡Que no hay puñal que taladre
con tanta fuerza y dolor
como la espina que a un padre
le clava un hijo traidor…!

Deben las Servidoras ucranianas reparar y expiar por los pecados de toda la humanidad. Siendo pararrayos que prefieren atraer sobre sí el castigo por los pecados de los demás, e imanes que atraen multitud de bendiciones divinas para todos los hombres y mujeres.

III
Así el mundo pecador
hiere las sienes divinas
del Divino Redentor…
¿Y no habrá ya golondrinas
para arrancar las espinas
de la frente del Señor?

¿No se multiplicaran las ‘golondrinas’ ucranianas para arrancar las espinas de la frente del Señor?

IV
Sí: en esta Casa han oído
unas almas Tus querellas;
esta Casa que ha seguido,
como una esclava, tus huellas
quiere, Señor, ser un nido
de golondrinas de aquellas…

Todas las casas de las Servidoras ucranianas deben ser nidos de golondrinas de aquellas…

V
Mientras el mundo, burlando
vaya en tu frente clavando
sus zarzas y sus espinas
¡nosotras, tus golondrinas,
te las iremos quitando!
Tendrás por cada escondido
puñal que tu pecho clava,
un pecho de pena herido;
un amor por cada olvido;
por cada ingrato una esclava;
por cada abandono un nido;
un bien por cada dolor;
por cada infiel pecador
un alma buena y cristiana;
y una lágrima de amor
por cada risa mundana.

VI
Y así, cada golondrina,
tus heridas al curar,
sabrá, Señor, despertar
en tu alma grande y divina,
tanto amor… ¡que aun va a sobrar
amor para perdonar
al que te clave la espina!

***

Volví a mirar la Basílica de la Natividad. Allí en la Gruta de Belén hace mucho tiempo habrá jugado, tal vez, con las hierbas de su lecho el dulce Niño Jesús, y, tal vez, formando con ellas una cruz la haya besado.

¡Recé para que las Servidoras ucranianas besen siempre la cruz de Cristo y ayuden a quitar las espinas de los hermanos! ¡Y que siempre perdonen de verdad a quienes nos clavan espinas!

P. Carlos Miguel Buela, IVE.
21 de mayo, San Cristóforo Magallanes
y compañeros mártires.


Obras, EDIBESA, t. 5, 265ss.