Una de las expresiones más hermosas referidas al sacerdocio católico es la de: ¡pecador! Como lo enseñó San Pablo, refiriéndose a todos los cristianos: Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo (Ef 2, 4-5). Seguir leyendo