Y2K

Y2K

I

        Y2K, ¿qué es esto? Y2K (se pronuncia «uáy tu kéi») es una sigla con la cual se denomina al llamado «Bug del 2000», «el virus del 2000» o «virus del milenio» que afectará a las computadoras, debido a un error tecnológico en el manejo de las fechas de las computadoras. «Es una histórica metida de pata de los ingenieros y administradores de tecnología, un traspié que le va a costar al mundo entre 300.000 y 600.000 millones de dólares».1

        ¿Qué es el Y2K? En el fondo, se trata de algo muy sencillo: «Las computadoras podrían fallar con la llegada del 2000. Y más: la falla podría ser catastrófica si no se hacía algo a tiempo, hasta que un solo equipo con el fatídico error sería capaz de suspender servicios vitales».2

        «La cuestión surge este fin de siglo. Para algunas computadoras, los dígitos 00 es 1900 y no 2000, por lo que entregarán valores absurdos al utilizar fechas. En el mismo sentido al realizar cálculos: como 2000-1997 en realidad hace 00-97, lo que entrega un resultado de -97, totalmente inconsistente para tipos de operaciones, en primer lugar las operaciones (bancarias en general)».3

        Por si fuese poco «el tema del año bisiesto tampoco es menor en el caso del 2000, al que muchos sistemas reconocerían como tal, añadiendo una dificultad más a la problemática general. ¿Cuál? Obviarán el 29 de febrero del 2000».4

        Acá en la Argentina han tomado medidas, por ejemplo, el Banco Central, que ha obligado a los bancos argentinos a cambiar los sistemas previendo lo que podría pasar; la empresa Metrogas está trabajando para evitar que haya problemas el año próximo; también las compañías de teléfono, las compañías de energía para asegurar la continuidad en el suministro eléctrico. Algunos electrodomésticos como las videos casseteras probablemente se confundan con la fecha, pero no trae eso mayor consecuencia. El agua corriente y el sistema de cloacas tiene una automatización relativamente baja aunque están trabajando en eso. Y es obligatorio desde el 18 de mayo de este año que todos los que trabajan con hardware o software, tienen que presentar los productos diciendo que tienen solucionado este problema. Según una agencia americana que reúne a numerosos especialistas en informática, una de las mayores consultoras mundiales estimó un costo bastante elevado del problema este por no haber tenido en cuenta en su momento el tema del año 2000.

        «La ITAA (Information Technology Associaton of America) estima que el costo para solucionar el problema en su país de origen, tanto en el sector privado de los Estados Unidos como en el público, tendrá un costo de 100.000 a 200.000 millones de dólares. A nivel mundial, la cifra trepa al rango entre 300.000 y 600.000 millones de dólares».5  ¡El costo que trae la conversión para evitar el Y2K!

        Pero, por si fuese poco está el gran problema de los llamados «chips embebidos». «Tanto o más peligroso que la situación de los sistemas informáticos es el de los chips embebidos. Numerosos procesos industriales y dispositivos (desde una torre de extracción de petróleo en alta mar hasta una videograbadora) cuentan con este tipo de sistemas internos. Esto es, microprocesadores que automatizan alguna tarea, muchas de las cuales son críticas (por ejemplo, el control de la utilización de uranio enriquecido en una central nuclear).

        El problema radica en que estos chips también tienen código interno que maneja fechas. Muchos de estos microprocesadores han sido diseñados hace 20 años o más (careciendo de la documentación adecuada en no pocos casos); y una gran parte se encuentra en lugares prácticamente inaccesibles. Conclusión: no existe certeza respecto de que pasará con ellos –con los “chips embebidos”– el 1 de enero del 2000»6 , o sea exactamente dentro de 2 meses.

        Y la cantidad estimada de «chips embebidos» trepa a los 50.000 millones.

        Dice uno de los entendidos en esto: «Podemos tener controladas las centrales atómicas, pero resulta que una PC 286 olvidada, que funciona como distribuidora en un punto, es la que falla e interrumpe el circuito. Esto es lo que se denomina impredecibilidad del error».7

        Esto afecta a la situación de los aeropuertos, afecta a todo el tema de los pasajes aéreos. Acá en la Argentina han hecho una presentación judicial, a ver si el Estado le garantizaba la fecha de los vuelos a partir del 2000.

II

        Pero hay un virus que es mucho peor, que podemos llamarlo, para no ser demasiados originales, «Y2K moral».

        Es algo más profundo: es el virus que afecta a todos aquellos que creen en cualquier pseudo-profecía relacionada con el milenio. Hasta hace muy poco hubo bastante gente, y todavía siguen, que leía de tal manera las pseudo-profecías de Nostradamus, que decía que el planeta Tierra iba a tener su partida de defunción el 11 de agosto pasado. ¡Ya pasó… y no pasó nada! 8

        Unos de los famosos fue Paco Rabanne, el modisto que vive en París. Él dijo que la estación MIR, la estación Rusa iba a caer a tierra y destruiría París, la capital mundial de la alta costura. «La bola de fuego caerá el 11 de agosto tal como lo predijo el profeta francés Nostradamus», aseguró Rabanne.9

        Por supuesto que después reconoció su error al haber predicho para el pasado 11 de agosto la destrucción de París, pero sigue «íntimamente convencido» de que «un acontecimiento dramático ocurrirá» en la capital francesa. «Hice algo bastante terrible, me atreví a poner fecha a la caída» de la MIR, admitió el modisto de origen vasco-español.10

        Pero es una de las tantas cosas que andan circulando. Por eso no hay que asombrarse tampoco porque siempre aparecen –incluso en las antiguas mitologías– el tema de una destrucción y posterior renovación. «Las mitologías de los indios americanos, por ejemplo de las tribus guaraníes en Brasil, recogen la idea de un diluvio inminente o un incendio de proporciones devastadoras: una catástrofe que se avecina, a la cual seguirá “la Tierra sin Mal”.

        No se trata ciertamente de un fenómeno propio de tiempos legendarios: el movimiento de la “Danza de los Espíritus” (Ghost Dance) predicó entre las tribus norteamericanas al declinar el siglo pasado la llegada del fin del mundo y el retorno a los tiempos originales. También en esa misma época comienzan a aparecer en Melanesia los “Cargo cults”, que extendieron ente los indígenas la creencia en la eminencia de una edad de oro precedida por un cataclismo».11

        Y también a habido en este siglo los milenarismos seculares, al corte de Hegel o de Marx. «El mito marxista de una paradisíaca edad de oro constituye posiblemente uno de los rasgos constitutivos de su vigencia a lo largo de este siglo. (…) Estos contenidos milenaristas se encuentran también en importantes movimientos sociales europeos bajomedievales y modernos como el Thomas Müntzer o el de los flagelantes. En Brasil, ya avanzado incluso el presente siglo, se desarrollaron movimientos similares como el de Antonio El Conselheiro y otros.

        Aún en nuestros días periódicamente aparecen profecías que anuncian el próximo fin. Muchas de ellas han señalado fechas concretas, cuyo reiterado fracaso no parece afectarlas. Un caso emblemático en tal sentido lo configuran los Testigos de Jehová».12

        ¡Cuánto tiempo hace que los Testigos de Jehová están prediciendo el fin del mundo para tal año, para tal fecha: 1914, 1960, 1970 … Después: vendrá «antes de que desaparezca la generación que vio los acontecimientos de 1914»; ahora, como se le están muriendo todos los Testigos de Jehová de la generación de 1914, dicen: «que vendrá pronto». Yo recuerdo que tenía un compañero Testigo de Jehová que decía: «en el año 1955 viene el fin del mundo; pasó 1955 y yo le decía a mi compañero: – «Che, ¿qué pasó?», y me respondía: –«Va a ser en 1960». Pasó 1960 y 1965 y así… ¡Alguna vez le van a pegar, pero eso no es ser verdaderos profetas, sino falsos!

        Y resulta que en esto hay toda una serie de cosas tremendas, como por ejemplo ha sucedido en esas sectas que han terminado en asesinatos colectivos.

        «La saga asesina de la nueva constelación neosectaria fue inaugurada en 1978, con el suicidio colectivo de más de novecientos miembros del Templo del pueblo, en Guyana, encabezados por su líder Jim Jones.

        En 1993, 86 hombres, mujeres y niños, fueron masacrados por agentes federales de los EE.UU., en lo que constituyó el epílogo más sangriento de una enloquecida rebelión de los Branch Davidian (davidianos), la siniestra secta fundada por David Koresh, quien también predicaba la necesidad de prepararse para el fin del mundo.

        La Orden del Templo Solar, bajo el liderazgo mesiánico de Luc Jouret, ha protagonizado tres suicidios colectivos en masa desde 1994 en Europa y Canadá.

        El líder de la secta Aum Shinri Kyo, (“La Verdad Suprema”), provocó en 1995 el envenenamiento mediante el gas sarin, de centenares de desprevenidos pasajeros del “subterráneo” de Tokio, diez de los cuales murieron. Según las enseñanzas de Shoko Asahara, el alucinado nuevo mesías, sostenía que el gas sarin simboliza el Armagedón, nombre que en las Escrituras recibe la batalla final entre las fuerzas del bien y del mal.

        Treinta y nueve miembros de la secta Puerta del Cielo (Heaven’s Gate) se suicidaron en California, en 1997 bajo la siniestra guía de Marshall Applewhite, para quien Jesús de Nazaret fue un extraterrestre. Esta creencia se halla difundida en una miríada de cultos platillistas que anuncian que los ovnis vienen a advertir a los humanos la inminencia de un próximo fin del mundo y traen un mensaje de salvación».13

        Hace unos días, en la puerta del templo de los capuchinos en Córdoba me paró una chica, madre de dos hijos. Estaba con la mamá, desesperada, porque un gurú de Córdoba le aseguraba que viene el fin del mundo. Entonces debía reunirse en un terrenito, y solamente los que estén en ese terrenito parece que se van a salvar, y ella estaba preocupada porque el marido no cree… ¡Y bueno…!

        El asunto es que hay en la actualidad una gran cantidad de “sectas apocalípticas que proclaman un suerte de sincretismo constituido por atrabiliarias relecturas bíblicas, misticismo New Age y ciencia-ficción».14

        Por ejemplo está el fundamentalismo malthusiano, al cual ya una vez nos hemos referido15, que todavía sigue hablando de la explosión demográfica cuando justamente lo que sucede es al revés. «Las agencias de los países prósperos difunden la posibilidad de un colapso por efecto de la explosión demográfica, que haría peligrar el bienestar egoísta de las sociedades opulentas. El fundamentalismo ecologista acentúa el rasgo de un crack de la naturaleza por la depredación industrialista, y el temor infundido por nuevas armas biológicas –que parecerían estar al alcance de cualquiera– se suman a la antigua amenaza nuclear de los años fríos de la posguerra, cuando muchos esperaban una reacción en cadena que aniquilase al mundo».16

        Ejemplo de este fundamentalismo ecologista, es el agujero de ozono, o los hielos polares de la Antártida. Esto incluso se presta para negocios. «En Arizona, un refugio rural en construcción llamado High 54 Ranch ofrece casas subterráneas, guardias armados las 24 horas, una verja de seguridad, instalaciones alimentadas con energía solar. A los posibles compradores se les pide que lleven comida para un año y, como mínimo, un rifle y una pistola, con mil balas por cabeza. Este es uno, entre miles, de los productos “fin milenio” ofrecidos a los norteamericanos que contemplan aterrorizados la llegada del 2000.

        Según algunas encuestas, casi de la mitad de los estadounidenses piensa retirar buena parte de sus ahorros del banco cuando se acerque Año Nuevo, y un tercio declara que va a hacer acopio de alimentos no perecederos».17

        Lo que pasa es que «uno de los rasgos constitutivos de la posmodernidad es la crisis de la esperanza. Cuando todo lo sólido de desvanece en el aire, no es de extrañar que el sentimiento de inseguridad produzca un catarsis apocalíptica. Si nada está seguro en el futuro, entonces puede pasar lo peor o lo mejor al mismo tiempo. Por eso, –para la gente que no tiene fe– el año 2000 viene ejerciendo hace mucho tiempo una extraña fascinación sobre hombres y mujeres del siglo veinte, como en su momento aconteció con el año 1000».18

        Pareciera repetirse una vez más una cierta inmadurez del espíritu que busca escaparse para adelante, como una cierta huida de sus responsabilidades del presente .

III

        ¿Y cuál es la solución? Para el problema de las computadoras del Seminario, que sería lo de menos, ya tenemos la solución porque los Padres que misionan en Estados Unidos nos mandaron un programa para que las máquinas lean con 4 cifras y no con 2 dígitos los años.

        Pero lo que realmente nos interesa es la solución al «Y2K moral». ¿Cuál es la solución?

        ¡La solución para este virus no te le va a dar el Dr. Norton, el Dr. Salomón, el IBM Antivirus, ni Thundebyte Antivirus, ni el AVP Kaspersky, ni el Command Antivirus, ni el Inoculan Antivirus, ni el Cheyenne Antivirus, ni el F-Prot Professional Antivirus ni todos los programas habidos y por haber!

        El único antivirus espiritual válido es Jesucristo y sus santos, cuya fiesta estamos celebrando hoy.

        Nosotros no tenemos que tener ningún temor de lo que se ha dado en llamar el «colapso del milenio».

        El mundo un día colapsará ciertamente, pero quien señala la fecha, ése es un embaucador. Y esto lo enseña Santo Tomás: «No se puede determinar por la razón natural el tiempo que queda hasta la resurreción. Tampoco por revelación, para que así todos estén solícitos y dispuestos a recibir a Cristo. Por este motivo, incluso a los apóstoles, que le preguntaban, les respondió: “No os toca a vosotros conocer los tiempos ni los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder” (Hech 1,7). Con lo cual, como dice San Agustín, impone silencio a los que se dedican a tales cálculos y les manda aquietarse.19 Y si a los apóstoles que se lo preguntaban no quiso decírselo, no va a revelarlo a otros. Luego todos los que hasta el presente se empeñaron en determinar dicho tiempo fueron tenidos por embusteros. Algunos, como dice San Agustín en el mismo lugar, dijeron que “desde la ascención del Señor hasta su última venida se podrían calcular unos cuatrocientos años; otros, quinientos, y otros mil”.20  Quedan en evidencia su falsedad, como también quedará en evidencia la de aquellos que todavía se empeñan en calcular».21

        Porque «nadie sabe nada, ni el día ni la hora» (Mt 24,36). Lo ha dicho Nuestro Señor Jesucristo.

        Entonces a todos estos pseudos-profetas jamás les presten atención, nunca les hagan caso. ¿Creer que Paco Rabanne profetiza? ¡Eso es demasiado! Será un experto en modas, pero no profeta.

        Además tenemos en un día como hoy tan hermoso, el recuerdo de tantos santos y santas, miles y miles y miles, en todos los siglos y en todos los lugares, y de todas las razas, de todas las culturas, de todas las edades, de toda condición social, que son la flor y nata de la humanidad. Ellos no se dejaron llevar por supersticiones. Ellos solamente lo quisieron seguir, lo amaron, esperaron y creyeron en Jesucristo Nuestro Señor, «el único que tiene palabras de vida eterna» (cf. Jn 6, 68).

        Por esto me pareció que ya que estamos exactamente a dos meses antes de la entrada del 1º de enero del 2000, el recordar que en Cristo está puesta toda nuestra esperanza y que por tanto, aún en el caso supuesto, que ciertamente no lo pueden decir estos pseudo-profetas, de que ya llegase la Segunda Venida, eso, lejos de llenarnos de miedo a los católicos nos llenaría de profunda alegría, porque lo pedimos en cada Padre Nuestro cuando decimos: «venga a nosotros tu Reino».

        Y es la aclamación final de la Biblia: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22, 20).

        Y es la aspiración de toda alma grande.

        La Reina de Todos los Santos nos libre del «bug del 2000».

NOTAS

1 Eduardo Dahl, El error más caro de la historia, La Nación, secc. 5: 28/06/1999, p. 2.
Ibídem.
3 Gabriel Tomich, El bug del 2000; La Nación, secc. 5: 28/06/1999, p. 8.
Ibídem.
Ibídem, p. 10.
Ibídem.
Ibídem, p. 14.
8 Jorge Elías, Falló Nostradamus, pero tiembla la tierra, La Nación 22/09/1999, p. 2.
9 Dietlind Lerner, Rabanne, en llamas, La Nación 24/05/1999, sec. 4., p. 6.
10 Agencia Zenit, citado por Cristo Hoy!, n. 273, p. 8.
11 Roberto Bosca, ¿En vísperas de la destrucción?, Palabra 421-422, 08/09/1999, p. 41.
12 Ibídem, p. 42.
13 Ibídem, p. 42.
14 Ibídem, p. 43.
15 Ver Vox Verbi, n.183: «El mito de la explosión demografica», p.117.
16 Ibídem, p. 42.
17 Ibídem, p. 43.
18 Ibídem, p. 43.
19 «Omnium de hac re calculatium digitos resolvit et quiescere iubet» (De Civitate Dei, c. 53: ML 41,617).
20 Ibídem
21 S. Th
, Supl. q. 77, a. 2.