Aparición de Nuestra señora de Guadalupe
Rosas en invierno
Diciembre 1531, a 39 años después del descubrimiento de América. Según narra el manuscrito en lengua náthuatl Nicán Mopohua, que quiere decir «Aquí se cuenta».
1ª aparición (1-48).
La primera aparición ocurre un sábado, el 9 de diciembre de 1531, muy de madrugada, cuando Juan Diego se dirigía a Tlatelolco para participar en algunos servicios religiosos. Al llegar a una ladera del cerro llamado “Tepeyacac”, escucha un canto muy hermoso de pájaros, después del cual escucha su nombre y se dirige hacia el lugar del que sale la voz. Una vez llegado ve a la Virgen, quien muy amablemente le pide que vaya al palacio del obispo para solicitarle que erija un templo en su honor en el llano colindante a la colina.
Conseguida la audiencia con el obispo, fray Juan de Zumárraga, éste lo interroga y le pide que vuelva en otra ocasión para estudiar nuevamente el asunto.
2ª aparición (49-69).
El mismo día sábado 9, San Juan Diego vuelve al Tepeyac a dar razón de lo hecho, y es donde tiene lugar la segunda aparición. En ella Juan Diego con mucha humildad pide a la Virgen que busque un enviado de más importancia, ya que a él, por ser hombre modesto, no lo toman en cuenta. La Virgen le contesta que no es por falta de mensajeros que lo ha escogido, y le insiste y ordena volver a la casa del obispo.
3ª aparición (70-98).
Al día siguiente, el domingo 10, se entrevista nuevamente Juan Diego con el prelado y le transmite por segunda vez el deseo de la Virgen. El obispo le hace más preguntas y concluye la reunión con la solicitud de una prueba en apoyo a sus palabras.
La tercera aparición presenta a Juan Diego regresando al cerro del Tepeyac para comunicar a la Virgen que el obispo desea una prueba. La respuesta no se hace esperar y ella lo cita al día siguiente, lunes 11, para darle la señal.
4ª aparición (99-146).
Juan Diego pensaba asistir al compromiso, pero al llegar a su casa encuentra a su tío Juan Bernardino muy enfermo, de modo que al amanecer del lunes parte en busca de un médico, aunque sin encontrar remedio para la enfermedad de su tío.
Al día siguiente, martes 12, va por un sacerdote para asistir espiritualmente al moribundo, y piensa que si rodea el cerro la Señora no lo verá. Para su sorpresa, se la encuentra de frente, y le explica sus preocupaciones, recibiendo en respuesta aquellas palabras tan conocidas: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra?… no te aflija la enfermedad de tu tío.” La Virgen le manda entonces subir al cerro, donde encontrará la señal prometida.
Ya tranquilo respecto a la salud de Juan Bernardino, Juan Diego sube al cerro y allí encuentra rosas, las guarda en su capa y parte hacia la casa obispal. Las rosas del Tepeyac, son rosas de amor, por ser nacidas por manos de la Virgen, y son rosas de milagro por haber florecido en pleno invierno.
5ª aparición (147-193).
El mismo día martes 12 de diciembre de 1531. Una vez allí quería mostrárselas sólo al obispo, propósito difícil de cumplir ya que los criados tenían una gran curiosidad por conocer el contenido de la tilma, y por eso retrasaban su ingreso. El obispo lo manda llamar, y ante él Juan Diego abre su tilma, y ven todos asombrados la imagen de la Virgen que se imprime en el tejido, tal como se la puede ver ahora en su Santuario[1].
6ª aparición (194-220).
Pasa Juan Diego varios días en casa del obispo, al cabo de los cuales regresa a ver a su tío, quien cuenta a su sobrino y a las personas que le habían acompañado, cómo también a él se le había aparecido Santa María para traerle salud, diciéndole también su nombre. De aquí surge el apelativo de Guadalupe, que según algunos entendidos se origina en la palabra náhuatl Tecuantlaxopeuh, que significa “la que nos protege de los que nos comen”, y al cual asociaron los españoles a Guadalupe, importante santuario mariano de la provincia de Extremadura, de donde procedían muchos conquistadores, entre ellos Hernán Cortés.
Por último, el Nicán Mopohua nos comenta cómo Juan Bernardino fue traído ante el obispo para dar su testimonio, y cómo la imagen plasmada en el ayate de San Juan Diego fue recibiendo el culto y la veneración de toda la ciudad.
7ª aparición.
El anuncio a Juan Diego de su muerte.
[1] Consideramos que se trata de una verdadera aparición de la Virgen “la de su manifestación impresa en la tilma al presentarle las rosas al Obispo Zumárraga”, como escribe Ignacio H. de la Mota, Diccionario Guadalupano, Ed. Panorama, México, 1997, 22. La gran palabra de Guadalupe que más de 20.000.000 de peregrinos, por año, van a ver y oír en su Santuario es su figura espejada en la tilma de San Juan Diego. Por ella la Virgen sigue hablando por ya casi 500 años y vaya a saber por cuantos siglos más, lo hará.