Ignatius Kung Pin Mei

Carta nº 2 sobre el encuentro con el cardenal Ignatius Kung Pin-Mei

 New York, 26 de mayo de 1998.

  Queridos todos:

 Acerca de nuestras conversaciones tanto en la tertulia cuanto en el almuerzo, podemos dividir los temas en dos: lo sucedido en China y en USA (escribo sin respetar el orden en que se desarrollaron los temas y hay cosas que quedan en el tintero).

A. Las cosas de China.

– El Cardenal es un hombre muy culto, no sólo conoce perfectamente el chino sino también el francés.

– Aun hoy se desenvuelvo solo. Es muy autónomo. Solo se levanta de la cama, se pone las medias, se calza. Únicamente tiene dificultades en caminar, debido a una antigua lesión.

– En China había dos Kung nombrados obispos. El nombre Kung se escribe con tres caracteres, el primero es el de dragón; el segundo es el mismo que se usa para el primer carácter de la palabra comunismo (Com, de allí el Viet‑com, Vietnam comunista). Los católicos chinos decían irónicamente que la Iglesia no iba a tener problemas porque la dirigían dos dragones comunistas. El gobierno mismo les preguntó a los Kung que era eso de que «eran comunistas”. Antes de ser aprehendido, el otro Kung se escapó a Taiwán.

– Dos años antes, ya preveía Mons. Kung que lo iban a meter preso. Él fumaba hasta dos paquetes de cigarrillos por día. Tomó la decisión de dejar de fumar –y lo hizo– porque de lo contrario sus captores lo iban a tener agarrado por medio del vicio.

– La madre lo fue a ver, días antes de ser apresado y le pidió llorando que se escapara. Él contestó que era el obispo y que no iba a dejar a su gente. La madre le dijo que lo podían matar y él contestó: – «Sería un gran honor para vos si tu hijo puede servir a Dios de esa manera”. – «Es que no te voy a volver a ver nunca más”; él contestó: – «Eso sería lo mejor. Si me volvés a ver, eso sería una mala noticia” (Se ve que pensaba que podría claudicar si no era fiel a la gracia de Dios). Mons. Kung nunca se enteró de la muerte de su madre; sus verdugos no le dijeron nada.

– Cuando el gobierno obligó a los miembros de la Legión de María que se registrasen, porque una Legión sería una fuerza contraria, dio la orden que no se registren.

– Ya dijimos que la celda era de 1,80 por 1,20 m., pero cuando el gobierno hacía redadas, por falta de celdas, a veces le ponían en la suya, hasta tres prisioneros más, por lo que dormir y moverse un poco, les resultaba dificilísimo. Dormían sobre el suelo y orientados de manera contraria, cabeza y pies. Pero para él era el único modo de hablar y recibir noticias del exterior. Él nunca pudo salir afuera, ni siquiera a hacer, como los demás, trabajos forzados en las granjas, lo que al menos les permitía ver el sol y recibir aire fresco.

– Los presos corrientes y aun los sacerdotes podían recibir visitas, cartas y aun dinero, que necesitaban para comprar cosas en la cárcel, ya que sólo les daban el mínimo. Pero a él por ser obispo lo tenían incomunicado. En los primeros tiempos, cada vez que podía hacerse de un pedacito de papel, escribía con cualquier cosa las oraciones que sabía, porque temía volverse loco y olvidarse de las oraciones.

– En la cárcel le cambiaban seguido los guardias, para que no entablara relación con ellos, ya que los guardias le tomaban simpatía. Sin embargo, el Cardenal se ganó a uno de los guardas. En los últimos años, no podía casi caminar y este guarda le consiguió un bastón. El bastón había pertenecido a un sacerdote que murió en la cárcel y luego pasó a la hermana del sacerdote, que era monja y estaba en la cárcel, donde también murió. Un bastón de dos mártires y de un confesor de la fe con el cual el Cardenal llegó a USA.

– Una vez lo sacaron a pasear y vio a lo lejos a hombres de la prensa con sus cámaras. Se dio cuenta que querían sacarle fotos para mostrar que lo trataban bien, y entonces volvió a la celda para no dejarse usar.

– Le hice preguntar a los familiares si hacía gimnasia china, me dijeron que sí, aún ahora con sus 97 años. Eso también lo hacía en la cárcel y le permitió estar en estado físico. A los 95 años aún tocaba el suelo con las palmas de la mano haciendo flexiones.

– El Cardenal Sin, de Filipinas, fue el primero en verlo cuando lo dejaron en arresto domiciliario. Allí tuvieron una reunión con algunos representantes de la llamada Iglesia patriótica. Como la reunión era muy aburrida, el Cardenal Sin dijo que cada uno cantase. Cuando le tocó el turno a Mons. Kung el cantó «Tu es Petrus” y trataron de hacerlo callar. El Cardenal Sin le había dado la oportunidad de expresarse. Más tarde, el Cardenal Sin vino a USA y durante una semana, estuvo explicando a Mons. Kung lo referente al Concilio Vaticano II.

B. En Estados Unidos.

– Cuando llegó a USA, lo llevaron al médico para un chequeo, ya que en China, justo antes de salir, tuvo un ataque al corazón. El sobrino volvió a USA y regresó a China con una enfermera especialista y así lo pudieron traer. Hoy tiene un marcapasos. El médico lo encontró muy bien en general, aunque tenía un músculo del hombro, muy sobredesarrollado: en la celda su única conexión con el exterior era un visillo en la puerta de la celda y como él es bajito, tenía que hacer un esfuerzo para poder mirar afuera, poniéndose en puntas de pie y estirando la cabeza.

– Hace dos años el médico le preguntó cómo era que se había mantenido tan bien hasta los 95 años y el con gran humor contestó: «no colesterol”, como diciendo en la cárcel la comida era «colesterol free”.

– La sotana cardenalicia con que posa en el recordatorio, perteneció al Cardenal Therence Cook, hombre prominente de USA, a quien empezaron el proceso de canonización. Le fue regalada al Cardenal Kung por el Cardenal O’Connor, diciendo que era un honor para USA que él la vistiera.

– Fue creado Cardenal in pectore en 1979, por Su Santidad Juan Pablo II. En 1989, tuvo una reunión secreta de media hora, absolutamente a solas, con el Papa. Lo único que se sabe de esa reunión, es que el Papa le dijo que lo había hecho Cardenal en 1979 y no le aceptó la renuncia al Arzobispado de Shanghai diciendo: «En China no hay retiro…”. Por esto Monseñor Kung es aún hoy el Arzobispo de Shanghai.

– Mons. Kung vivía en un asilo hospital (hoy vive con el sobrino, ya que la diócesis vendió el asilo). Allí celebraba la Misa diaria, a la que asistía regularmente la sobrina. Un día, luego de la Misa, le preguntó a ella si volvería al día siguiente. Ella dijo, muy extrañada por la pregunta, que ese día justo no podría. Para mayor extrañeza, el Cardenal le preguntó si el sobrino iría, a lo que ella respondió que no sabía. Luego ellos, comentando el suceso, decidieron que mejor sería que el sobrino fuera. Al día siguiente, después de la Misa, siendo alrededor de las 8:30 am, el Cardenal lo llama al sobrino para decirle con ironía: «Ahora soy Cardenal”. Hasta ese día a las 6:00 de la mañana, debía mantenerse el secreto. Nadie sabía, salvo él y el Papa, que él era Cardenal desde 1979. El sobrino fue corriendo a decírselo a dos obispos chinos retirados que vivían allí, pero para su sorpresa le dijeron: «Eso no es novedad, eso es historia”. Esto porque ellos habían recibido la noticia por TV esa misma mañana.

– Cuando durante el almuerzo les comentamos lo del proyecto de envío de sacerdotes para 8 seminarios, el sobrino, con gran cara de alarma, dijo: «Pero, ¿qué seminarios?, ¿de la Iglesia Patriótica?”. Sólo respiró cuando le dijimos que para la subterránea y le contamos el contacto con el P. Muller, a quien conocen bien. Él se ocupa de, siempre que puede, sacar sacerdotes y seminaristas fieles, para que puedan formarse fuera de China. Al saber de nuestro seminario en USA, pidió si sus seminaristas podrían pasar el verano allí, para que puedan tener asistencia espiritual… El P. Bonello estaba presente y por supuesto dijo que sí.

– Una vez estando el Cardenal en el hospital, tuvo repentinamente una caída muy grave de los glóbulos rojos, llegando a niveles casi mortales y en disminución, por lo que los médicos quisieron darle la medicina por vía intravenosa. Pero cada vez que intentaban, por el problema de los glóbulos, las venas se le colapsaban no dejando pasar nada. La única solución entonces era abrirle una de las arterias carótidas para medicarlo por allí, pero era una operación de absoluto riesgo, dada la pésima condición del Cardenal en ese momento. De todas maneras ya era a todo o nada, por lo que prepararon la operación. Estaban a punto de hacer la incisión, cuando –dicho por los mismos médicos– milagrosamente la vena colapsada se abrió y el Cardenal comenzó a recibir la medicina que lo salvaría. El Cardenal no duda en absoluto en atribuir esto a la Virgen.

– En otra oportunidad el ritmo del corazón estaba tan alterado durante cuatro horas que decidieron darle un shock eléctrico. Rápido bajó el médico con sus aparatos y ante el asombro de todos dice: «Para que me llamaron si el ritmo cardíaco está normal”.

– Pequeñas anécdotas de su nueva vida en USA luego de 35 años de cárcel: Acostumbrado a los ascensores de puertas manuales, la primera vez que subió a uno moderno se llevó un susto cuando la puerta se abrió automáticamente. Llegado a USA y puesto en una habitación común, es decir con muebles y aire acondicionado, dijo: «El cielo no puede ser muy distinto de esto”. Una vez, recién llegado, la sobrina usó un vaso de papel y luego lo tiró, para gran escándalo del Cardenal que no podía entender que se lo tirase si aún servía. Aún hoy guarda, por ejemplo, los sobres de las cartas que recibe y escribe en ellos. Guardaba los frasquitos con las píldoras que le daban en el Hospital. Se asombraba que pudiesen hacerse edificios de vidrio.

– También hablamos de la aparición de la Virgen en Baoding, donde se dio el milagro del sol a semejanza de Fátima, con más de 100 sacerdotes presentes e incluso extranjeros. Arrasaron el lugar, pero la gente se sigue reuniendo todos los años, en número creciente.

– La anunciada liberación del obispo de Baoling es falsa. Sigue estando preso.

 Luego de la Misa:

– Habiéndole ya comunicado del proyecto de enviar sacerdotes a China (luego a los sobrinos les habló de 50 sacerdotes para los próximos cinco años), el Cardenal no cabía de alegría. Luego que se retirara a su cuarto a descansar, vino la sobrina trayéndome una cartulina con el escudo episcopal y con el mensaje: «Dice el Cardenal que le regala esto para que Ud. no se olvide que le DEBE cincuenta sacerdotes». En inglés es muy fuerte: «You owe me priests».

– Le preguntamos si él había previsto la caída del comunismo en la URSS y dijo que en la cárcel sólo podía pensar en China. Por supuesto que al enterarse de la caída del comunismo en Europa Central y en la URSS, esto le causó una enorme alegría y lo atribuye a la Virgen de Fátima. Al preguntarle como caería el comunismo en China dijo: «Rezándole a la Virgen y dándole su tiempo”. El Cardenal tiene la profunda convicción de que por medio de María el comunismo caerá, y es su deseo estar aún vivo para volver y celebrar la Santa Misa en su Santuario de Sheshan.

– Prometió oraciones por nuestra misión en China.

– Prometió oraciones por S. Killian, por la capilla dedicada a Nuestra Señora de China.

Realmente algo para pensar y rezar mucho. ¿Qué son nuestros sufrimientos al lado de los que sufrió el Cardenal Kung? Y si Dios a él le dio la gracia de la perseverancia en situaciones tus duras, ¿cómo no lo hará con nosotros si hacemos lo que tenemos que hacer?

 Un gran abrazo.

 Saludos a todos.

 P. Carlos Miguel Buela, VE.