Estamos reunidos para rezar a Dios nuestro Señor, teniendo como base el Bautismo común, la fe en la Santísima Trinidad y en Nuestro Señor Jesucristo. Justamente es la fe en la promesa-profecía del Señor: habrá un solo rebaño y un solo pastor (Jn 10, 16) lo que alimenta nuestra tarea ecuménica, al igual que la oración del Señor: que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti (Jn 17, 21). Seguir leyendo
Otro elemento esencial de la fe católica que motiva y enardece a los sacerdotes para trabajar con entusiasmo en el diálogo interreligioso es el hecho de que la Iglesia es «sacramento universal de salvación»,[1] y es el hecho de que todos los hombres tienen la posibilidad, ofrecida por el Espíritu Santo, «de que, en la forma sólo de Dios conocida, se asocien al misterio pascual».[2]Seguir leyendo
Por razón de necesidad, la necesidad de tener tantos misioneros «ad gentes», seguimos desarrollando temas que dicen relación directa con el diálogo interreligioso, en especial, en este año de preparación al gran Jubileo del 2000, como señala la «Tertio millennio adveniente».1
Como estamos en América y en la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in América el Santo Padre Juan Pablo II expone el deseo de la Iglesia en América de conducir a los hombres y mujeres de este continente al encuentro con Cristo vivo, punto de partida para una auténtica conversión Seguir leyendo